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Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los cielos exige esfuerzo

Isaίas

Isaίas 41, 13-20

“Yo, el Señor, te tengo asido por la diestra
y yo mismo soy el que te ayuda.
No temas, gusanito de Jacob,
descendiente de Israel,
que soy yo, dice el Señor,
el que te ayuda;
tu redentor es el Dios de Israel.

Mira: te he convertido en rastrillo nuevo de dientes dobles;
triturarás y pulverizarás los montes,
convertirás en paja menuda las colinas.
Las aventarás y se irán con el viento
y el torbellino las dispersará.
Tú, en cambio, te regocijarás en el Señor,
te gloriarás en el Dios de Israel.

Los miserables y los pobres buscan agua, pero es en vano;
tienen la lengua reseca por la sed.
Pero yo, el Señor, les daré una respuesta;
yo, el Dios de Israel, no los abandonaré.
Haré que broten ríos en las cumbres áridas
y fuentes en medio de los valles;
transformaré el desierto en estanque
y el yermo, en manantiales.

Pondré en el desierto cedros,
acacias, mirtos y olivos;
plantaré juncos en la estepa,
cipreses, oyameles y olmos;
para que todos vean y conozcan,
adviertan y entiendan de una vez por todas,
que es la mano del Señor la que hace esto,
que es el Señor de Israel quien lo crea”

Salmo 144

Bueno es el Señor para con todos.
Dios y rey mío, yo te alabaré,
bendeciré tu nombre siempre y para siempre.
Bueno es el Señor para con todos
y su amor se extiende a todas sus creaturas.
Bueno es el Señor para con todos.
Que te alaben, Señor, todas tus obras
y que todos tus fieles te bendigan.
Que proclamen la gloria de tu reino
y den a conocer tus maravillas.
Bueno es el Señor para con todos.
Que muestren a los hombres tus proezas,
el esplendor y la gloria de tu reino.
Tu reino, Señor, es para siempre
y tu imperio, por todas las generaciones.
Bueno es el Señor para con todos.

Evangelio según San Mateo

Mateo 11, 11-15
En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente:

“Yo les aseguro que no ha surgido entre los hijos de una mujer ninguno más grande que Juan el Bautista. Sin embargo, el más pequeño en el Reino de los cielos, es todavía más grande que él.

Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los cielos exige esfuerzo, y los esforzados lo conquistarán. Porque todos los profetas y la ley profetizaron, hasta Juan; y si quieren creerlo, él es Elías, el que habría de venir. El que tenga oídos que oiga”.


Crédito de la imagen: Juan el Bautista por Anton Raphael Mengs – Public Domain, Link

Día de Acción de Gracias – Bendeciré al Señor, eternamente

Sirácida

Sirácida 50, 24-26
Bendigan al Señor, Dios de Israel,
porque ha hecho maravillas en toda la tierra.
Él nos dio la vida desde el seno materno
y nos ha tratado con misericordia.

Que el Señor nos conceda un corazón alegre,
que Él haga reinar la paz en Israel ahora y para siempre.
Que el Señor nos haga confiar en su misericordia,
pues Él nos salvará en nuestros días.

Salmo 144

Bendeciré al Señor, eternamente.
Yo te bendeciré día tras día
y alabaré tu nombre hasta que muera.
Muy digno de alabanza es el Señor,
pues es incalculable su grandeza.
Bendeciré al Señor, eternamente.
Que una generación pondere a la otra,
tus obras y proezas;
que hable de tu esplendor y de tu gloria
y anuncie tu grandeza.
Bendeciré al Señor, eternamente.
Que publique tus hechos prodigiosos
y alabe lo imponente de tus obras,
que haga memoria de tu gran bondad
y aclame tu victoria.
Bendeciré al Señor, eternamente.
El Señor es clemente y bondadoso,
Lento al enojo y lleno de ternura;
bueno es el Señor para con todos,
cariñoso con todas sus creaturas.
Bendeciré al Señor, eternamente.
Que te alaben, Señor, todas tus obras,
y que todos tus fieles te bendigan;
que proclamen la gloria de tu reino
y den a conocer tus maravillas.
Bendeciré al Señor, eternamente.

