Carta del Apostol Santiago 1, 1-11
Santiago, siervo de Dios y de Jesucristo, el Señor, saluda a las doce tribus, dispersas por el mundo.
Hermanos mÃos: Cuando se vean asediados por toda clase de pruebas y tentaciones, ténganse por dichosos, sabiendo que las pruebas a que se ve sometida su fe les darán fortaleza, y esta fortaleza los llevará a la perfección en las buenas obras y a una vida Ãntegra e irreprochable.
Si a alguno de ustedes le falta sabidurÃa, que se la pida a Dios y Él se la dará; porque Dios da a todos con generosidad y sin regatear. Pero tiene que pedÃrsela con fe y sin dudar; pues el que duda se parece a las olas del mar, que van y vienen, agitadas por el viento. Quien es inconstante e indeciso en su vida, no recibirá nada del Señor.
Que el hermano de condición humilde esté orgulloso de su alta dignidad, y el rico, de su humilde condición, pues se acabará como las flores del campo. Porque sale el sol y con su calor quema las hierbas; se caen las flores y se acaba su belleza. Asà se marchitará el rico, en medio de todas sus empresas.