Pascua 2018 – Sexto Domingo de Pascua: Vayan y den fruto

Imagen representando el bautismo de Cornelio
El Bautismo de Cornelio, por http://www.istrianet.org/istria/illustri/trevisani/works.htm, Public Domain, Link

Dice Jesús en el evangelio de San Juan:

“No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los ha elegido y los ha destinado para que vayan y den fruto y su fruto permanezca, de modo que El Padre les conceda cuanto le pidan en mi nombre. Esto es lo que les mando: que se amen los unos a los otros”.

Vayan y den fruto. Dar testimonio y llevar el mensaje. La palabra de Jesús es tan importante y tan trascendental que estamos en el Siglo XXI y todavía tenemos dudas de qué significa realmente el amarse los unos a los otros. Todavía no logramos ayudar al prójimo. Todavía existe la violencia, el abandono, la muerte.

¿Acaso es tan complicado el mensaje de Jesús?

“Esto es lo que les mando: que se amen los unos a los otros”

Vayan y den fruto. En la primera lectura, escuchamos un interesante pasaje del libro de los Hechos de los Apóstoles:

“En aquel tiempo, Pedro fue a la casa del oficial Cornelio, y éste le salió al encuentro y se postró ante él en señal de adoración. Pedro lo levantó y le dijo: ´Ponte de pie, pues son’y un hombre como tú´. Luego añadió: ´Ahora caigo en cuenta de que Dios no hace distinción de personas, sino que acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que fuere´”.

Este pasaje es tan importante, pues es el reconocimiento de la Iglesia no sólo para el pueblo Judío, sino que es una bendición para todos. Pedro también manda un mensaje a todas las generaciones de que la Iglesia está constituida por hombres y mujeres, con nuestros defectos y virtudes, para servirnos los unos a los otros.

Cornelio no es un personaje cualquiera, es un oficial romano, no un soldado, sino alguien con un alto rango y poder. Él ha llamado a Pedro para que le salve la vida a su criado, que está muriendo, pues ha seguido de cerca todos los acontecimientos de la vida de Jesús y sus seguidores. Cornelio es el primer no-judío que se convierte a la naciente religión del Cristianismo.

Esto no quiere decir que los romanos, siguiendo el ejemplo de este oficial, se convertirían de inmediato. No, pues pasarán más de 300 años y miles de muertes de los primeros cristianos por parte del pueblo y los gobernantes de Roma, para que Constantino –el emperador– declare a la Cristiandad como la religión oficial del Imperio Romano, y a los católicos como el grupo organizador.

Los Hechos de los Apóstoles es uno de los últimos libros de la Biblia y el cual contiene las narraciones de lo que hicieron los apóstoles de Jesús después de su muerte y resurrección. Ellos no se quedaron callados y solamente en el área de Israel. Comenzaron a predicar hasta tierras muy lejanas (Pedro llegó a ir hasta Roma, donde murió, y Tomás, el incrédulo, fundo muchas comunidades en Asia, hasta llegar a la India, en donde murió) y todos, excepto Juan, tuvieron muertes violentas por la causa de la Palabra.

Pero ellos en verdad caminaron, fueron, vivieron y sufrieron, y dieron fruto.

Tal vez es hora, de que pongamos atención y sigamos su ejemplo.

Lecturas del Domingo: Febrero 11, 2018 – Las enfermedades del alma

Manos deformadas por la lepra
Manos deformadas por la lepra B.jehleOwn work, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=27098744

Una de las más temibles enfermedades de la antigüedad sin duda fue la lepra. Y es que no sólo era una enfermedad del cuerpo, sino que los que la contraían quedaban relegados socialmente; por lo general era una terrible marca que iba a mantener al enfermo lejos de todo contacto con los demás, muchas veces de por vida.

Así nacieron lugares como “la isla de los malditos” o el centro de las Misioneras de la Caridad, que fundó la Madre Teresa de Calcuta, que acogieron a todos los marcados por la lepra.

Todavía hace 80 años era una de las más temibles enfermedades. Gracias a los avances de la medicina y el advenimiento de los modernos antibióticos, la sentencia de muerte desapareció y poco a poco los casos están disminuyendo año con año.

Pero, imaginemos hace 2000 años, en los tiempos de Moisés, cómo sería la vida de un leproso: de acuerdo a la ley, el enfermo de lepra debería ser declarado “impuro” por uno de los sacerdotes. Debería además traer la ropa descosida, la cabeza descubierta, y además iría gritando “¡Estoy contaminado! ¡Soy impuro!” Mientras le dure la lepra, seguiría impuro y viviría solo, fuera del campamento.

Este es un fragmento de la primera lectura de hoy, tomado del Libro del Levítico, uno de los más detallados que explican la antigua Ley de los Israelitas.

Como podemos ver, el diagnóstico de la lepra declaraba al enfermo no como alguien que sufre una enfermedad de salud, sino del alma.