Primera Carta del Apostol San Pablo a los Corintios

1 Corintios 1, 3-9
Hermanos: Gracia y paz a ustedes de parte de Dios, nuestro Padre, y de Cristo Jesús, el Señor.

Continuamente agradezco a mi Dios los dones divinos que les ha concedido a ustedes por medio de Cristo Jesús, ya que por Él los ha enriquecido con abundancia en todo lo que se refiere a la palabra y al conocimiento; porque el testimonio que damos de Cristo ha sido confirmado en ustedes a tal grado, que no carecen de ningún don, ustedes, los que esperan la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Él los hará permanecer irreprochables hasta el fin, hasta el día de su advenimiento. Dios es quien los ha llamado a la unión con su Hijo Jesucristo, y Dios es fiel.

Evangelio según San Lucas

Lucas 17, 11-19
En aquel tiempo, cuando Jesús iba de camino a Jerusalén, pasó entre Samaria y Galilea. Estaba cerca de un pueblo, cuando le salieron al encuentro diez leprosos, los cuales se detuvieron a lo lejos y a gritos le decían: “Jesús, maestro, ten compasión de nosotros”.

Al verlos, Jesús les dijo: “Vayan a presentarse a los sacerdotes”. Mientras iban de camino, quedaron limpios de la lepra.

Uno de ellos, al ver que estaba curado, regresó, alabando a Dios en voz alta, se postró a los pies de Jesús y le dio las gracias. Ése era un samaritano. Entonces dijo Jesús: “¿No eran diez los que quedaron limpios? ¿Dónde están los otros nueve? ¿No ha habido nadie, fuera de este extranjero, que volviera para dar gloria a Dios?” Después le dijo al samaritano: “Levántate y vete. Tu fe te ha salvado”.


Crédito de la imagen: “La cura de los 10 leprosos” por James Tissot – Public Domain, link

Lo que es muy estimable para los hombres es detestable para Dios

Carta del Apostol San Pablo a los Romanos

Romanos 16, 3-9. 16. 22-27
Hermanos: Saluden a Prisca y a Aquila, colaboradores míos en el servicio de Cristo Jesús, que por salvar mi vida arriesgaron la suya. A ellos no sólo yo, sino también todas las comunidades cristianas del mundo pagano les debemos gratitud. Saluden también a la comunidad que se reúne en casa de ellos.

Saluden a mi querido Epéneto, el primero que en la provincia de Asia se hizo cristiano. Saluden a María, que ha trabajado tanto por ustedes. Saluden a Andrónico y a Junías, mis paisanos y compañeros de prisión, que se han distinguido en predicar el Evangelio y en el apostolado, y que se hicieron cristianos antes que yo. Saluden a Ampliato, a quien tanto quiero en el Señor. Saluden a Urbano, colaborador nuestro en el servicio de Cristo, y a mi querido Estaquio.

Salúdense los unos a los otros con el saludo de paz. Todas las comunidades cristianas los saludan.

Yo, Tercio, el escribano de esta carta, también les mando un saludo en el Señor. Los saluda Gayo, que me hospeda a mí y a esta comunidad. Los saludan Erasto, administrador de la ciudad, y Cuarto, nuestro hermano.

Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con todos ustedes. Amén.

A aquel que puede darles fuerzas para cumplir el Evangelio que yo he proclamado, predicando a Cristo, conforme a la revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos, y que ahora, en cumplimiento del designio eterno de Dios, ha quedado manifestado por las Sagradas Escrituras, para atraer a todas las naciones a la obediencia de la fe, al Dios único, infinitamente sabio, démosle gloria, por Jesucristo, para siempre. Amén.

Salmo 144

Dichosos los que aman al Señor.
Un día tras otro bendeciré tu nombre
y no cesará mi boca de alabarte.
Muy digno de alabanza es el Señor,
por ser su grandeza incalculable.
Dichosos los que aman al Señor.
Cada generación, a la que sigue
anunciará tus obras y proezas.
Se hablará de tus hechos portentosos,
del glorioso esplendor de tu grandeza.
Dichosos los que aman al Señor.
Que te alaben, Señor, todas tus obras
y que todos tus fieles te bendigan.
Que proclamen la gloria de tu reino
y den a conocer tus maravillas.
Dichosos los que aman al Señor.

Evangelio según San Lucas

Lucas 16, 9-15
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:

“Con el dinero, tan lleno de injusticias, gánense amigos que, cuando ustedes mueran, los reciban en el cielo. El que es fiel en las cosas pequeñas, también es fiel en las grandes; y el que es infiel en las cosas pequeñas, también es infiel en las grandes. Si ustedes no son fieles administradores del dinero, tan lleno de injusticias, ¿quién les confiará los bienes verdaderos? Y si no han sido fieles en lo que no es de ustedes, ¿quién les confiará lo que sí es de ustedes?

