Apocalipsis – Conclusiones y observaciones

Una imagen con todos los eventos del apocalipsis
El Apocalipsis relatado en imágenes en una iglesia ortodoxa

Llegamos al término del análisis del Libro del Apocalipsis del Apostol San Juan. Ahora nos dedicaremos a sacar algunas conclusiones y a hacer algunas observaciones.

El antecedente

El daño que se hizo con el pecado original no es algo sencillo. Se trata de una ofensa a Dios tan grande que el castigo consistió en liberar a la muerte, el dolor y la miseria sobre el Hombre. Sólo Dios mismo puede arreglar esto.

Al final, dos figuras salen a resaltar de toda esta situación: Satanás, el enemigo, supo enredar a la Humanidad para ofender a Dios; pero, ojo, el Hombre no es inocente. La Humanidad tiene libre albedrío, voluntad propia, claramente sabe lo que hace.

Las ofensas a nuestro Señor no fueron sólo de Adán y Eva; se siguen dando día a día en nuestras vidas y por voluntad propia. Aunque podemos defendernos diciendo que somos engañados por el diablo, al final somos nosotros los que tomamos el camino.

Los tiempos del apocalipsis son largos

¡Vaya que lo son! Simplemente, desde el inicio de los eventos hasta cuando el enemigo es arrojado al lago de fuego, ¡han pasado más de 1,010 años!

Muchas personas encuentran decepcionante que tienen que ocurrir eventos terríficos, y que luego hay que esperar un milenio para que todo se arregle. Pestes, plagas, demonios, todos afectándonos día a día. ¡Eso es demasiado!

Y esto precisamente es lo que el príncipe de la mentira quiere: que te canses; que te decepciones; que tires la toalla y finalmente digas: “ya no puedo mas, mejor me entrego a lo fácil“.

Sólo recuerda, no debemos pensar en términos humanos de tiempo. 1,000 años no son nada comparados con la edad del cosmos. Hablamos de que los que se porten bien, y logren estar junto a los elegidos, tendrán vida eterna junto a Dios y al Cordero, no importa el tiempo que pase.

La constante

¿Hay algún evento que se repite frecuentemente durante el apocalipsis? ¡Claro que sí! Y es que la humanidad constantemente se rebela contra Dios. Aunque el enemigo es quien mete la cola, al final somos nosotros mismos quienes decidimos nuestras acciones.

Al final, nuestro juicio será sobre nuestras acciones, nuestras debilidades. El chamuco será juzgado y condenado, pero tu y yo no podremos decir: “es que fui engañado por el diablo“. Créeme, esa defensa no te va a valer.

¿No estamos alertando al enemigo al decirle todo lo que va a pasar?

Esta es una de las más frecuentes ideas que se mencionan por parte de la gente que estudia teología y filosofía: al estar describiendo los sucesos del Apocalipsis, ¿no estamos dándole al diablo y sus seguidores la información suficiente para que cambien lo que va a suceder?

La respuesta puede estar en que los tiempos humanos y del cielo son muy diferentes. Han pasado casi 2,000 años desde la escritura del libro. ¡Eso es mucho tiempo para planear una verdadera defensa contra lo que se viene!

Pero para Dios, eso es sólo unos pocos segundos. Podemos decir que el chamuco en este momento está haciendo toda la planeación, y muy posiblemente efectuando pasos, todo acorde con el libro.

¿Qué es lo que puedo hacer?

Todos somos humanos, en nuestro corazón y alma tenemos lo bueno y lo malo. No somos seres perfectos que sólo sabemos hacer el bien, pues tenemos debilidades. Sin embargo, por tener voluntad propia, las claves para salvar tu alma las tienes tú mismo:

