Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?

Jesús y Juan
Jesús y Juan Valentin de Boulogne – Public Domain, Link

Hechos de los Apóstoles

Hch 13, 26-33
En aquellos días, Pablo continuó su predicación en la sinagoga de Antioquía de Pisidia con estas palabras:

“Hermanos míos, descendientes de Abraham, y cuantos temen a Dios: Este mensaje de salvación les ha sido enviado a ustedes. Los habitantes de Jerusalén y sus autoridades no reconocieron a Jesús, y al condenarlo, cumplieron las palabras de los profetas que se leen cada sábado: no hallaron en Jesús nada que mereciera la muerte, y sin embargo, le pidieron a Pilato que lo mandara ejecutar. Y después de cumplir todo lo que de Él estaba escrito, lo bajaron de la cruz y lo pusieron en el sepulcro.

Pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y Él, ya resucitado, se apareció durante muchos días a los que lo habían seguido de Galilea a Jerusalén. Ellos son ahora sus testigos ante el pueblo.

Nosotros les damos la buena nueva de que la promesa hecha a nuestros padres nos la ha cumplido Dios a nosotros, los hijos, resucitando a Jesús, como está escrito en el salmo segundo: Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy”.

Evangelio según San Juan

Jn 14, 1-6
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:

“No pierdan la paz. Si creen en Dios, crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. Si no fuera así, yo se lo habría dicho a ustedes, porque ahora voy a prepararles un lugar. Cuando me vaya y les prepare un sitio, volveré y los llevaré conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes. Y ya saben el camino para llegar al lugar a donde voy”.

Entonces Tomás le dijo: “Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?” Jesús le respondió: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre si no es por mí“.

 

Lecturas del Domingo: Julio 1o, 2018 – La muerte en nuestras vidas

Resucitar a la hija de Jairo
“Resucitando a la hija de Jairo”, por Web Gallery of Art:   Image  Info about artwork, Public Domain, Link

Esta semana estamos en el 13o Domingo ordinario,  y el tema principal es la muerte; bueno, no en realidad, sino la fé. Aunque, pensándolo bien, el verdadero tema de este día es cómo la fé puede vencer a la peor de las circunstancias, incluyendo la muerte.

En nuestra vida diaria, todos tenemos dos miedos muy grandes: miedo a una enfermedad mala y larga, y el otro es a la muerte. El primero de estos temores es prevenible hasta cierto punto: llevar hábitos saludables reducen nuestro riesgo de problemas de salud. Pero el segundo, de ese sí no nos podemos escapar.

Dice la primera lectura, tomada del libro de la Sabiduría:

“Dios no hizo la muerte, ni se recrea en la destrucción de los vivientes. Todo los creó para que subsistiera. Las criaturas del mundo son saludables; no hay en ellas veneno mortal.
“Dios creo al hombre para que nunca muriera, porque lo hizo a imagen y semejanza de sí mismo”.

Esta parte del la lectura es muy importante, pues está dejando en claro que la muerte no es un acto de Dios en sí. La idea era estar siempre en el paraíso, junto a Dios. Entonces, ¿qué fue lo que pasó? Sigue la lectura:

“Mas por envidia del diablo, entró la muerte en el mundo y la experimentan quienes le pertenecen”.

Bien, ya tenemos al culpable.

Pero la muerte, es irreversible. ¿No lo crees? Mira lo que dice el evangelio de hoy:

“En aquel tiempo, cuando Jesús regresó en la barca al otro lado del lago, se quedó en la orilla y ahí se le reunió mucha gente. Entonces se le acercó uno de los jefes de la sinagoga llamado Jairo. Al ver a Jesús se echó a sus pies y le suplicaba con insistencia: ´Mi hija está agonizando. Ven a imponerle las manos para que se cure y viva´”. Jesús se fue con él, y mucha gente lo seguía”.

Jairo es empleado de los miembros de la sinagoga, de hecho alguien con mucho poder. Pero a él no le importa lo que digan sus superiores. Él ha escuchado todas las intrigas de los miembros del sanedrín y los escribas, pero en el miedo de perder a su hija no hace caso y se entrega ciegamente a Jesús, a pesar de que por seguro podrá perder su empleo o el favor de sus jefes.

