DecÃamos la semana pasada que debemos saber ser agradecidos, y hoy aprenderemos a saber pedir.
Dice el Evangelio de San Lucas:
“En aquel tiempo, para enseñar a sus discÃpulos la necesidad de orar siempre y sin desfallecer, Jesús les propuso esta parábola:
“En cierta ciudad habÃa un juez que no temÃa a Dios ni respetaba a los hombres. VivÃa en aquella ciudad una viuda que acudÃa a él con frecuencia para decirle: ‘Hazme justicia contra mi adversario’.
Por mucho tiempo, el juez no le hizo caso, pero después se dijo: ‘Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, sin embargo, por la insistencia de esta viuda voy a hacerle justicia para que no me siga molestando’.
“Dicho esto, Jesús comentó: ‘Si asà pensaba el juez injusto, ¿creen ustedes acaso que Dios no hará justicia a sus elegidos, que claman a Él dÃa y noche, y los hará esperar? Yo les digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿creen ustedes que encontrará fe sobre la tierra?'”.
La parábola del juez injusto es una de las más bellas enseñanzas de Jesús que nos invita a no tener miedo a pedir a Dios por nuestras necesidades. Somos tan afortunados de contar con Jesús como nuestro apoyo y fuerza para nuestras vidas, que a veces nos olvidamos del poder de la oración y caemos en el engaño de que todos nuestros problemas y preocupaciones son mayores que nuestra fe.
Por eso, reza, reza y reza. PÃdele a Dios con toda tu fe. Nuestro Señor es más grande que cualquier enfermedad, que cualquier problema económico y que cualquier situación que parece no tener salida.
Pero también recuerda: debemos ser agradecidos.