Si todavía tienes dudas de qué podemos hacer para ganar un lugarcito en el Reino de los Cielos, las lecturas de hoy nos recuerdan que no sólo se trata de ir a misa todos los domingos, o saberse de memoria toda la Biblia. No, lo que hace la diferencia son tus acciones.
Isaías nos dice en la primera lectura:
“Comparte tu pan con el hambriento, abre tu casa al pobre sin techo, viste al desnudo, y no des la espalda a tu propio hermano. Entonces surgirá tu luz como aurora y cicatrizarán de prisa tus heridas”.
En ese mismo canal, y continuando con lo de las velas, luego, el Salmo 111 nos dice:
“En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo. Dichoso el que se apiada y apresta y administra rectamente sus asuntos.”
Finalmente, en el Evangelio de San Mateo de hoy, Jesús:
“Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad construida en lo alto de un monte; y cuando se enciende una vela, no se esconde debajo de una olla, sino que se pone en un candelero para que alumbre a todos los de la casa.
“Que de igual manera brille la luz de ustedes sobre los hombres, para que viendo las buenas obras que ustedes hacen, den gloria a su Padre, que está en los cielos”.