Primera Carta del Apostol San Pablo a los Corintios
1 Cor 1, 1-9
Yo, Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, y Sóstenes, mi colaborador, saludamos a la comunidad cristiana que está en Corinto. A todos ustedes, a quienes Dios santificó en Cristo Jesús y que son su pueblo santo, asà como a todos aquellos que en cualquier lugar invocan el nombre de Cristo Jesús, Señor nuestro y Señor de ellos, les deseo la gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y de Cristo Jesús, el Señor.
Continuamente agradezco a mi Dios los dones divinos que les ha concedido a ustedes por medio de Cristo Jesús, ya que por Él los ha enriquecido con abundancia en todo lo que se refiere a la palabra y al conocimiento; porque el testimonio que damos de Cristo ha sido confirmado en ustedes a tal grado, que no carecen de ningún don ustedes, los que esperan la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Él los hará permanecer irreprochables hasta el fin, hasta el dÃa de su advenimiento. Dios es quien los ha llamado a la unión con su Hijo Jesucristo, y Dios es fiel.
Evangelio según San Marcos
Mc 6, 17-29
En aquel tiempo, Herodes habÃa mandado apresar a Juan el Bautista y lo habÃa metido y encadenado en la cárcel. Herodes se habÃa casado con HerodÃas, esposa de su hermano Filipo, y Juan le decÃa: “No te está permitido tener por mujer a la esposa de tu hermano“. Por eso Herodes lo mandó encarcelar.
HerodÃas sentÃa por ello gran rencor contra Juan y querÃa quitarle la vida, pero no sabÃa cómo, porque Herodes miraba con respeto a Juan, pues sabÃa que era un hombre recto y santo, y lo tenÃa custodiado. Cuando lo oÃa hablar, quedaba desconcertado, pero le gustaba escucharlo.
La ocasión llegó cuando Herodes dio un banquete a su corte, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea, con motivo de su cumpleaños. La hija de HerodÃas bailó durante la fiesta y su baile les gustó mucho a Herodes y a sus invitados. El rey le dijo entonces a la joven: “PÃdeme lo que quieras y yo te lo daré“. Y le juró varias veces: “Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino“.
Ella fue a preguntarle a su madre: “¿Qué le pido?” Su madre le contestó: “La cabeza de Juan el Bautista“. Volvió ella inmediatamente junto al rey y le dijo: “Quiero que me des ahora mismo, en una charola, la cabeza de Juan el Bautista“.
El rey se puso muy triste, pero debido a su juramento y a los convidados, no quiso desairar a la joven, y enseguida mandó a un verdugo que trajera la cabeza de Juan. El verdugo fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una charola, se la entregó a la joven y ella se la entregó a su madre.
Al enterarse de esto, los discÃpulos de Juan fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.