No hay criado que pueda servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o se apegará al primero y despreciará al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero’’.

Al oír todas estas cosas, los fariseos, que son amantes del dinero, se burlaban de Jesús. Pero Él les dijo: “Ustedes pretenden pasar por justos delante de los hombres; pero Dios conoce sus corazones, y lo que es muy estimable para los hombres es detestable para Dios”.


Crédito de la imagen: “Parábola del rico insensato” por Rembrandt – Public Domain, Link

Señor, que todos tus fieles te bendigan

Segunda Carta del Apostol San Pablo a Timoteo

2 Timoteo 4, 10-17
Querido hermano: Haz lo posible por venir a verme cuanto antes, pues Dimas, prefiriendo las cosas de este mundo, me ha abandonado y ha partido a Tesalónica. Crescencio se fue a Galacia, y Tito, a Dalmacia. El único que me acompaña es Lucas. Trae a Marcos contigo, porque me será muy útil en mis tareas. A Tíquico lo envié a Éfeso.

Cuando vengas, tráeme el abrigo que dejé en Tróade, en la casa de Carpo. Tráeme también los libros y especialmente los pergaminos.

Alejandro, el herrero, me ha hecho mucho daño. El Señor le dará su merecido. Cuídate de él, pues se ha opuesto tenazmente a nuestra predicación.

La primera vez que me defendí ante el tribunal, nadie me ayudó. Todos me abandonaron. Que no se les tome en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, por mi medio, se proclamara claramente el mensaje de salvación y lo oyeran todos los paganos.

Salmo 144

Señor, que todos tus fieles te bendigan.
Que te alaben, Señor, todas tus obras
y que todos tus fieles te bendigan.
Que proclamen la gloria de tu reino
y den a conocer tus maravillas.
Señor, que todos tus fieles te bendigan.
Que muestren a los hombres tus proezas,
el esplendor y la gloria de tu reino.
Tu reino, Señor, es para siempre
y tu imperio, por todas las generaciones.
Señor, que todos tus fieles te bendigan.
Siempre es justo el Señor en sus designios
y están llenos de amor todas sus obras.
No está lejos de aquellos que lo buscan;
muy cerca está el Señor, de quien lo invoca.
Señor, que todos tus fieles te bendigan.

Evangelio según San Lucas

Lucas 10, 1-9
En aquel tiempo, Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir, y les dijo:

“La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos. Pónganse en camino; yo los envío como corderos en medio de lobos. No lleven ni dinero ni morral ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa digan: ‘Que la paz reine en esta casa’. Y si allí hay gente amante de la paz, el deseo de paz de ustedes se cumplirá; si no, no se cumplirá. Quédense en esa casa. Coman y beban de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa. En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les den. Curen a los enfermos que haya y díganles: ‘Ya se acerca a ustedes el Reino de Dios’ “.


Crédito de la imagen: Ícono de San Timoteo, por autor desconocido. Public Domain, link

Dichosos ustedes los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios

Carta del Apostol San Pablo a los Colosenses

Colosenses 3, 1-11
Hermanos: Puesto que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Pongan todo el corazón en los bienes del cielo, no en los de la tierra, porque han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, vida de ustedes, entonces también ustedes se manifestarán gloriosos juntamente con Él.

Den muerte, pues, a todo lo malo que hay en ustedes: la fornicación, la impureza, las pasiones desordenadas, los malos deseos y la avaricia, que es una forma de idolatría. Esto es lo que atrae el castigo de Dios sobre aquellos que no lo obedecen.

Todo esto lo hacían también ustedes en su vida anterior. Pero ahora dejen a un lado todas estas cosas: la ira, el rencor, la maldad, las blasfemias y las palabras obscenas. No sigan engañándose unos a otros; despójense del modo de actuar del viejo yo y revístanse del nuevo yo, el que se va renovando conforme va adquiriendo el conocimiento de Dios, que lo creó a su propia imagen.

En este orden nuevo ya no hay distinción entre judíos y no judíos, israelitas y paganos, bárbaros y extranjeros, esclavos y libres; sino que Cristo es todo en todos.