“Unos criados llegaron de la casa del jefe de la sinagoga para decirle a éste: ´Ya se murió tu hija. ¿Para que sigues molestando al Maestro?´. Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: ´No temas. Basta que tengas fé´. No permitió que lo acompañaran mas que Pedro, Santiago y Juan”.

Toda esta recolección es importante. Primero, al sentar que se trata de una persona de alto nivel –jefe de la sinagoga que hasta criados tiene en su casa–, se deja claro que no es algo inventado que ocurrió en un lugar escondido y sin testigos. Segundo, los criados atestiguan que, efectivamente, la niña falleció. Esos son los hechos.

“Al llegar a la casa del jefe de la sinagoga, Jesús vió el alboroto de la gente y oyó los llantos y los alaridos que daban. Entró y les dijo: ´¿Qué significa tanto llanto y alboroto? La niña no está muerta, está dormida´. Y se reían de él.
Entonces Jesús echó fuera a la gente, y con los padres de la niña y sus acompañantes, entró a donde estaba la niña. La tomó de la mano y le dijo: ´¡Talitá, kum!´, que significa ´¡Óyeme, niña, levántate!´ La niña, que tenía doce años, se levantó inmediatamente y se puso a caminar. Todos se quedaron asombrados. Jesús les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie y le mandó que le dieran de comer a la niña”.

Un relato que nos deja mudos. Una serie de hechos que están en la escritura con datos y nombres. Un resultados que sorprendió y hasta atemorizó a muchos. Una conclusión hermosa y consoladora.

La fé puede existir aún en la más terrible de las situaciones. Jairo –el jefe de la sinagoga–, a pesar de todos los contras que iba a tener en su vida– creyó y siempre tuvo fé.

Por favor, no temas. Sólo ten fé.

Así empezó la vida. Conclusión

Evidencia de la vida primitiva
Evidencia de la vida primitiva ha sido encontrada en chimeneas hidrotérmicas en el fondo del mar. Estas son condiciones muy similares a las de la Tierra hace miles de millones de años. Foto por NOAA – http://oceanexplorer.noaa.gov/explorations/04fire/logs/hirez/champagne_vent_hirez.jpg, Public Domain, Link

En los capítulos anteriores de la serie, hablábamos de cómo la idea básica del Génesis –que dice que el Hombre fue creado a partir de arena, y del soplo de vida de Dios– no es tan fantasiosa como muchos pudieran pensar. Los resultados de una intensa investigación científica demostraron que se puede crear vida en las condiciones más terribles de calor y medio ambiente, pero que esta vida primitiva necesita un “pegamento” que mantenga todos los compuestos químicos en su lugar, sin separarse. Y ese elemento pudo haber sido la arena.

“Creo que los primeros organismos vivientes fueron hechos de arcilla en un 50%” declaró el doctor James Lawless, uno de los investigadores del centro Ames de la NASA que elaboró la teoría de la arena.

Pero, yendo un poco más allá de esto, es necesario reflexionar en el hecho de que la Ciencia y la Religión no tienen que estar en pelea constante, sino que pueden llegar a complementarse una a la otra, y los resultados son sorprendentes.

Durante la investigación, el profesor Lynn Margulis de la Universidad de Boston en Massachusetts,  declaró: “Lo importante en Biología es que lo nuevo se agrega a lo ya existente, y así sucesivamente. No hace falta partir de cero en cada fase del desarrollo y repetir de principio a fin toda la secuencia. El proceso es acumulativo y por eso da origen a la complejidad”.

Así, una vez iniciada, la vida comenzó a cambiar, haciendo cada vez más complejas a las comunidades de bacterias que terminaron por constituir los reinos animal y vegetal que hoy conocemos. Pero el fenómeno más extraordinario fue el avance primordial de lo no vivo a lo vivo, que al parecer ocurrió en las arenas de las playas oceánicas.

“Y dijo Dios: Pulule en las aguas un hervidero de seres vivientes”, reza la Biblia. “Entonces Yavé Dios formó al hombre del polvo de la tierra”.

Como la Biblia lo proclamaba y como propusieron muchas sociedades primitivas –no sólo la religión Católica o Cristiana, sino que hay registros de otras religiones, tribus, y grupos humanos– la vida empezó en el barro, a la orilla del mar, y las moléculas que engendraron la vida surgieron hace mucho tiempo de un puñado de arena.

Apenas empezamos a entender cómo ocurrió esto.

