Primer Libro de Reyes
1 Reyes 17, 1-6
Por aquel tiempo, el profeta ElÃas, del pueblo de Tisbé, en Galaad, le dijo al rey Ajab: “Juro por Dios, el Señor de Israel, a quien yo sirvo, que en estos años no habrá rocÃo ni lluvia, si yo no lo mando“.
Luego, el Señor le dijo a ElÃas: “Vete de aquÃ; dirÃgete hacia el oriente y escóndete en el torrente de Kerit, que queda al este del Jordán. Bebe del torrente y yo les encargaré a los cuervos que te lleven de comer“.
ElÃas hizo lo que le mandó el Señor, y se fue a vivir en el torrente de Kerit, que queda al este del Jordán. Los cuervos le llevaban pan y carne por la mañana y por la tarde, y bebÃa del torrente.
Evangelio según San Mateo
Mt 5, 1-12
En aquel tiempo, cuando Jesús vio a la muchedumbre, subió al monte y se sentó. Entonces se le acercaron sus discÃpulos. Enseguida comenzó a enseñarles, hablándoles asÃ:
“Dichosos los pobres de espÃritu,
porque de ellos es el Reino de los cielos.
Dichosos los que lloran,
porque serán consolados.
Dichosos los sufridos,
porque heredarán la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia,
porque serán saciados.
Dichosos los misericordiosos,
porque obtendrán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón,
porque verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz,
porque se les llamará hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el Reino de los cielos.
Dichosos serán ustedes cuando los injurien, los persigan y digan cosas falsas de ustedes por causa mÃa. Alégrense y salten de contento, porque su premio será grande en los cielos, puesto que de la misma manera persiguieron a los profetas que vivieron antes que ustedes”.