Salmo 144

El Señor es bueno con todos.
Un día tras otro bendeciré tu nombre
y no cesará mi boca de alabarlo.
Muy digno de alabanza es el Señor,
por su grandeza incalculable.
El Señor es bueno con todos.
Que te alaben, Señor, todas tus obras
y que todos tus fieles te bendigan.
Que proclamen la gloria de tu reino
y narren tus proezas a los hombres.
El Señor es bueno con todos.
Que muestren a los hombres tus proezas,
el esplendor y la gloria de tu reino.
Tu reino, Señor, es para siempre
y tu imperio, por todas las generaciones.
El Señor es bueno con todos.

Evangelio según San Lucas

Lucas 6, 20-26
En aquel tiempo, mirando Jesús a sus discípulos, les dijo:

“Dichosos ustedes los pobres,
porque de ustedes es el Reino de Dios.
Dichosos ustedes los que ahora tienen hambre,
porque serán saciados.
Dichosos ustedes los que lloran ahora,
porque al fin reirán.

Dichosos serán ustedes cuando los hombres los aborrezcan y los expulsen de entre ellos, y cuando los insulten y maldigan por causa del Hijo del hombre. Alégrense ese día y salten de gozo, porque su recompensa será grande en el cielo. Pues así trataron sus padres a los profetas.

Pero, ¡ay de ustedes, los ricos,
porque ya tienen ahora su consuelo!
¡Ay de ustedes, los que se hartan ahora,
porque después tendrán hambre!
¡Ay de ustedes, los que ríen ahora,
porque llorarán de pena!
¡Ay de ustedes, cuando todo el mundo los alabe,
porque de ese modo trataron sus padres a los falsos profetas!”


Crédito de la imagen: “El Sermón de la Montaña”, por Carl Bloch – Public Domain, Link

Llamó a sus discípulos, eligió a doce de entre ellos y les dio el nombre de apóstoles

Colosenses

Colosenses 2, 6-15
Hermanos: Puesto que ustedes han aceptado a Cristo Jesús, el Señor, vivan como verdaderos cristianos: permanezcan arraigados y cimentados en Él, con fe firme, como se lo enseñaron a ustedes, y en continua acción de gracias.

Que nadie los vaya a engañar con teorías y razonamientos falsos, que se fundan en tradiciones meramente humanas y en valores de este mundo, pero no en Cristo. Porque en el cuerpo de Cristo habita toda la plenitud de la divinidad; e incorporados a Él, que es la cabeza de todos los ángeles, también ustedes participan de su plenitud. Por su unión con Cristo, ustedes han sido circuncidados, no con una circuncisión hecha por mano de hombres, que consiste en el despojo de la carne, sino con la circuncisión que procede de Él. Por el bautismo fueron sepultados con Cristo y también resucitaron con Él, mediante la fe en el poder de Dios, que lo resucitó de entre los muertos.

Ustedes estaban muertos por sus pecados y no pertenecían al pueblo de la alianza. Pero Él les dio una vida nueva con Cristo, perdonándoles todos los pecados. El anuló el documento que nos era contrario, cuyas cláusulas nos condenaban, y lo eliminó clavándolo en la cruz de Cristo. Con esto, Dios les quitó su poder a los principados y potestades y los humilló a la vista de todos, llevándolos cautivos en el cortejo triunfal de Cristo.

Salmo 144

El Señor es bueno con todos.
Dios y rey mío, yo te alabaré;
bendeciré tu nombre siempre y para siempre.
Un día tras otro bendeciré tu nombre
y no cesará mi boca de alabarte
El Señor es bueno con todos.
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento para enojarse y generoso para perdonar.
Bueno es el Señor para con todos
y su amor se extiende a todas sus creaturas.
El Señor es bueno con todos.
Que te alaben, Señor, todas tus obras
y que todos tus fieles te bendigan.
Que proclamen la gloria de tu reino
y narren tus proezas a los hombres.
El Señor es bueno con todos.

Evangelio según San Lucas

Lucas 6, 12-19
Por aquellos días, Jesús se retiró al monte a orar y se pasó la noche en oración con Dios.

Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, eligió a doce de entre ellos y les dio el nombre de apóstoles. Eran Simón, a quien llamó Pedro, y su hermano Andrés; Santiago y Juan; Felipe y Bartolomé; Mateo y Tomás; Santiago, el hijo de Alfeo, y Simón, llamado el Fanático; Judas, el hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor.