Así empezó la vida. Capítulo III: Pegamento de arena

arena
Arena de playa, por Wilson44691Own work, CC0, Link

El experimento de la Universidad de Chicago fue un éxito de la bioquímica al generar pedacitos de vida a partir de energía y substancias químicas. Pero, ¿cómo se unieron esos pedacitos para formar genes y proteínas?

Para que las reacciones ocurrieran, algo tuvo que concentrar primero las materias primas, y algo más debió catalizar –propiciar—las reacciones.

No pudo ser solamente el agua del mar, pues si nos ponemos a pensar ésta se encuentra en constante movimiento, y en su vaivén, evitaría que los elementos se “enchufaran” los unos con los otros.

Tenemos que recordar que estamos hablando en los primeros millones de años del planeta, cuando todavía las temperaturas eran extremadamente cambiantes y el ambiente era terriblemente inestable para sostener cualquier tipo de “organismo” que se quisiera “cuajar”. Por eso, los científicos han debatido por décadas qué es lo que pudo aglutinar todos los elementos de la vida y, al mismo tiempo, protegerla de ambiente hostil en que se iba a formar.

J.D. Bernal, otro científico británico, introdujo la idea de que el agua del mar arrastraba a los compuestos químicos a playas primitivas y que, aparte de evaporación, la arena filtraba el agua y dejaba sólo los compuestos que después se iban acercando para “enchufarse” libremente y comenzar a producir los elementos de la vida.

El principal componente de la arena de las playas y del mar es le cuarzo, el cual tiene un punto de fundición muy alto (no se puede disolver en agua hirviendo), tiene dureza, y es muy difícil de disolver. Todas estas características convierten a la arena en el elemento perfecto para embonar a los elementos básicos, y luego protegerlos en las playas, las cuales se iban secando y propiciando el ambiente para los primeros habitantes del planeta.

En el próximo y último capítulo haremos un resumen de los resultados finales y conclusiones de estos experimentos e investigaciones.

Así empezó la vida. Capítulo II: El Caldo Primordial

El experimento de Oparin y Haldane

Hace aproximadamente unos 4,000 millones de años el joven planeta Tierra era un lugar infernal. Por todas partes los volcanes vomitaban lava, gases y vapor de agua. Los tenebrosos cielos, sólo de trecho en trecho atravesados por intensos haces de luz solar, a menudo recibían el fulgor de los relámpagos y de las erupciones volcánicas. No había mar, ni tierra, ni vida.

La Tierra, que en ese entonces contaba únicamente con algunos 500 millones de años, aún estaba caliente: su corteza era delgada y quebradiza. Aquel Delgado revestimiento se hinchaba y estremecía por efecto de la turbulencia del material fundido que remolinaba justo bajo la superficie.

Pero todo cambió a la vuelta de unos cuantos cientos de millones de años. Conforme las capas más superiores del planeta perdían calor y ganaban espesor, los volcanes se fueron apagando.

El vapor de agua que estaba en el aire se condensó y cayó en forma de lluvia, la que a su vez se acumuló en los numerosos cráteres de la superficie.

¿Cuánto hace que esto ocurrió?

Según algunos descubrimientos que varios paleo-biólogos en Australia, África y Groelandia han hecho en los últimos 40 años, tenemos que unos organismos celulares parecidos a las bacterias construían rocas semejantes a los arrecifes en las aguas poco profundas en algunas lagunas. Como sólo una criatura relativamente desarrollada puede hacer eso, deducimos que antes de ella –quizás 300 a 500 millones de años—debieron existir otros seres más sencillos.

Así, nos remontamos casi hasta el principio de la Tierra, como si la vida fuera algo inherente a la material y a la evolución de los planetas.

Entonces, ¿cómo evolucionó la vida?

Cocinando la vida

En la década de los 1920s, dos científicos –Alexander Oparin y J.B.S. Haldane—postularon cada quien por su lado, las primeras secuencias detalladas de reacciones químicas mediante las cuales la vida habría emergido de sustancias carentes de vida, al combinarse entre sí en la Tierra primitiva.

Haldane examinó las vigorosas reacciones químicas generadas en aquel entonces por los rayos cósmicos, relámpagos y volcanes. Sus resultados demostraron la formación de moléculas orgánicas (que tenían carbono).

