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Jerusalén es el Centro de Todos los Pueblos

Zacarίas

Zacarίas 8, 20-23
Esto dice el Señor de los ejércitos: “Vendrán pueblos y habitantes de muchas ciudades. Y los habitantes de una ciudad irán a ver a los de la otra y les dirán: ‘Vayamos a orar ante el Señor y a implorar la ayuda del Señor de los ejércitos’. ‘Yo también voy’. Y vendrán numerosos pueblos y naciones poderosas a orar ante el Señor Dios en Jerusalén y a implorar su protección“.

Esto dice el Señor de los ejércitos: “En aquellos días, diez hombres de cada lengua extranjera tomarán por el borde del manto a un judío y le dirán: ‘Queremos ir contigo, pues hemos oído decir que Dios está con ustedes’ “.

Salmo 86

Dios está con nosotros.
Jerusalén gloriosa,
el Señor ha puesto en ti su templo.
Tú eres más querida para Dios
Que todos los santuarios de Israel.
Dios está con nosotros.
De ti, Jerusalén, ciudad del Señor,
se dirán maravillas.
Egipto y Babilonia adorarán al Señor;
los filisteos, con Tiro y Etiopía,
serán como tus hijos.
Dios está con nosotros.
Y de ti, Jerusalén, afirmarán:
Todos los pueblos han nacido en ti
y el Altísimo es tu fortaleza“.
Dios está con nosotros.
El Señor registrará en el libro de la vida
a cada pueblo, convertido en ciudadano tuyo;
y todos los pueblos te cantarán, bailando:
Tú eres la fuente de nuestra salvación“.
Dios está con nosotros.

Evangelio según San Lucas

Lucas 9, 51-56
Cuando ya se acercaba el tiempo en que tenía que salir de este mundo, Jesús tomó la firme determinación de emprender el viaje a Jerusalén. Envió mensajeros por delante y ellos fueron a una aldea de Samaria para conseguirle alojamiento; pero los samaritanos no quisieron recibirlo, porque supieron que iba a Jerusalén. Ante esta negativa, sus discípulos Santiago y Juan le dijeron: “Señor, ¿quieres que hagamos bajar fuego del cielo para que acabe con ellos?

Pero Jesús se volvió hacia ellos y los reprendió. Después se fueron a otra aldea.


Crédito de la imagen: Detalle de Jesús entrando a Jerusalén (Domingo de Ramos), por James Tissot. Brooklyn Museum / FreeBibleimages.org

Celebración de Santiago Apostol

Segunda Carta del Apostol San Pablo a los Corintios

2 Corintios 4, 7-15
Hermanos: Llevamos un tesoro en vasijas de barro, para que se vea que esta fuerza tan extraordinaria proviene de Dios y no de nosotros mismos. Por eso sufrimos toda clase de pruebas, pero no nos angustiamos. Nos abruman las preocupaciones, pero no nos desesperamos. Nos vemos perseguidos, pero no desamparados; derribados, pero no vencidos.

Llevamos siempre y por todas partes la muerte de Jesús en nuestro cuerpo, para que en este mismo cuerpo se manifieste también la vida de Jesús. Nuestra vida es un continuo estar expuestos a la muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. De modo que la muerte actúa en nosotros, y en ustedes, la vida.

Y como poseemos el mismo espíritu de fe que se expresa en aquel texto de la Escritura: Creo, por eso hablo, también nosotros creemos y por eso hablamos, sabiendo que aquel que resucitó a Jesús nos resucitará también a nosotros con Jesús y nos colocará a su lado con ustedes. Y todo esto es para bien de ustedes, de manera que, al extenderse la gracia a más y más personas, se multiplique la acción de gracias para gloria de Dios.

