En domingos pasados hemos aprendido de los profetas del tiempo antiguo, anterior a Jesús. Hoy hablaremos de IsaÃas, quien vivió unos 800 años antes de Cristo y que es conocido por su gran don de describir las cosas que iban a suceder.
En ese tiempo, Israel se encontraba bajo el dominio del pueblo de Babilonia, y sus habitantes se encontraban desanimados, con miedo y faltos de esperanza. IsaÃas se encargó de predicar al pueblo de la “buena nueva”: pronto vendrá un rey que los liberará del yugo babilónico, y se encargará de darles una gran tierra en libertad. Sólo que deberán ser pacientes, y no perder la fé en Dios.
Casi 120 años después, el Rey Ciro El Grande liberó a Israel de Babilonia y les dió la tierra donde vivir y hasta les reconstruyó el templo principal, confirmando asà las profecÃas de ElÃas.
Ciro es una figura histórica, real, y su decreto de liberación de los judÃos es una verdadera pieza que se encuentra en El Museo Británico desde 1879, y que se le conoce como el Cilindro de Ciro.
Pero lo más sorprendente, es que ElÃas habló de muchos aspectos de la vida cristina mucho después de la partida de Jesús de este mundo. San Jerónimo, sacerdote del quinto siglo de nuestra era, lo describió “más que un profeta, IsaÃas fue más bien un evangelizador”.
La tradición dice que ElÃas murió martirizado, cortado en dos por una sierra.