Arrastradas con el tiempo por los ríos y los arroyos, dichas moléculas habrían ido a parar al mar, el cual resultó ser un caldo tibio y rico en material orgánica.

Oparin agregó a la teoría que las primeras células fueron unas burbujas flotantes y viscosas llamadas “gotitas de gel”, o coacervatos. A medida que se intercambiaban las gotitas con otras substancias en el mar, dichas gotitas acabarían formando moléculas capaces de hacer replicas de sí mismas.

Poco tiempo después, en la década de los 1950s, investigadores de la Universidad de Chicago pusieron a prueba estas hipótesis y comenzaron a trabajar en un aparato que simulaba las condiciones de la atmósfera terrestre primitiva, y luego les aplicaron descargas eléctricas equivalentes a los rayos de entonces. Al cabo de una semana de “cocción”, las paredes internas de este ingenioso dispositivo se revistieron de aminoácidos, moléculas sencillas de nitrógeno e hidrógeno, componentes fundamentales de las proteínas, así como otros constituyentes esenciales de la vida.

Lecturas del Domingo: 7 de Mayo de 2017 – Domingo del Buen Pastor

El buen pastor, por Alfred Handel, d. 1946[2], photo:Toby Hudson (Own work) [CC BY-SA 3.0 (http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0) or GFDL (http://www.gnu.org/copyleft/fdl.html)], via Wikimedia Commons
Hoy se celebra el cuarto domingo de Pascua, el cual es conocido como el domingo del Buen Pastor, pues las lecturas del día, por lo general se refieren a Jesús como nuestro pastor, y nos hablan de cómo podemos alcanzar la salvación a través de Cristo.

Primero, Pedro –en el Libro de los Hechos de los Apóstoles– nos dice que el primer paso para alcanzar a Dios es:

“Arrepiéntanse y bautícense en el nombre de Jesucristo para el perdón de sus pecados y recibirán al Espíritu Santo”.

¡Ah, el arrepentimiento! Tan fácil que se oye, pero ¡qué difícil es consegurilo!

El Señor es mi Pastor, nada me falta

Hoy tenemos mucha fortuna que el Salmo Responsorial es uno de los más bellos que hay: el Salmo 22: “El Señor es mi pasto, nada me falta”.

Y es que, son pocos los años en que en este dia, la asignación de las lecturas pone al Salmo 22 en este Domingo del Buen Pastor.

Jesús es el verdadero Buen Pastor

Dijo Jesús a los fariseos:

“Yo les aseguro que el que no entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que se salta por otro lado, es un ladrón, un bandido; pero el que entra por la puerta, ése es el pastor de las ovejas. A ese le abre el que cuida la puerta, y las ovejas reconocen su voz; el las llama a cada una por su nombre y las conduce afuera. Y, cuando ha sacado a todas las ovejas, camina delante de ellas, y ellas lo siguen porque conocen su voz. Pero a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños”.

Después de ver que no entendían, agregó: “Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes que yo, son ladrones y bandidos; pero mis ovejas no los han escuchado.

Yo soy la puerta, quien entre por mí se salvará, podrá entrar y salir y encontrará pastos. El ladrón sólo viene a robar, a matar, a destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”.

Y nada nos faltará.

Lecturas del Domingo: Marzo 19, 2017 – La Mujer Samaritana

La Mujer Samaritana
La Mujer Samaritana, por GuercinoWeb Gallery of Art:   Image  Info about artwork, Public Domain, Link

Los Samaritanos, por cientos de años han tenido muchos problemas con los Judíos. Ambos grupos han mantenido una terrible enemistad y hasta odio, rayando en asesinatos, y hasta profanamiento de los templos.

Es medio día, y en el desierto –que es donde se desarrolla esta parte del Evangelio– la temperatura es extremadamente alta. Nadie se atreve a salir a esa hora. De hecho, Jesús se ha detenido en un pozo de agua a descansar, y los discípulos han ido al pueblo por comida, dejándolo solo.

Llega una mujer del area a sacar agua. Jesús entabla una conversación con ella y le pide de beber. Ella, sorprendida, le recuerda que Él, siendo Judío, no debería estarse dirigiendo a una mujer, y mucho menos a una samaritana.

Pero, he aquí algunos detalles: Jesús le dice: “Ve a llamar a tu marido y vuelve”, ella le responde “No tengo marido”. Jesús agrega: “Tienes razón en decir ‘No tengo marido’; has tenido cinco, y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad.”