Salmo 125

Entre gritos de júbilo cosecharán aquellos que siembran con dolor.
Cuando el Señor nos hizo volver del cautiverio,
creíamos soñar;
entonces no cesaba de reír nuestra boca,
ni se cansaba entonces la lengua de cantar.
Entre gritos de júbilo cosecharán aquellos que siembran con dolor.
Aún los mismos paganos con asombro decían:
¡Grandes cosas ha hecho por ellos el Señor!
Y estábamos alegres,
pues ha hecho grandes cosas por su pueblo el Señor.
Entre gritos de júbilo cosecharán aquellos que siembran con dolor.
Como cambian los ríos la suerte del desierto,
cambia también ahora nuestra suerte, Señor,
y entre gritos de júbilo
cosecharán aquellos que siembran con dolor.
Entre gritos de júbilo cosecharán aquellos que siembran con dolor.
Al ir, iban llorando, cargando la semilla;
al regresar, cantando vendrán con sus gavillas.
Entre gritos de júbilo cosecharán aquellos que siembran con dolor.

Evangelio según San Mateo

Mateo 20, 20-28
En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los hijos de Zebedeo, junto con ellos, y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: “¿Qué deseas?” Ella respondió: “Concédeme que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, en tu Reino“. Pero Jesús replicó: “No saben ustedes lo que piden. ¿Podrán beber el cáliz que yo he de beber?” Ellos contestaron: “Sí podemos“. Y Él les dijo: “Beberán mi cáliz; pero eso de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; es para quien mi Padre lo tiene reservado“.

Al oír aquello, los otros diez discípulos se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo:

“Ya saben que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. Que no sea así entre ustedes. El que quiera ser grande entre ustedes, que sea el que los sirva, y el que quiera ser primero, que sea su esclavo; así como el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar la vida por la redención de todos”.


Crédito de la imagen: Santiago Apostol, por Guido Reni – Public Domain, Link

Lecturas del Domingo 9 de Febrero de 2025 – Llevaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron

Isaías

Isaίas 6, 1-2a. 3-8
El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor, sentado sobre un trono muy alto y magnífico. La orla de su manto llenaba el templo. Había dos serafines junto a Él, con seis alas cada uno, que se gritaban el uno al otro:

“Santo, santo, santo es el Señor, Dios de los ejércitos;
su gloria llena toda la tierra”.

Temblaban las puertas al clamor de su voz y el templo se llenaba de humo. Entonces exclamé:

¡Ay de mí!, estoy perdido,
porque soy un hombre de labios impuros,
que habito en medio de un pueblo de labios impuros,
porque he visto con mis ojos al Rey y Señor de los ejércitos”.

Después voló hacia mí uno de los serafines. Llevaba en la mano una brasa, que había tomado del altar con unas tenazas. Con la brasa me tocó la boca, diciéndome:

“Mira: Esto ha tocado tus labios.
Tu iniquidad ha sido quitada
y tus pecados están perdonados”.

Escuché entonces la voz del Señor que decía: “¿A quién enviaré? ¿Quién irá de parte mía?” Yo le respondí: “Aquí estoy, Señor, envíame”.

Salmo 137

Cuando te invocamos, Señor, nos escuchaste.
De todo corazón te damos gracias,
Señor, porque escuchaste nuestros ruegos.
Te cantaremos delante de tus ángeles,
te adoraremos en tu templo.
Cuando te invocamos, Señor, nos escuchaste.
Señor, te damos gracias
por tu lealtad y tu amor:
siempre que te invocamos nos oíste
y nos llenaste de valor.
Cuando te invocamos, Señor, nos escuchaste.
Que todos los reyes de la tierra te reconozcan,
al escuchar tus prodigios.
Que alaben tus caminos,
porque tu gloria es inmensa.
Cuando te invocamos, Señor, nos escuchaste.
Tu mano, Señor, nos podrá a salvo,
y así concluirás en nosotros tu obra.
Señor, tu amor perdura eternamente;
obra tuya soy, no me abandones.
Cuando te invocamos, Señor, nos escuchaste.

Primera Carta del Apostol San Pablo a los Corintios

1 Corintios 15, 1-11
Hermanos: Les recuerdo el Evangelio que yo les prediqué y que ustedes aceptaron y en el cual están firmes. Este Evangelio los salvará, si lo cumplen tal y como yo lo prediqué. De otro modo, habrán creído en vano.