Al bajar del monte con sus discípulos y sus apóstoles, se detuvo en un llano. Allí se encontraba mucha gente, que había venido tanto de Judea y Jerusalén, como de la costa, de Tiro y de Sidón. Habían venido a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; y los que eran atormentados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarlo, porque salía de Él una fuerza que sanaba a todos.


 

La Prédica de Pablo Honra a Dios

Hechos de los Apóstoles

Hechos 14, 19-28
En aquellos días, llegaron a Listra, procedentes de Antioquía y de Iconio, unos judíos, que se ganaron a la multitud y apedrearon a Pablo; lo dieron por muerto y lo arrastraron fuera de la ciudad. Cuando lo rodearon los discípulos, Pablo se levantó y regresó a la ciudad. Pero al día siguiente, salió con Bernabé hacia Derbe.

Después de predicar el Evangelio y de hacer muchos discípulos en aquella ciudad, volvieron a Listra, Iconio y Antioquía, y ahí animaban a los discípulos y los exhortaban a perseverar en la fe, diciéndoles que hay que pasar por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios. En cada comunidad designaban presbíteros, y con oraciones y ayunos los encomendaban al Señor, en quien habían creído.

Atravesaron luego Pisidia y llegaron a Panfilia; predicaron en Perge y llegaron a Atalía. De allí se embarcaron para Antioquía, de donde habían salido, con la gracia de Dios, para la misión que acababan de cumplir.

Al llegar, reunieron a la comunidad y les contaron lo que había hecho Dios por medio de ellos y cómo les había abierto a los paganos las puertas de la fe. Ahí se quedaron bastante tiempo con los discípulos.

Salmo 144

Bendigamos al Señor eternamente. Aleluya.
Que te alaben, Señor, todas tus obras
y que todos tus fieles te bendigan.
Que proclamen la gloria de tu reino
y den a conocer tus maravillas.
Bendigamos al Señor eternamente. Aleluya.
Que muestren a los hombres tus proezas,
El esplendor y la gloria de tu reino.
Tu reino, Señor, es para siempre
y tu imperio, para todas las generaciones.
Bendigamos al Señor eternamente. Aleluya.
Que mis labios alaben al Señor,
que todos los seres lo bendigan
ahora y para siempre.
Bendigamos al Señor eternamente. Aleluya.

Evangelio según San Juan

Juan 14, 27-31
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:

“La paz les dejo, mi paz les doy. No se la doy como la da el mundo. No pierdan la paz ni se acobarden. Me han oído decir: ‘Me voy, pero volveré a su lado’. Si me amaran, se alegrarían de que me vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Se lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, crean.

Ya no hablaré muchas cosas con ustedes, porque se acerca el príncipe de este mundo; no es que él tenga poder sobre mí, pero es necesario que el mundo sepa que amo al Padre y que cumplo exactamente lo que el Padre me ha mandado”.


Crédito de la imagen: Geografía relacionada con la vida de Pablo, por Alecmconroy – CC BY-SA 3.0, link.

Lecturas del Quinto Domingo de Pascua – Un Mandamiento Nuevo

Hechos de los Apóstoles

Hechos 14, 21b-27
En aquellos días, volvieron Pablo y Bernabé a Listra, Iconio y Antioquía, y ahí animaban a los discípulos y los exhortaban a perseverar en la fe, diciéndoles que hay que pasar por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios. En cada comunidad designaban presbíteros, y con oraciones y ayunos los encomendaban al Señor, en quien habían creído.

Atravesaron luego Pisidia y llegaron a Panfilia; predicaron en Perge y llegaron a Atalía. De ahí se embarcaron para Antioquía, de donde habían salido, con la gracia de Dios, para la misión que acababan de cumplir.

Al llegar, reunieron a la comunidad y les contaron lo que había hecho Dios por medio de ellos y cómo les había abierto a los paganos las puertas de la fe.

Salmo 144

Bendeciré al Señor eternamente. Aleluya.
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento para enojarse y generoso para perdonar.
Bueno es el Señor para con todos
y su amor se extiende a todas sus creaturas.
Bendeciré al Señor eternamente. Aleluya.
Que te alaben, Señor, todas tus obras
y que todos tus fieles te bendigan.
Que proclamen la gloria de tu reino
Y den a conocer tus maravillas.
Bendeciré al Señor eternamente. Aleluya.
Que muestren a los hombres tus proezas,
el esplendor y la gloria de tu reino.
Tu reino, Señor, es para siempre,
y tu imperio, por todas las generaciones.
Bendeciré al Señor eternamente. Aleluya.

