
Hechos de los Apóstoles
Hch 18,9-19
Estando Pablo en Corinto, una noche le dijo el Señor en una visión: “No temas, sigue hablando y no te calles, que yo estoy contigo, y nadie se atreverá a hacerte daño; muchos de esta ciuÂdad son pueblo mÃo.” Pablo se quedó allà un año y medio, explicándoles la palabra de Dios.
Pero, siendo Galión procónsul de Acaya, los judÃos se abaÂlanzaron en masa contra Pablo, lo condujeron al tribunal y lo acusaron: “Éste induce a la gente a dar a Dios un culto contrario a la Ley.” Iba Pablo a tomar la palabra, cuando Galión dijo a los judÃos: “JudÃos, si se tratara de un crimen o de un delito grave, serÃa razón escucharos con paciencia; pero, si discutÃs de palaÂbras, de nombres y de vuestra ley, arreglaos vosotros. Yo no quiero meterme a juez de esos asuntos.” Y ordenó despejar el tribunal.
Entonces agarraron a Sóstenes, jefe de la sinagoga, y le dieron una paliza delante del tribunal. Galión no hizo caso. Pablo se quedó allà algún tiempo; luego se despidió de los hermanos y se embarcó para Siria con Priscila y Aquila. En Cencreas se afeitó la cabeza, porque habÃa hecho un voto.
Evangelio según San Juan
Jn 16, 20-23
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discÃpulos:
“Les aseguro que ustedes llorarán y se entristecerán, mientras el mundo se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero su tristeza se transformará en alegrÃa.
Cuando una mujer va a dar a luz, se angustia, porque le ha llegado la hora; pero una vez que ha dado a luz, ya no se acuerda de su angustia, por la alegrÃa de haber traÃdo un hombre al mundo. Asà también ahora ustedes están tristes, pero yo los volveré a ver, se alegrará su corazón y nadie podrá quitarles su alegrÃa. Aquel dÃa no me preguntarán nada’’.