¿Qué tienen en común la primera lectura de hoy y el Evangelio? Los dos hablan de la humilde semilla, y de cómo con amor, paciencia, riego y una buena tierra, puede llegar a ser poderosa, frondosa y dar muchos frutos.
Asà también es la Palabra de Dios.
Primero, escuchamos ahora un pequeño extracto del Libro de IsaÃas:
“Esto dice el Señor: ‘Como bajan del cielo la lluvia y la nieve y no vuelven para allá, sino depués de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, a fÃn de que dé semilla para sembrar y pan para comer, asà será la palabra que sale de mi boca: no volverá a mà sin resultado, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi misión'”.
AsÃ, entendemos que la semillita puede ser un tan pequeñita como un granito; pero, que si llega a los corazones correctos, dará los frutos perfectos.
Y luego, en el Evangelio de San Mateo de hoy, Jesús, nos da una gran lección acerca de la Palabra de Dios:
“Un dÃa salió Jesús de la casa donde se hospedaba y se sentó a la orilla del mar. Se reunió en torno suyo tanta gente, que él se vio obligado a subir a una barca, donde se sentó, mientras la gente permanecÃa en la orilla. Entonces Jesús les habló de muchas cosas en parábolas y les dijo:
“Una vez salió un sembrador a sembrar, y al ir arrojando la semilla, unos granos cayeron a lo largo del camino; vinieron los pájaros y se los comieron. Otros granos cayeron en terreno pedregoso, que tenÃa poca tierra; ahà germinaron pronto, porque la tierra no era gruesa; pero cuando subió el sol, lo brotes se marchitaron, y como no tenÃan raÃces, se secaron. Otros cayeron entre espinos, y cuando los espinos crecieron, sofocaron las plantitas. Otros granos cayeron en tierra buena y dieron fruto: unos, ciento por uno; otros, sesenta; y otros, treinta. El que tenga oÃdos, que oiga.
“Después se le acercaron sus discÃpulos y le preguntaron: ‘¿Por qué les hablas en parábolas?’ Él les respondió: ‘A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del reino de los cielos, pero a ellos no. Al que tiene, se le dará más y nadará en la abundancia; pero al que tiene poco, aun ese poco se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven y oyendo no oyen ni entienden’.
“En ellos se cumple aquella profecÃa de IsaÃas que dice: Oirán una y otra vez y no entenderán; mirarán y volverán a mirar, pero no verán; porque este pueblo ha endurecido su corazón, ha cerrado sus ojos y tapado sus oÃdos, con el fÃn de no ver con los ojos ni oÃr con los oÃdos, ni comprender con el corazón. Porque no quieren convertirse ni que yo los salve.
“Pero dichosos, ustedes, porque sus ojos ven y sus oÃdos oyen. Yo les aseguro que muchos profetas y muchos justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron y oÃr lo que ustedes oyen y no lo oyeron. Escuchen, pues, ustedes lo que significa la parábola del sembrador:
“A todo hombre que oye la palabra del Reino y no la entiende, le llega el diablo y le arrebata lo sembrado en el corazón. Esto es lo que significan los granos que cayeron a lo largo del camino.
“Lo sembrado sobre terreno pedregoso significa al que oye la palabra y la acepta inmediatamente con alegrÃa; pero, como es inconstante, no la deja echar raÃces, y apenas le viene una tribulación o una persecución por causa de la palabra, sucumbe.
“Lo sembrado entre los espinos representa a aquel que oye la palabra, pero las preocupaciones de la vida y la seducción de las riquezas la sofocan y queda sin fruto.
“En cambio, lo sembrado en tierra buena representa a quienes oyen la palabra, la entienden y dan fruto: unos, el ciento por uno; otros, el sesenta; y otros, el treinta”.
¿Cuál semillita eres tú?