Pascua 2018 – Cuarto Domingo de Pascua, El Buen Pastor

The Good Shepard
El buen pastor, por Alfred Handel, d. 1946[2], photo:Toby Hudson (Own work) [CC BY-SA 3.0 (http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0) or GFDL (http://www.gnu.org/copyleft/fdl.html)], via Wikimedia Commons
Después de la resurrección, estando Pedro reclamando a los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo de Israel el porque lo cuestionaban acerca de los milagros que se estaban haciendo a través de él, les dijo con enojo y firmeza:

“Este hombre —un enfermo que fue sanado milagrosamente por Pedro— ha quedado sano en el nombre de Jesús de Nazaret, a quien ustedes crucificaron y a quien Dios resucitó de entre los muertos —Pedro, un hombre fuerte y rudo, ¡no se quedaba callado!— Este mismo Jesús es la piedra que ustedes, los constructores, han desechado y que ahora es la piedra angular. Ninguno otro puede salvarnos, pues en la Tierra no existe ninguna otra persona a quien Dios haya constituido como salvador”.

Este es un resumen de la base del cristianismo, muy bien establecido por Pedro, y que tiene eco hasta nuestros días: La resurrección de Jesús es la piedra base de nuestra salvación, es la pieza que faltaba en el rompecabezas de la vida eterna. Con su muerte –el desecho de la piedra– el pecado original de Adán y Eva, finalmente queda anulado a través del bautismo.

Recordemos que antes de eso, todas las personas vivían y morían con la mancha del pecado original, pero con la muerte y resurrección de Jesús, este pecado es eliminado a través del bautismo y nuestra alma finalmente es liberada para unirse al Padre cuando llega nuestra hora.

Luego, Jesús nos dice en el Evangelio de San Juan:

“Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas. En cambio, el asalariado, el que no es el pastor ni el dueño de las ovejas, cuando ve venir un lobo, abandona las ovejas y huye; el lobo se arroja sobre las ovejas y las dispersa —¡Ah! Fíjate que Jesús no dice ´las mata´ como esperaríamos de un lobo, sino que las dispersa, es decir las mantiene separadas, con miedo, y no les permite juntarse para consolarse o simplemente vivir tranquilas— porque a un asalariado, no le importan las ovejas”.

Sabemos de quién está hablando Jesús: el enemigo, el hombre de rojo (no, no es Santa Claus), patas de cabra, o como quieras llamarle.

Luego, Jesús menciona algo muy importante:

“Yo soy el buen pastor, porque conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí, así como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre. Yo doy la vida por mis ovejas —efectivamente, así fue–.
Tengo además otras ovejas que no son de este redial y es necesario que las traiga también a ellas; escucharán mi voz y habrá un sólo rebaño y un solo pastor”.

Con este mensaje, Jesús establece la universalidad de la nueva alianza: Ya no es solamente para el pueblo judío, sino para todo el mundo. Todos somos un solo rebaño y tenemos un pastor, Jesús.

Celebremos hoy a nuestro buen pastor, convirtiéndolo en la piedra angular, en la base de nuestras vidas. Empecemos simplemente con escuchar su palabra los domingos, y después tratemos de vivir la vida con sus enseñanzas.

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Oscar Editor

Oscar es el editor de NosRodea.com

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