
Carta a los Romanos 8, 26-30
Hermanos: El EspÃritu nos ayuda en nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene; pero el EspÃritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que conoce profundamente los corazones, sabe lo que el EspÃritu quiere decir, porque el EspÃritu ruega conforme a la voluntad de Dios, por los que le pertenecen.
Ya sabemos que todo contribuye para bien de los que aman a Dios, de aquellos que han sido llamados por Él según su designio salvador.
En efecto, a quienes conoce de antemano, los predestina para que reproduzcan en sà mismos la imagen de su propio Hijo, a fin de que Él sea el primogénito entre muchos hermanos. A quienes predestina, los llama; a quienes llama, los justifica; y a quienes justifica, los glorifica.