  • Jesús lo dijo: “Ámense los unos a los otros como yo lo he amado“. Aquí se resume todo.
  • Vive tu vida. No te preocupes de lo que viene, pues nada lo detendrá; y tú y yo somos insignificantes para cambiar el resultado. Lo único sobre lo que tienes control es sobre tu propia salvación.
  • No ofendas a Dios. Tú sabes las cosas que lo ofenden. Simplemente, no las hagas. La tentación la vamos a tener siempre. La decisión es tuya.
  • Ofrece sacrificios. ¡Espera, deja en paz a ese cordero que vas a degollar! No, los sacrificios ya nos son de matar animalitos. Ahora son cosas que puedes ofrecer a Dios para agradarlo. ¿Sacaste una A o 100 en la escuela? Di: “Gracias Diosito por este resultado, que lo hice con mi esfuerzo y que te lo ofrezco como mi ofrenda“. Tu esfuerzo es tu trabajo, eso es tuyo, no lo hace tu papá, o mamá, o esposo, o esposa, o novio, o novia. No, es tuyo.
    La expresión vocal de decir que lo ofreces es lo que importa.
    ¿Quieres hacerlo en silencio y discreción? ¡Está muy bien! ¿Lo quieres hacer frente a miles de personas? Pues, si lo haces de corazón, también está bien. Si no lo haces de corazón, podrás engañar a millones, pero no a Dios.
    Tu esfuerzo y tu resultado son tu ofrenda.
  • Ora, ora, ora. No me refiero a que sólo repitas inconscientemente las oraciones del catecismo sin saber lo que dices. Sí, esas oraciones son importantes. Pero, habla con Dios. Explícale tus problemas. Platícale lo que hiciste este día, lo que lograste, lo que te da miedo,  y lo que te gustó.
  • Reconoce su obra. Si te escapaste de un accidente, si te libraste de una enfermedad, si te ganaste la lotería. Reconócelo y agradécele. Un simple “Gracias Señor” en murmuro son de gran agrado a Dios.
  • Finalmente, lleva su Palabra y su mensaje.

El que tenga oídos, que oiga.

Ojalá que estos documentos te sean de utilidad. Intégrate a una comunidad cristina. A mí me ha resultado de mucho provecho mi religión Católica. Cree y crece. No tengas miedo y que Dios nos bendiga a todos.

El proceso de Entender

Entender está cañon ¿Cómo podemos llegar a comprender plenamente lo que pasa a nuestro alrededor?, ¿Cómo es posible aceptar condiciones, eventos, experiencias, accidentes, muertes?

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Y luego vienen y nos dicen: todo es voluntad de Dios. Y empezamos a renegar, comenzamos a rebelarnos, a enojarnos, y finalmente a rechazar. Si Dios es infinito en bondad y sólo quiere lo mejor para mí, ¿por qué carajos me ha pasado esto?, ¿por qué se murio mi padre?, ¿por qué me está yendo tan mal en los negocios-escuela-familia-relación?, etc. ¡Que no me vengan ahora a decir que todo lo que me pasa es para mi bien! Entender la voluntad de Dios es difícil… cuando nos está yendo mal. Pero cuando nos está yendo bien, ¡ni nos acordamos!

Dios se manifiesta todos los dias: en la naturaleza, en el dolor, en la enfermedad, en la risa, en la vida, y en la muerte.

Su manifestación es constante por una simple razón: Él está en todo momento a nuestro alrededor, pero nuestro entender humano nos ha cegado de apreciar y encontrar su presencia. Es cierto que lograrlo ver es difícil, pero existe una regla bien sencilla que, con un poco de práctica, te ayudará a entender. Esta regla es: relájate, tranquilízate, olvídate de los malo, y ora.

Repetir de memoria las oraciones que desde pequeños nos enseñaron ayuda: hay estudios científicos que nos explican que la repetición constante de una serie de frases o sonidos, en un ambiente sereno, tiene efectos de tranquilidad. Si te fijas, el Rosario es repetir contantemente el Ave Maria, al grado de que cuando se termina uno queda en otro estado.

Después de eso debe comenzar la oración, es decir la plática con Dios. ¿Plática? Sí, exactamente, una charla como si la tuvieras con otra persona. Platícale tus problemas, tus miedos, tus penas. Si te sientes mal por algo que has hecho reconócelo y confiésaselo. Pero la clave aquí es que debes hacerlo de todo corazón.

El siguiente paso es analizar lo que te está pasando. Mira bien a tu alrededor. Muchas de las veces, lo que te produce miedo es un engaño. ¿Te has metido en un problema serio? Bueno, pues eso no es que Dios te metió a tí. ¿Mataste a alguien?, ¿No puedes salir de una adicción? Esas son situaciones particulares tuyas.

Mi madre murió. Mi Padre murió. Mi mejor amigo falleció. Es cierto, nos duele, pero por favor, comprende que el paso por esta vida ¡es una vacilada! Nuestro expectativa de vida es 80-100 años. Comparados con la edad del universo ¡eso es nada! No quiero decir que nuestra vida no vale, claro que vale, pero más que nuestro cuerpo lo que en realidad tiene valor es tu alma, tu espíritu. Eso es lo que vale y lo que nunca va a morir.

Tu alma es la clave. Cuando morimos, volverá a Dios y es allí donde se fusionará. Y no por 90 ó 100 años, sino por toda la eternidad.

Mientras tanto, estamos aquí en la Tierra, en nuestros cuerpos biológicos imperfectos, esperando que la ciencia perfeccione los métodos para vivir más.

Nunca lo olvides, ora, platica con Dios: Él en verdad escucha.