Les transmití, ante todo, lo que yo mismo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, como dicen las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según estaba escrito; que se le apareció a Pedro y luego a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos reunidos, la mayoría de los cuales vive aún y otros ya murieron. Más tarde se le apareció a Santiago y luego a todos los apóstoles.

Finalmente, se me apareció también a mí, que soy como un aborto. Porque yo perseguí a la Iglesia de Dios y por eso soy el último de los apóstoles e indigno de llamarme apóstol. Sin embargo, por la gracia de Dios, soy lo que soy, y su gracia no ha sido estéril en mí; al contrario, he trabajado más que todos ellos, aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios, que está conmigo. De cualquier manera, sea yo, sean ellos, esto es lo que nosotros predicamos y esto mismo lo que ustedes han creído.

Evangelio según San Lucas

Lucas 5, 1-11
En aquel tiempo, Jesús estaba a orillas del lago de Genesaret y la gente se agolpaba en torno suyo para oír la palabra de Dios. Jesús vio dos barcas que estaban junto a la orilla. Los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió Jesús a una de las barcas, la de Simón, le pidió que la alejara un poco de tierra, y sentado en la barca, enseñaba a la multitud.

Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: “Lleva la barca mar adentro y echen sus redes para pescar”. Simón replicó: “Maestro, hemos trabajado toda la noche y no hemos pescado nada; pero, confiado en tu palabra, echaré las redes”. Así lo hizo y cogieron tal cantidad de pescados, que las redes se rompían. Entonces hicieron señas a sus compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a ayudarlos. Vinieron ellos y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían.

Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús y le dijo: “¡Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador!” Porque tanto él como sus compañeros estaban llenos de asombro al ver la pesca que habían conseguido. Lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.

Entonces Jesús le dijo a Simón: “No temas; desde ahora serás pescador de hombres”. Luego llevaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.


Crédito de la imagen: “El llamado de Pedro y Santiago”, por Duccio di Buoninsegna – Public Domain, Link

Síganme y haré de ustedes pescadores de hombres

Carta del Apostol San Pablo a los Hebreos

Hebreos 1, 1-6
En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios en el pasado a nuestros padres, por boca de los profetas. Ahora, en estos tiempos, nos ha hablado por medio de su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas y por medio del cual hizo el universo.

El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios, la imagen fiel de su ser y el sostén de todas las cosas con su palabra poderosa. Él mismo, después de efectuar la purificación de los pecados, se sentó a la diestra de la majestad de Dios, en las alturas, tanto más encumbrado sobre los ángeles, cuanto más excelso es el nombre que, como herencia, le corresponde.

Porque, ¿a cuál de los ángeles le dijo Dios: Tú eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy? ¿O de qué ángel dijo Dios: Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo? Además, en otro pasaje, cuando introduce en el mundo a su primogénito, dice: Adórenlo todos los ángeles de Dios.

Salmo 96

Angeles de Señor, adórenlo.
Reina el Señor, alégrese la tierra;
cante de regocijo el mundo entero.
El trono del Señor se asienta
en la justicia y el derecho.
Angeles de Señor, adórenlo.
Los cielos pregonan su justicia,
Su inmensa gloria ven todos los pueblos.
Que caigan ante Dios todos los dioses.
Angeles de Señor, adórenlo.
Tú, Señor altísimo,
estás muy por encima de la tierra
y mucho más en alto que los dioses.
Angeles de Señor, adórenlo.

Evangelio según San Marcos

Marcos 1, 14-20
Después de que arrestaron a Juan el Bautista, Jesús se fue a Galilea para predicar el Evangelio de Dios y decía: “Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios ya está cerca. Arrepiéntanse y crean en el Evangelio”.

Caminaba Jesús por la orilla del lago de Galilea, cuando vio a Simón y a su hermano, Andrés, echando las redes en el lago, pues eran pescadores. Jesús les dijo: “Síganme y haré de ustedes pescadores de hombres”. Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.

Un poco más adelante, vio a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que estaban en una barca, remendando sus redes. Los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre con los trabajadores, se fueron con Jesús.


Crédito de la imagen: “El llamado de Pedro y Santiago”, por Duccio di Buoninsegna – Public Domain, Link

El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó; esa fue su voluntad: ¡Bendito sea el nombre del Señor!