Libro del Apocalipsis

Apocalipsis 21, 1-5a
Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido y el mar ya no existía.

También vi que descendía del cielo, desde donde está Dios, la ciudad santa, la nueva Jerusalén, engalanada como una novia, que va a desposarse con su prometido. Oí una gran voz, que venía del cielo, que decía:

“Ésta es la morada de Dios con los hombres;
vivirá con ellos como su Dios
y ellos serán su pueblo.
Dios les enjugará todas sus lágrimas
y ya no habrá muerte ni duelo,
ni penas ni llantos,
porque ya todo lo antiguo terminó”.

Entonces el que estaba sentado en el trono, dijo: “Ahora yo voy a hacer nuevas todas las cosas”.

Evangelio según San Juan

Juan 13, 31-33a. 34-35
Cuando Judas salió del cenáculo, Jesús dijo:

“Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en Él. Si Dios ha sido glorificado en Él, también Dios lo glorificará en sí mismo y pronto lo glorificará.

Hijitos, todavía estaré un poco con ustedes. Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado; y por este amor reconocerán todos que ustedes son mis discípulos’’.


Crédito de la imagen: Jesús instituyendo el mandamiento nuevo, por Duccio – Public Domain, link.

Quien escucha mi palabra y cree en el que me envió, tiene vida eterna

Isaías

Isaίas 49, 8-15
Esto dice el Señor:

“En el tiempo de la misericordia te escuché,
en el día de la salvación te auxilié.
Yo te formé y te he destinado para que seas alianza del pueblo:
para restaurar la tierra,
para volver a ocupar los hogares destruidos,
para decir a los prisioneros: ‘Salgan’,
y a los que están en tinieblas: ‘Vengan a la luz’.

Pastarán de regreso a lo largo de todos los caminos,
hallarán pasto hasta en las dunas del desierto.
No sufrirán hambre ni sed,
no los afligirá el sol ni el calor,
porque el que tiene piedad de ellos
los conducirá a los manantiales.
Convertiré en caminos todas las montañas
y pondrán terraplén a mis calzadas.

Miren: éstos vienen de lejos;
aquéllos, del norte y del poniente,
y aquellos otros, de la tierra de Senim.

Griten de alegría, cielos; regocíjate, tierra;
rompan a cantar, montañas,
porque el Señor consuela a su pueblo
y tiene misericordia de los desamparados.
Sión había dicho: ‘El Señor me ha abandonado,
el Señor me tiene en el olvido’.
¿Puede acaso una madre olvidarse de su creatura
hasta dejar de enternecerse por el hijo de sus entrañas?
Aunque hubiera una madre que se olvidara,
yo nunca me olvidaré de ti”,
dice el Señor todopoderoso.

Salmo 144

El Señor es compasivo y misericordioso.
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento para enojarse y generoso para perdonar.
Bueno es el Señor para con todos
y su amor se extiende a todas sus creaturas.
El Señor es compasivo y misericordioso.
El Señor es siempre fiel a sus palabras,
y bondadoso en todas sus acciones.
Da su apoyo el Señor al que tropieza
Y al agobiado alivia.
El Señor es compasivo y misericordioso.
Siempre es justo el Señor en sus designios
y están llenas de amor todas sus obras.
No está lejos de aquellos que lo buscan;
muy cerca está el Señor, de quien lo invoca.
El Señor es compasivo y misericordioso.

Evangelio según San Juan

Juan 5, 17-30
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos (que lo perseguían por hacer curaciones en sábado): “Mi Padre trabaja siempre y yo también trabajo“. Por eso los judíos buscaban con mayor empeño darle muerte, ya que no sólo violaba el sábado, sino que llamaba Padre suyo a Dios, igualándose así con Dios.

Entonces Jesús les habló en estos términos:

“Yo les aseguro: El Hijo no puede hacer nada por su cuenta y sólo hace lo que le ve hacer al Padre; lo que hace el Padre también lo hace el Hijo. El Padre ama al Hijo y le manifiesta todo lo que hace; le manifestará obras todavía mayores que éstas, para asombro de ustedes. Así como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, así también el Hijo da la vida a quien Él quiere dársela. El Padre no juzga a nadie, porque todo juicio se lo ha dado al Hijo, para que todos honren al Hijo, como honran al Padre. El que no honra al Hijo tampoco honra al Padre.

