Literalmente, San Pablo llevaba en la piel el dolor del martirio por llevar la Palabra de Dios.
En efecto, muchos estudiosos dicen que San Pablo tenÃa lepra.
Y en esta semana, el Evangelio nos habló de los diez leprosos que salieron al paso a Jesús y sus discÃpulos, y en la segunda lectura tenemos este pasaje de la Carta de Pablo a Timoteo:
“Querido hermano: siempre que Jesucristo, descendiente de David, resucitó de entre los muertos, conforme al Evangelio que yo predico. Por este Evangelio sufro hasta llevar cadenas, como un malhechor; pero la Palabra de Dios no está encadenada. Por eso, lo sobrellevo todo por amor a los elegidos, para que ellos también alcancen en Cristo Jesús la salvación, y con ella, la gloria eterna”.
Este es uno de los pasajes que habla del constante sufrir de Pablo. Y en todos sus viajes y peregrinajes siempre vivió con el dolor en su cuerpo, con mala salud, y el repudio constante por su enfermedad.
Pero nunca se echó para atrás.
Que la vida de San Pablo sea un ejemplo para todos los que a veces nos sentimos cansados, con dolor, y que no queremos seguir adelante por los pequeños detalles de la vida.