
En el evangelio de la semana pasada, el tema principal era referente a la Fe. Esta semana seguimos hablando de las maravillas de poner nuestra esperanza en Dios y la confianza en que debemos tener en Él. Pero agrega un nuevo tema: Saber dar gracias a Dios por el milagro que nos concede:
Dice San Lucas:
“En aquel tiempo, cuando Jesús iba de camino a Jerusalén, pasó entre Samaria y Galilea. Estaba cerca de un pueblo, cuando le salieron al encuentro diez leprosos, los cuales se detuvieron a lo lejos y a gritos le decÃan: ‘Jesús, maestro, ten compasión de nosotros'”.
Hoy en dÃa, esta terrible enfermedad tiene cura. Existes modernos tratamientos que pueden combatirla y hay un alto grado de éxito en recuperación. Pero, por miles de años, la Lepra fue siempre una terrible enfermedad que carcomÃa y desfiguraba a los que la contraÃan, y en un 98% de los casos era mortal. No existÃa ninguna cura, pues los modernos antibióticos no habÃan sido creados todavÃa. La Lepra era una sentencia de muerte y muchos pueblos y ciudades mandaban a los leprosos al exilio; y cuando los enfermos salÃan de sus refugios, tenÃan que ir pregonando de su enfermedad para que la gente cercana pudiera guarecerse y no tener contacto con ellos.
Sigue la lectura:
“Al verlos, Jesús les dijo: ‘Vaya a presentarse a los sacerdotes’. Mientras iban de camino, quedaron limpios de la lepra.
“Uno de ellos, al ver que estaba curado, regresó alabando a Dios en voz alta, se postró a los pies de Jesús y le dio las gracias. Ese era un samaritano. Entonces dijo Jesús: ‘¿No eran diez los que quedaron limpios? ¿Dónde están los otros nueve? ¿No ha habido nadie, fuera de este extranjero, que volviera para dar gloria a Dios?’. Después le dijo al samaritano: ‘Levántate y vete. Tu fe te ha salvado'”.
Jesús hace maravillas cuando ponemos nuestra confianza en Dios a través de Él. Pero no olvidemos en saber agradecer cuando recibamos esos favores.
Que tu boca no se canse de alabar a Dios por medio de Jesús.