Yo les aseguro que, quien escucha mi palabra y cree en el que me envió, tiene vida eterna y no será condenado en el juicio, porque ya pasó de la muerte a la vida.

Les aseguro que viene la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la hayan oído vivirán. Pues así como el Padre tiene la vida en sí mismo, también le ha dado al Hijo tener la vida en sí mismo; y le ha dado el poder de juzgar, porque es el Hijo del hombre.

No se asombren de esto, porque viene la hora en que todos los que yacen en la tumba oirán mi voz y resucitarán: los que hicieron el bien para la vida; los que hicieron el mal, para la condenación. Yo nada puedo hacer por mí mismo. Según lo que oigo, juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió”.


Crédito de la imagen: Jesús dirigiéndose a los fariseos, Por James Tissot – Public Domain, Link

Día de Acción de Gracias – Thanksgiving 2024

Sirácide

Sir 50, 24-26
Bendigan al Señor, Dios de Israel,
porque ha hecho maravillas en toda la tierra.
Él nos dio la vida desde el seno materno
y nos ha tratado con misericordia.

Que el Señor nos conceda un corazón alegre,
que Él haga reinar la paz en Israel ahora y para siempre.
Que el Señor nos haga confiar en su misericordia,
pues Él nos salvará en nuestros días.

Salmo 144

Bendeciré al Señor eternamente.
Yo te bendeciré día tras día
y alabaré tu nombre hasta que muera.
Muy digno de alabanza es el Señor,
pues es incalculable su grandeza.
Bendeciré al Señor eternamente.
Que una generación pondere a la otra,
tus obras y proezas;
que hable de tu esplendor y de tu gloria
y anuncie tu grandeza.
Bendeciré al Señor eternamente.
Que publique tus hechos prodigiosos
y alabe lo imponente de tus obras,
que haga memoria de tu gran bondad
y aclame tu victoria.
Bendeciré al Señor eternamente.
El Señor es clemente y bondadoso,
Lento al enojo y lleno de ternura;
bueno es el Señor para con todos,
cariñoso con todas sus creaturas.
Bendeciré al Señor eternamente.
Que te alaben, Señor, todas tus obras,
y que todos tus fieles te bendigan;
que proclamen la gloria de tu reino
y den a conocer tus maravillas.
Bendeciré al Señor eternamente.

Primera Carta del Apostol San Pablo a los Corintios

1 Cor 1, 3-9
Hermanos: Gracia y paz a ustedes de parte de Dios, nuestro Padre, y de Cristo Jesús, el Señor.

Continuamente agradezco a mi Dios los dones divinos que les ha concedido a ustedes por medio de Cristo Jesús, ya que por Él los ha enriquecido con abundancia en todo lo que se refiere a la palabra y al conocimiento; porque el testimonio que damos de Cristo ha sido confirmado en ustedes a tal grado, que no carecen de ningún don, ustedes, los que esperan la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Él los hará permanecer irreprochables hasta el fin, hasta el día de su advenimiento. Dios es quien los ha llamado a la unión con su Hijo Jesucristo, y Dios es fiel.

Evangelio según San Lucas

Lc 17, 11-19
En aquel tiempo, cuando Jesús iba de camino a Jerusalén, pasó entre Samaria y Galilea. Estaba cerca de un pueblo, cuando le salieron al encuentro diez leprosos, los cuales se detuvieron a lo lejos y a gritos le decían: “Jesús, maestro, ten compasión de nosotros”.

Al verlos, Jesús les dijo: “Vayan a presentarse a los sacerdotes”. Mientras iban de camino, quedaron limpios de la lepra.

Uno de ellos, al ver que estaba curado, regresó, alabando a Dios en voz alta, se postró a los pies de Jesús y le dio las gracias. Ése era un samaritano. Entonces dijo Jesús: “¿No eran diez los que quedaron limpios? ¿Dónde están los otros nueve? ¿No ha habido nadie, fuera de este extranjero, que volviera para dar gloria a Dios?” Después le dijo al samaritano: “Levántate y vete. Tu fe te ha salvado”.


Crédito de la imagen:”La cura de los 10 leprosos” por James Tissot – Public Domain, link.