Crédito de la Imagen: Job y sus amigos, por Ilya Repin – Public Domain, Link

Job

Job 1, 6-22
Un día fueron los ángeles a presentarse ante el Señor y entre ellos llegó también Satanás. El Señor le preguntó: “¿De dónde vienes?” El respondió: “De dar una vuelta por la tierra“.

El Señor le dijo: “¿Te fijaste en mi siervo Job? No hay nadie como él en la tierra; es un hombre íntegro y recto, que teme a Dios y se aparta del mal“.

Satanás le respondió: “¿Y crees tú que su temor a Dios es desinteresado? ¿Acaso no has construido tú mismo una cerca protectora alrededor de él, de su familia y de todos sus bienes? Has bendecido el trabajo de sus manos y sus rebaños se han multiplicado por todo el país. Pero hazle sentir un poco el peso de tu mano, daña sus posesiones y verás cómo te maldice en tu propia cara“.

El Señor le dijo: “Haz lo que quieras con sus cosas, pero a él no lo toques“. Y Satanás se retiró de la presencia del Señor.

Un día en que los hijos e hijas de Job estaban comiendo en casa del hermano mayor, llegó un mensajero a la casa de Job y le dijo: “Tus bueyes estaban arando y tus burras pastando en el mismo lugar, cuando cayeron sobre ellos unos bandidos, apuñalaron a los criados y se llevaron el ganado. Sólo yo pude escapar para contártelo“.

No había acabado de hablar, cuando llegó otro criado y le dijo: “Cayó un rayo y quemó y consumió tus ovejas y a tus pastores. Sólo yo pude escapar para contártelo“.

No había acabado de hablar, cuando llegó otro y le dijo: “Una banda de sabeos, divididos en tres grupos, se lanzaron sobre los camellos y se los llevaron y apuñalaron a los criados. Sólo yo pude escapar para contártelo“.

No había acabado de hablar, cuando llegó otro y le dijo: “Estaban tus hijos e hijas comiendo en casa de su hermano mayor, cuando un fuerte viento vino del desierto y embistió por los cuatro costados la casa, que se derrumbó y los mató. Sólo yo pude escapar para contártelo“.

Entonces Job se levantó y rasgó sus vestiduras. Luego se rapó la cabeza, se postró por tierra en oración y dijo:

Desnudo salí del vientre de mi madre
y desnudo volveré allá.
El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó;
esa fue su voluntad:
¡Bendito sea el nombre del Señor!

A pesar de todo lo que le sucedió, Job no pecó ni profirió ninguna insolencia contra Dios.

Salmo 16

Señor, escucha nuestra súplica.
Señor, hazme justicia
y a mi clamor atiende;
presta oído a mi súplica,
pues mis labios no mienten.
Señor, escucha nuestra súplica.
Júzgame tú, Señor,
pues tus ojos miren al que es honrado.
Examina mi corazón, revísalo de noche,
Pruébame a fuego y no hallarás malicia en mí.
Señor, escucha nuestra súplica.
A ti mi voz elevo, pues sé que me respondes.
Atiéndeme, Dios mío, y escucha mis palabras;
muéstrame los prodigios de tu misericordia,
pues a quien acude a ti, de sus contrarios salvas.
Señor, escucha nuestra súplica.

Evangelio según San Lucas

Lc 9, 46-50
Un día, surgió entre los discípulos una discusión sobre quién era el más grande de ellos. Dándose cuenta Jesús de lo que estaban discutiendo, tomó a un niño, lo puso junto a sí y les dijo: “El que reciba a este niño en mi nombre, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe también al que me ha enviado. En realidad el más pequeño entre todos ustedes, ése es el más grande“.

Entonces, Juan le dijo: “Maestro, vimos a uno que estaba expulsando a los demonios en tu nombre; pero se lo prohibimos, porque no anda con nosotros“. Pero Jesús respondió: “No se lo prohiban, pues el que no está contra ustedes, está en favor de ustedes“.