¿Qué tiene que ver esto? ¿Qué caso tiene avergonzar a la mujer con esa información? Primero, demostrarle a la mujer que Jesús conoce todo, porque no se trata de una persona cualquiera. Segundo, mandarnos un mensaje a todos, en todas las generaciones posteriores, de perdón y de humildad.

La mujer, que ha tenido cinco maridos y vive ahora con otro, sale por agua al medio día, la peor hora del día. ¿Por qué? Es la hora que no hay nadie en la calle, es la hora que nadie dirá nada a sus espaldas –o peor aún en su cara– ¿Qué podemos esperar que la gente le dirá en la calle? La mujer samaritana no sólo tiene sed de agua; está sedienta de aceptación, de consuelo, de perdón.

¿No es esta la clase de personas a las que Jesús viene a salvar?

Y de nueva cuenta, es por una mujer que el Evangelio sigue creciendo: Muchos samaritanos de aquel poblado creyeron en Jesús por el testimonio de la mujer. ‘Me dijo todo lo que he hecho’. Cuando los samaritanos llegaron a donde Él estaba, le rogaron que se quedara con ellos, y se quedó ahí dos días. Muchos más creyeron en Él al oír su palabra. Y decían a la mujer: ‘Ya no creemos por lo que tú nos has contado, pues nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que Él, de veras, el salvador del mundo”.

 

Entendiendo la Muerte, parte II

La muerte contra unos tipos
¿Debemos temer a la muerte?, ¿Debemos rechazarla y evitarla?

“Ignoro por qué capricho extraño puede el hombre robarse a sí su propio el tesoro de la vida, cuando la vida, por sí misma, a cada instante corre a entregarse a la muerte.” El Rey Lear. Shakespeare.

Continuación. Entonces, ¿debemos abrazar a la muerte? No. Lo que debes abrazar es a la vida que Dios te dio al momento que puso un Alma en tu cuerpo. El tiempo que tenemos aquí es muy corto, y con él debemos demostrar que estamos listos para el siguiente paso.

De nada te sirve que te vayas a esconder debajo de una piedra, o de  un refugio nuclear, o que quieras esconder tu sentimientos, o que no hagas nada porque de todas formas, todo se va a perder.

Tu tienes que vivir tu vida, disfrutarla, convivir con los tuyos, fortalecer el Espíritu con los que te rodean para que, cuando llegue el momento, podamos todos ir hacia Dios bien fuertes, con la seguridad de haber hecho Su voluntad y listos para recibir nuestra recompensa.

¡Ánimo!

Entendiendo la Muerte, Parte I

Bueno, pues ahora sí me voy a meter en camisa de once varas, como decía mi abuelito: Vamos a hablar de la muerte.

La Catrina
Posada2.Catrina” by José Guadalupe Posada – ArtDaily.org. Licensed under Public Domain via Commons.

Para entender mejor a la huesuda tenemos que comprender muchos aspectos que van desde el tiempo que pasamos en la Tierra, hasta la inmortalidad de nuestra alma y espíritu. Previamente hemos discutido lo del tiempo (haz click aquí para repasar) y también las cosas del Alma y El Espiritu (click aquí).

Ahora bien, si el Espíritu es un enlace que tenemos con Dios entonce todos tenemos ese enlace y nos juntamos en un lugar común. Es por eso que tu tienes amor por tus padres, por tu hijos, tus amigos, tu pareja. Todos estamos entrelazados por el mismo punto común: Dios.

Cuando alguien cercano muere ese enlace no se rompe, sino que vuelve a Dios. Pero tu mantienes ese enlace también, por lo tanto la unión persiste. Esa es la razón por la que sigues amando a los seres que ya no están, al contrario ¡los sigues sientiendo!

Nuestro cuerpo biológico no logra ir más allá de la lógica del espíritu. Por eso la muerte nos duele, y hasta decimos con mucha razón: ¡me duele hasta el alma!

Una vez que tu cuerpo muere, es el Alma, la chispa de la vida, la que prosigue su camino. Jesús vino a decirnos que Él es el camino a Dios, y Dios es el paraíso en sí. No lo imagines como siempre nos lo han contado: un oasis en el desierto. No, tenemos que pensar e imaginar diferente qué queremos decir ir a Dios.