En el Evangelio, san Marcos nos narra un ejemplo diferente, pues cuando Jesús realizaba su doctrina, todavía de manera casi anónima –no todos lo conocían, a pesar que el murmullo en las ciudades y pueblos iba creciendo—un leproso se le acercó para suplicarle de rodillas:

“Si tú quieres, puedes curarme”.

Jesús compadecido le extendió la mano y le dijo con autoridad:

“¡Si quiero: Sana!”

E inmediatamente se le quitó la lepra y quedó limpio.

Ahora, Jesús no trata al leproso con asco o repudio, sino con piedad –no le huye, sino que hasta le extiende la mano–. El enfermo no vuelve a ser paría, sino un humano con enfermedad.

Una vez recuperado, Jesús le dice con severidad que no le diga a nadie lo que pasó, pero que se presente ante el sacerdote y haga ofrenda como lo indica el libro de Moisés (he aquí la conexión con la primera lectura).

Pero el hombre, comenzó a divulgar tanto el hecho que ahora sí se volvió una gran noticia que recorrió los pueblos como pólvora, al grado de que Jesús ya no podía entrar abiertamente a ciudades o aldeas, y prefería ir a lugares solitarios a donde lo iban a ver para escuchar su Palabra.

El libro del Levítico contenía duros castigos y terribles penitencias para muchos de los aspectos de la vida de los israelitas. Pero, era también necesario porque este era un pueblo de cabeza dura y que constantemente estaba renegando contra Dios.

Jesús con su llegada cambia todo sobre la ley y la resume con un sólo mandamiento más grande: el Amor: primero a Dios, y luego a los demás.

Lecturas del Domingo: Octubre 29, 2017 – Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo

Mujer pidiendo limosna
Mujer y su niño pidiendo limosna, por el fotógrafo © Jorge Royan / http://www.royan.com.ar, CC BY-SA 3.0, Link

Hoy continuamos con las trampas que los fariseos y escribas quieren poner a Jesús para hacerlo caer en contradicciones. Ya las semanas pasadas escuchamos cómo hasta los mismos ancianos de Israel han estado tratando de engatuzar a Jesús con preguntas engañozas. El evangelio de este domingo nos presenta a Jesús respondiéndoles a la eterna pregunta: ¿Cuál es el mandamiento más grande de la Ley? Jesús les responde:

“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el más grande y el primero de todos los mandamientos. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se fundan toda la Ley y los profetas”.

Y, como decíamos anteriormente, ¡cómo es difícil amar al prójimo! Podemos ir todos los días a la Iglesia, orar cien rosarios, aprendernos toda la Biblia de memoria, cantar con dulce voz los más hermosos coros y salmos… pero de nada vale todo esto si despreciamos a nuestro prójimo.

El libro del Éxodo, en la primera lectura, nos trae una explicación a esto:

“Esto dice el Señor a su pueblo: ´No hagas sufrir ni oprimas al extranjero, porque ustedes fueron extranjeros en Egipto. No explotes a las viudas, ni a los huérfanos, porque si los explotas y ellos claman a mí, ciertamente oiré yo su clamor; mi ira se encenderá, te mataré a espada, tus mujeres quedarán viudas y tus hijos huérfanos.
´Cuando prestes dinero a uno de mi pueblo, al pobre que está contigo, no te portes con él como un usurero, cargándole intereses.
´Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, devuélveselo antes de que se ponga el sol, porque no tiene otra cosa con qué cubrirse; su manto es su único cobertor y si no se lo devuelves, ¿cómo va a dormir? Cuando él clame a mí, yo lo escucharé, porque soy misericordioso´.”

Los más necesitados, los extranjeros inmigrantes, las viudas, los huérfanos, los pobres.

Esos también son nuestros prójimos; y cuando su clamor alcance a Dios, ¿Cuál será nuestra excusa?

Lecturas del Domingo: Julio 10, 2016 – El buen Samaritano

El buen samaritano
By Jan Wijnantshttp://www.hermitagemuseum.org/wps/portal/hermitage/digital-collection/01.+Paintings/46144, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=4088414

Mucho que aprender de la parábola que ahora nos ofrece Jesús en el Evangelio de hoy. Todos hemos escuchado el relato del viajero que, caminando de Jericó a Jerusalén, es asaltado y dejado medio muerto a la orilla del camino. Pasa un sacerdote y no hace nada con el pobre tipo tirado en el camino. Luego pasa un levita –un hombre experto en la Ley de Moisés– y también ignora al infeliz. Finalmente pasa un samaritano, que no sólo ayuda el pobre tipo, lo lleva hasta un mesón, cura sus heridas, lo lava, y le paga al dueño del lugar para que lo siga cuidando.

Jesús luego pregunta: “¿Cuál de estos tres se portó como prójimo del hombre que fue asaltado por los ladrones?