 

Lecturas del Domingo – Tu palabra, Señor, es la verdad; santifícanos en la verdad

Crédito de la Imagen: “Jesús hablando con el jóven rico” por Heinrich Hofmann – Public Domain, Link

Números

Num 11, 25-29
En aquellos días, el Señor descendió de la nube y habló con Moisés. Tomó del espíritu que reposaba sobre Moisés y se lo dio a los setenta ancianos. Cuando el espíritu se posó sobre ellos, se pusieron a profetizar.

Se habían quedado en el campamento dos hombres: uno llamado Eldad y otro, Medad. También sobre ellos se posó el espíritu, pues aunque no habían ido a la reunión, eran de los elegidos y ambos comenzaron a profetizar en el campamento.

Un muchacho corrió a contarle a Moisés que Eldad y Medad estaban profetizando en el campamento. Entonces Josué, hijo de Nun, que desde muy joven era ayudante de Moisés, le dijo: “Señor mío, prohíbeselo“. Pero Moisés le respondió: “¿Crees que voy a ponerme celoso? Ojalá que todo el pueblo de Dios fuera profeta y descendiera sobre todos ellos el espíritu del Señor“.

Salmo 18

Los mandamientos del Señor alegran el corazón.
La ley del Señor es perfecta del todo
y reconforta el alma;
inmutables son las palabras del Señor
y hacen sabio al sencillo.
Los mandamientos del Señor alegran el corazón.
La voluntad de Dios es santa
y para siempre estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.
Los mandamientos del Señor alegran el corazón.
Aunque tu servidor se esmera
en cumplir tus preceptos con cuidado,
¿quién no falta, Señor, sin advertirlo?
Perdona mis errores ignorados.
Los mandamientos del Señor alegran el corazón.
Presérvame, Señor, de la soberbia,
no dejes que el orgullo me domine;
así, del gran pecado
tu servidor podrá encontrarse libre.
Los mandamientos del Señor alegran el corazón.

Carta del Apostol Santiago

Sant 5, 1-6
Lloren y laméntense, ustedes, los ricos, por las desgracias que les esperan. Sus riquezas se han corrompido; la polilla se ha comido sus vestidos; enmohecidos están su oro y su plata, y ese moho será una prueba contra ustedes y consumirá sus carnes, como el fuego. Con esto ustedes han atesorado un castigo para los últimos días.

El salario que ustedes han defraudado a los trabajadores que segaron sus campos está clamando contra ustedes; sus gritos han llegado hasta el oído del Señor de los ejércitos. Han vivido ustedes en este mundo entregados al lujo y al placer, engordando como reses para el día de la matanza. Han condenado a los inocentes y los han matado, porque no podían defenderse.

Evangelio según San Marcos

Mc 9, 38-43. 45. 47-48
En aquel tiempo, Juan le dijo a Jesús: “Hemos visto a uno que expulsaba a los demonios en tu nombre, y como no es de los nuestros, se lo prohibimos“. Pero Jesús le respondió:

“No se lo prohíban, porque no hay ninguno que haga milagros en mi nombre, que luego sea capaz de hablar mal de mí. Todo aquel que no está contra nosotros, está a nuestro favor.

Todo aquel que les dé a beber un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo, les aseguro que no se quedará sin recompensa.

Al que sea ocasión de pecado para esta gente sencilla que cree en mí, más le valdría que le pusieran al cuello una de esas enormes piedras de molino y lo arrojaran al mar.

Si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela; pues más te vale entrar manco en la vida eterna, que ir con tus dos manos al lugar de castigo, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo; pues más te vale entrar cojo en la vida eterna, que con tus dos pies ser arrojado al lugar de castigo. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo; pues más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos al lugar de castigo, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga”.

Lecturas del Domingo – El primero que sea el último de todos

 

Sabiduría

Sab 2, 12. 17-20
Los malvados dijeron entre sí:
“Tendamos una trampa al justo,
porque nos molesta y se opone a lo que hacemos;
nos echa en cara nuestras violaciones a la ley,
nos reprende las faltas
contra los principios en que fuimos educados.
Veamos si es cierto lo que dice,
vamos a ver qué le pasa en su muerte.
Si el justo es hijo de Dios,
Él lo ayudará y lo librará de las manos de sus enemigos.
Sometámoslo a la humillación y a la tortura,
para conocer su temple y su valor.
Condenémoslo a una muerte ignominiosa,
porque dice que hay quien mire por él”.

