Así empezó la vida. Capítulo II: El Caldo Primordial

El experimento de Oparin y Haldane

Hace aproximadamente unos 4,000 millones de años el joven planeta Tierra era un lugar infernal. Por todas partes los volcanes vomitaban lava, gases y vapor de agua. Los tenebrosos cielos, sólo de trecho en trecho atravesados por intensos haces de luz solar, a menudo recibían el fulgor de los relámpagos y de las erupciones volcánicas. No había mar, ni tierra, ni vida.

La Tierra, que en ese entonces contaba únicamente con algunos 500 millones de años, aún estaba caliente: su corteza era delgada y quebradiza. Aquel Delgado revestimiento se hinchaba y estremecía por efecto de la turbulencia del material fundido que remolinaba justo bajo la superficie.

Pero todo cambió a la vuelta de unos cuantos cientos de millones de años. Conforme las capas más superiores del planeta perdían calor y ganaban espesor, los volcanes se fueron apagando.

El vapor de agua que estaba en el aire se condensó y cayó en forma de lluvia, la que a su vez se acumuló en los numerosos cráteres de la superficie.

¿Cuánto hace que esto ocurrió?

Según algunos descubrimientos que varios paleo-biólogos en Australia, África y Groelandia han hecho en los últimos 40 años, tenemos que unos organismos celulares parecidos a las bacterias construían rocas semejantes a los arrecifes en las aguas poco profundas en algunas lagunas. Como sólo una criatura relativamente desarrollada puede hacer eso, deducimos que antes de ella –quizás 300 a 500 millones de años—debieron existir otros seres más sencillos.

Así, nos remontamos casi hasta el principio de la Tierra, como si la vida fuera algo inherente a la material y a la evolución de los planetas.

Entonces, ¿cómo evolucionó la vida?

Cocinando la vida

En la década de los 1920s, dos científicos –Alexander Oparin y J.B.S. Haldane—postularon cada quien por su lado, las primeras secuencias detalladas de reacciones químicas mediante las cuales la vida habría emergido de sustancias carentes de vida, al combinarse entre sí en la Tierra primitiva.

Haldane examinó las vigorosas reacciones químicas generadas en aquel entonces por los rayos cósmicos, relámpagos y volcanes. Sus resultados demostraron la formación de moléculas orgánicas (que tenían carbono).

Arrastradas con el tiempo por los ríos y los arroyos, dichas moléculas habrían ido a parar al mar, el cual resultó ser un caldo tibio y rico en material orgánica.

Oparin agregó a la teoría que las primeras células fueron unas burbujas flotantes y viscosas llamadas “gotitas de gel”, o coacervatos. A medida que se intercambiaban las gotitas con otras substancias en el mar, dichas gotitas acabarían formando moléculas capaces de hacer replicas de sí mismas.

Poco tiempo después, en la década de los 1950s, investigadores de la Universidad de Chicago pusieron a prueba estas hipótesis y comenzaron a trabajar en un aparato que simulaba las condiciones de la atmósfera terrestre primitiva, y luego les aplicaron descargas eléctricas equivalentes a los rayos de entonces. Al cabo de una semana de “cocción”, las paredes internas de este ingenioso dispositivo se revistieron de aminoácidos, moléculas sencillas de nitrógeno e hidrógeno, componentes fundamentales de las proteínas, así como otros constituyentes esenciales de la vida.

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Oscar Editor

Oscar es el editor de NosRodea.com

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