Para todos nosotros es obvio quién se sacó el primer lugar, el samaritano. Sabemos que debemos portarnos bien y debemos ayudar a los demás. Nosotros tenemos la dicha de vivir más de 2000 años después del nacimiento de Jesús y sabemos sus doctrinas desde pequeños. Pero, en el tiempo de Cristo, todas estas enseñanzas son nuevas, y hasta escandalosas.

Los samaritanos

Esta parábola cobra mucha resonancia cuando comenzamos a entender a los protagonistas. Los samaritanos es un grupo de gente que vive en la región de Samaria, cerca de Jerusalén. Ellos dicen que son descendientes legales de una de las 12 tribus originales de Israel, y por lo tanto miembros de la misma alianza de los Judíos con Dios.

Por su parte, los Judíos en ese tiempo odian a los samaritanos. Los delcaran impuros y no los reconocen como descendientes de Abraham, por lo tanto no son miembros de la alianza.

Los odio entre los dos grupo llegaron al máximo unos cien años antes del nacimiento de Jesús, cuando un grupo de samaritanos entró a templo sagrado de los judios en Jerusalén, y arrojó restos humanos, haciéndolo impuro.

¿Te das cuenta de cómo ha de ser el odio entre los dos pueblos? Ahora imagínate a Jesús decirle a los judios que ni el sacerdote, ni el levita son buenos, sino ¡un samaritano! y que deben amar a su prójimo, representado por ¡un samaritano!

Los escuchas están asombrados y escandalizados. Pero la lección va más allá de sólo hablar de los dos grupo étnicos.

  • El problema no es Dios. Todos queremos a Dios, eso no cabe duda.
  • El problema no es rezar. Todos sabemos rezar y lo hacemos de noche, golpeándonos el pecho.
  • El problema no es dar el diezmo. ¡Ah como duele! pero al final lo damos.

No señor, nada de eso es el problema. El problema es EL PROJIMO.

  • El problema es el asesino.
  • El problema es el ladrón que te dejó sin nada.
  • El problema es tu pareja abusón o abusona.
  • El problema son los compañeros de trabajo a los que no les caes bien y que todos los días te están haciendo la vida de cuadritos.
  • El problema es el malo que te hace daño.

Todos ellos, y muchos más, son tus prójimos.

El doctor de la ley le preguntó a Jesús: “Maestro, qué debo hacer para conseguir la vida eterna”…”amarás a Dios con todas tus fuerzas, y al prójimo como a tí mismo”

 

 

 

Lecturas del Domingo: Abril 24, 2016 – Un mandamiento nuevo

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Jesús vuelve a aparecese a los 11 discípulos que quedan y le empieza a dar un mensaje de despedida, pues dentro de poco se irá en forma física y sólo quedarán ellos como la cabeza de la Iglesia.

“Le doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros como yo los he amado; y por este amor reconocerán todos que ustedes son mis discípulos.”

Pablo establece el presbiterato

En la primera lectura de hoy vemos que, en el libro de los Hechos de los Apóstoles, Pablo y Bernabé están en Listra, Iconio y Anioquía. En esta última tendrá lugar uno de los encuentros más importantes de la histria: Pablo y Pedro se verán frente a frente.

Pero hoy, sabemos que Pablo tiene que dejar dirigentes que se hagan cargo de la organización y el desarrollo de la naciente Iglesia en cada comunidad.

“En cada comunidad designaban presbíteros, y con oraciones y ayunos los encomendaban al Señor, en quien habían creído.”

 

 

 

Lecturas del Domingo: Enero 31, 2016 – Domingo de Profetas

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Rembrandt Harmensz. van Rijn – Jeremías lamentando la destrucción del templo de Jerusalem – Google Art Project” by Rembrandt4gE-j88Uz3znNw at Google Cultural Institute, zoom level maximum. Licensed under Public Domain via Commons.

Este es un Doming muy especial, pues está dedicado a los Profetas y sus dones.

El Libro de Jeremías, en la primera lectura, nos habla de cómo fue su consagración como Profeta de Dios. Desde que estaba en el vientre de su madre, Nuestro Señor ya lo había seleccionado y marcado para llevar la palabra incluso a los lugares más peligrosos.

Mi boca anunciará tu salvación, Señor.
Salmo 70

En la segunda lectura, escuchamos la primera carta de San Pablo a los corintios, y nos eteramos de una de las más hermosas verdades fundamentales del Cristianismo:

El amor es comprensivo, el amor es servicial y no tiene evidia; el amor no es presumido ni se envaneceñ no es grosero ni egoísta; no se irrita ni guarda rencor; no se alegra con la injusticia, sino que goza con la verdad. El amor disculpa sin limites, confía sin límites, espera sin límites, soporta sin limites.

¡Ah, qué lección para todos aquellos que dudan de la palabra de Dios!

Finalmente, en el Evangelio de San Lucas (4,21-30), nos enteramos de que nadie es profeta en su tierra, y para demostrar esta afirmación leemos que hasta el mismo Jesús es casi tirado a despeñadero cuando en su enseñanza toca una de los más delicados nervios de la gente de Galilea, su región natal.