Salmo 53

El Señor es quien me ayuda.
Sálvame, Dios mío, por tu nombre,
con tu poder defiéndeme.
Escucha, Señor, mi oración,
y a mis palabras atiende.
El Señor es quien me ayuda.
Gente arrogante y violenta
contra mí se ha levantado,
Andan queriendo matarme.
¡Dios los tiene sin cuidado!
El Señor es quien me ayuda.
Pero el Señor Dios es mi ayuda,
Él, quien me mantiene vivo.
Por eso te ofreceré
con agrado un sacrificio,
y te agradeceré, Señor,
tu inmensa bondad conmigo.
El Señor es quien me ayuda.

Carta del Apostol Santiago

Sant 3, 16–4, 3
Hermanos míos: Donde hay envidias y rivalidades, ahí hay desorden y toda clase de obras malas. Pero los que tienen la sabiduría que viene de Dios son puros, ante todo. Además, son amantes de la paz, comprensivos, dóciles, están llenos de misericordia y buenos frutos, son imparciales y sinceros. Los pacíficos siembran la paz y cosechan frutos de justicia.
¿De dónde vienen las luchas y los conflictos entre ustedes? ¿No es, acaso, de las malas pasiones, que siempre están en guerra dentro de ustedes? Ustedes codician lo que no pueden tener y acaban asesinando. Ambicionan algo que no pueden alcanzar, y entonces combaten y hacen la guerra. Y si no lo alcanzan, es porque no se lo piden a Dios. O si se lo piden y no lo reciben, es porque piden mal, para derrocharlo en placeres.

Evangelio según San Marcos

Mc 9, 30-37
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos atravesaban Galilea, pero Él no quería que nadie lo supiera, porque iba enseñando a sus discípulos. Les decía: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; le darán muerte, y tres días después de muerto, resucitará“. Pero ellos no entendían aquellas palabras y tenían miedo de pedir explicaciones.

Llegaron a Cafarnaúm, y una vez en casa, les preguntó: “¿De qué discutían por el camino?” Pero ellos se quedaron callados, porque en el camino habían discutido sobre quién de ellos era el más importante. Entonces Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: “Si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos“.

Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: “El que reciba en mi nombre a uno de estos niños, a mí me recibe. Y el que me reciba a mí, no me recibe a mí, sino a aquel que me ha enviado“.

Lecturas del Domingo – El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga

Crédito de la imagen: Jesús enseñando a los doce Apóstoles, por James Tissot. Public Domain, link.

Isaías

Is 50, 5-9
En aquel entonces, dijo Isaías:

“El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras
y yo no he opuesto resistencia,
ni me he echado para atrás.
Ofrecí la espalda a los que me golpeaban,
la mejilla a los que me tiraban de la barba.
No aparté mi rostro de los insultos y salivazos.
Pero el Señor me ayuda,
por eso no quedaré confundido,
por eso endurecí mi rostro como roca
y sé que no quedaré avergonzado.
Cercano está de mí el que me hace justicia,
¿quién luchará contra mí?
¿Quién es mi adversario? ¿Quién me acusa?
Que se me enfrente.
El Señor es mi ayuda,
¿quién se atreverá a condenarme?”

Salmo 114

Caminaré en la presencia del Señor.
Amo al Señor porque escucha
el clamor de mi plegaria,
porque me prestó atención
cuando mi voz lo llamaba.
Caminaré en la presencia del Señor.
Redes de angustia y de muerte
me alcanzaron y me ahogaban.
Entonces rogué al Señor
que la vida me salvara.
Caminaré en la presencia del Señor.
El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo.
A mí, débil, me salvó
y protege a los sencillos.
Caminaré en la presencia del Señor.
Mi alma libró de la muerte;
del llanto los ojos míos,
y ha evitado que mis pies
tropiecen por el camino.
Caminaré ante el Señor
por la tierra de los vivos.
Caminaré en la presencia del Señor.