Todos tenemos Alma, eso está claro porque estamos vivos. El Alma es energía pura, pero consciente. Muchos científicos han mencionado que, en nuestro proceso de evolución, llegaremos a experimentar la transformación de cuerpo en energía, por lo tanto ya no será necesario tener brazos, ni piernas, ni panza, etc. Habremos alcanzado el nivel máximo de expresión.

Obviamente, para eso falta muchísimo tiempo, pero mientras debemos entender que nuestra Alma es nuestra posesión más preciada, y el Espíritu es el enlace guía hacia nuestro Señor.

Si no tienes Espíritu, entonces eres sólo un cuerpo con una alma que, cuando mueras, no sabrá a dónde ir, pues le faltará esa guía, ese link, ese camino. Y ¿sabes qué? Esa Alma se quedará en el vacio, vagando eternamente, sin saber a dónde ir. Ese es en verdad el Infierno.

En la siguiente parte analizaremos más acerca del proceso de la muerte y cómo es posible que la aceptemos de mejor manera. Haz click aquí.

El proceso de Entender

Entender está cañon ¿Cómo podemos llegar a comprender plenamente lo que pasa a nuestro alrededor?, ¿Cómo es posible aceptar condiciones, eventos, experiencias, accidentes, muertes?

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Y luego vienen y nos dicen: todo es voluntad de Dios. Y empezamos a renegar, comenzamos a rebelarnos, a enojarnos, y finalmente a rechazar. Si Dios es infinito en bondad y sólo quiere lo mejor para mí, ¿por qué carajos me ha pasado esto?, ¿por qué se murio mi padre?, ¿por qué me está yendo tan mal en los negocios-escuela-familia-relación?, etc. ¡Que no me vengan ahora a decir que todo lo que me pasa es para mi bien! Entender la voluntad de Dios es difícil… cuando nos está yendo mal. Pero cuando nos está yendo bien, ¡ni nos acordamos!

Dios se manifiesta todos los dias: en la naturaleza, en el dolor, en la enfermedad, en la risa, en la vida, y en la muerte.

Su manifestación es constante por una simple razón: Él está en todo momento a nuestro alrededor, pero nuestro entender humano nos ha cegado de apreciar y encontrar su presencia. Es cierto que lograrlo ver es difícil, pero existe una regla bien sencilla que, con un poco de práctica, te ayudará a entender. Esta regla es: relájate, tranquilízate, olvídate de los malo, y ora.

Repetir de memoria las oraciones que desde pequeños nos enseñaron ayuda: hay estudios científicos que nos explican que la repetición constante de una serie de frases o sonidos, en un ambiente sereno, tiene efectos de tranquilidad. Si te fijas, el Rosario es repetir contantemente el Ave Maria, al grado de que cuando se termina uno queda en otro estado.

Después de eso debe comenzar la oración, es decir la plática con Dios. ¿Plática? Sí, exactamente, una charla como si la tuvieras con otra persona. Platícale tus problemas, tus miedos, tus penas. Si te sientes mal por algo que has hecho reconócelo y confiésaselo. Pero la clave aquí es que debes hacerlo de todo corazón.

El siguiente paso es analizar lo que te está pasando. Mira bien a tu alrededor. Muchas de las veces, lo que te produce miedo es un engaño. ¿Te has metido en un problema serio? Bueno, pues eso no es que Dios te metió a tí. ¿Mataste a alguien?, ¿No puedes salir de una adicción? Esas son situaciones particulares tuyas.

Mi madre murió. Mi Padre murió. Mi mejor amigo falleció. Es cierto, nos duele, pero por favor, comprende que el paso por esta vida ¡es una vacilada! Nuestro expectativa de vida es 80-100 años. Comparados con la edad del universo ¡eso es nada! No quiero decir que nuestra vida no vale, claro que vale, pero más que nuestro cuerpo lo que en realidad tiene valor es tu alma, tu espíritu. Eso es lo que vale y lo que nunca va a morir.

Tu alma es la clave. Cuando morimos, volverá a Dios y es allí donde se fusionará. Y no por 90 ó 100 años, sino por toda la eternidad.

Mientras tanto, estamos aquí en la Tierra, en nuestros cuerpos biológicos imperfectos, esperando que la ciencia perfeccione los métodos para vivir más.

Nunca lo olvides, ora, platica con Dios: Él en verdad escucha.