
Carta a los Romanos 8, 12-17
Hermanos: Nosotros no estamos sujetos al desorden egoÃsta del hombre, para hacer de ese desorden nuestra regla de conducta. Pues si ustedes viven de ese modo, ciertamente serán destruidos. Por el contrario, si con la ayuda del EspÃritu destruyen sus malas acciones, entonces vivirán.
Los que se dejan guiar por el EspÃritu de Dios, ésos son hijos de Dios. No han recibido ustedes un espÃritu de esclavos, que los haga temer de nuevo, sino un espÃritu de hijos, en virtud del cual podemos llamar Padre a Dios.
El mismo EspÃritu Santo, a una con nuestro propio espÃritu, da testimonio de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos también herederos de Dios y coherederos con Cristo, puesto que sufrimos con El para ser glorificados junto con Él.