Carta del Apostol Santiago

Sant 2, 14-18
Hermanos míos: ¿De qué le sirve a uno decir que tiene fe, si no lo demuestra con obras? ¿Acaso podrá salvarlo esa fe?
Supongamos que algún hermano o hermana carece de ropa y del alimento necesario para el día, y que uno de ustedes le dice: “Que te vaya bien; abrígate y come“, pero no le da lo necesario para el cuerpo, ¿de qué le sirve que le digan eso? Así pasa con la fe; si no se traduce en obras, está completamente muerta.
Quizá alguien podría decir: “Tú tienes fe y yo tengo obras. A ver cómo, sin obras, me demuestras tu fe; yo, en cambio, con mis obras te demostraré mi fe“.

Evangelio según San Marcos

Mc 8, 27-35
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a los poblados de Cesarea de Filipo. Por el camino les hizo esta pregunta: “¿Quién dice la gente que soy yo?” Ellos le contestaron: “Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros, que alguno de los profetas“.
Entonces Él les preguntó: “Y ustedes ¿quién dicen que soy yo?” Pedro le respondió: “Tú eres el Mesías“. Y Él les ordenó que no se lo dijeran a nadie.
Luego se puso a explicarles que era necesario que el Hijo del hombre padeciera mucho, que fuera rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que fuera entregado a la muerte y resucitara al tercer día.
Todo esto lo dijo con entera claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y trataba de disuadirlo. Jesús se volvió, y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro con estas palabras: “¡Apártate de mí, Satanás! Porque tú no juzgas según Dios, sino según los hombres“.
Después llamó a la multitud y a sus discípulos, y les dijo: “El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará“.

Lecturas del Domingo – Hace oír a los sordos y hablar a los mudos

Isaias

Is 35, 4-7a
Esto dice el Señor:

“Digan a los de corazón apocado:
‘¡Animo! No teman.
He aquí que su Dios,
vengador y justiciero,
viene ya para salvarlos’.
Se iluminarán entonces los ojos de los ciegos
y los oídos de los sordos se abrirán.
Saltará como un venado el cojo
y la lengua del mudo cantará.
Brotarán aguas en el desierto
y correrán torrentes en la estepa.
El páramo se convertirá en estanque
y la tierra seca, en manantial”.

Salmo 145

Alaba, alma mía, al Señor.
El Señor siempre es fiel a su palabra,
y es quien hace justicia al oprimido;
Él proporciona pan a los hambrientos
y libera al cautivo.
Alaba, alma mía, al Señor.
Abre el Señor los ojos de los ciegos
y alivia al agobiado.
Ama el Señor al hombre justo
y toma al forastero a su cuidado.
Alaba, alma mía, al Señor.
A la viuda y la huérfano sustenta
y trastorna los planes del inicuo.
Reina el Señor eternamente,
reina tu Dios, oh Sión, reina por siglos.
Alaba, alma mía, al Señor.

Carta del Apostol Santiago

Sant 2, 1-5
Hermanos: Puesto que ustedes tienen fe en nuestro Señor Jesucristo glorificado, no tengan favoritismos. Supongamos que entran al mismo tiempo en su reunión un hombre con un anillo de oro, lujosamente vestido, y un pobre andrajoso, y que fijan ustedes la mirada en el que lleva el traje elegante y le dicen: “Tú, siéntate aquí, cómodamente“. En cambio, le dicen al pobre: “Tú, párate allá o siéntate aquí en el suelo, a mis pies“. ¿No es esto tener favoritismos y juzgar con criterios torcidos?
Queridos hermanos, ¿acaso no ha elegido Dios a los pobres de este mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del Reino que prometió a los que lo aman?

Evangelio según San Marcos

Mc 7, 31-37
En aquel tiempo, salió Jesús de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea, atravesando la región de Decápolis. Le llevaron entonces a un hombre sordo y tartamudo, y le suplicaban que le impusiera las manos. Él lo apartó a un lado de la gente, le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva. Después, mirando al cielo, suspiró y le dijo: “¡Effetá!” (que quiere decir “¡Abrete!“). Al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y empezó a hablar sin dificultad.

Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero cuanto más se lo mandaba, ellos con más insistencia lo proclamaban; y todos estaban asombrados y decían: “¡Qué bien lo hace todo! Hace oír a los sordos y hablar a los mudos“.

 

Lecturas del Domingo – Nada que entre de fuera puede manchar al hombre

Deuteronomio

Dt 4, 1-2. 6-8
En aquellos días, habló Moisés al pueblo, diciendo:

“Ahora, Israel, escucha los mandatos y preceptos que te enseño, para que los pongas en práctica y puedas así vivir y entrar a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de tus padres, te va a dar.
No añadirán nada ni quitarán nada a lo que les mando: Cumplan los mandamientos del Señor que yo les enseño, como me ordena el Señor, mi Dios. Guárdenlos y cúmplanlos porque ellos son la sabiduría y la prudencia de ustedes a los ojos de los pueblos. Cuando tengan noticias de todos estos preceptos, los pueblos se dirán: ‘En verdad esta gran nación es un pueblo sabio y prudente’.
Porque, ¿cuál otra nación hay tan grande que tenga dioses tan cercanos como lo está nuestro Dios, siempre que lo invocamos? ¿Cuál es la gran nación cuyos mandatos y preceptos sean tan justos como toda esta ley que ahora les doy?”.

Salmo 14

¿Quién será grato a tus ojos, Señor?

El hombre que procede honradamente
y obra con justicia;
el que es sincero en sus palabras
y con su lengua a nadie desprestigia.

¿Quién será grato a tus ojos, Señor?

Quien no hace mal al prójimo
ni difama al vecino;
quien no ve con aprecio a los malvados
pero honra a quienes temen al Altísimo.

¿Quién será grato a tus ojos, Señor?

Quien presta sin usura
y quien no acepta soborno en perjuicio de inocentes,
ése será agradable
a los ojos de Dios eternamente.

¿Quién será grato a tus ojos, Señor?

Carta del Apostol Santiago

Sant1, 17-18. 21b-22. 27
Hermanos: Todo beneficio y todo don perfecto viene de lo alto, del creador de la luz, en quien no hay ni cambios ni sombras. Por su propia voluntad nos engendró por medio del Evangelio para que fuéramos, en cierto modo, primicias de sus creaturas.
Acepten dócilmente la palabra que ha sido sembrada en ustedes y es capaz de salvarlos. Pongan en práctica esa palabra y no se limiten a escucharla, engañándose a ustedes mismos. La religión pura e intachable a los ojos de Dios Padre, consiste en visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y en guardarse de este mundo corrompido.

Por su propia voluntad, el Padre nos engendró por medio del Evangelio, para que fuéramos, en cierto modo, primicias de sus creaturas.

Evangelio según San Marcos

Mc 7, 1-8. 14-15. 21-23
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén. Viendo que algunos de los discípulos de Jesús comían con las manos impuras, es decir, sin habérselas lavado, los fariseos y los escribas le preguntaron: “¿Por qué tus discípulos comen con manos impuras y no siguen la tradición de nuestros mayores?” (Los fariseos y los judíos, en general, no comen sin lavarse antes las manos hasta el codo, siguiendo la tradición de sus mayores; al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones, y observan muchas otras cosas por tradición, como purificar los vasos, las jarras y las ollas).
Jesús les contestó:

“¡Qué bien profetizó Isaías sobre ustedes, hipócritas, cuando escribió: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Es inútil el culto que me rinden, porque enseñan doctrinas que no son sino preceptos humanos! Ustedes dejan a un lado el mandamiento de Dios, para aferrarse a las tradiciones de los hombres”.

Después, Jesús llamó a la gente y les dijo:

“Escúchenme todos y entiéndanme. Nada que entre de fuera puede manchar al hombre; lo que sí lo mancha es lo que sale de dentro; porque del corazón del hombre salen las intenciones malas, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, las codicias, las injusticias, los fraudes, el desenfreno, las envidias, la difamación, el orgullo y la frivolidad. Todas estas maldades salen de dentro y manchan al hombre”.