Jesús corriendo a los mercaderes

Mi alegría es cumplir tus mandamientos

Apocalipsis

Apoc 10, 8-11
Yo, Juan, oí de nuevo la voz que ya me había hablado desde el cielo, y que me decía: “Ve a tomar el librito abierto, que tiene en la mano el ángel que está de pie sobre el mar y la tierra”.

Me acerqué al ángel y le pedí que me diera el librito. Él me dijo: “Tómalo y cómetelo. En la boca te sabrá tan dulce como la miel, pero te amargará las entrañas”.

Tomé el librito de la mano del ángel y me lo comí. En la boca me supo tan dulce como la miel; pero al tragarlo, sentí amargura en las entrañas. Entonces la voz me dijo: “Tienes que volver a anunciar lo que Dios dice acerca de muchos pueblos, naciones y reyes”.

Salmo 118

Mi alegría es cumplir tus mandamientos.
Más me gozo cumpliendo tus preceptos
que teniendo riquezas.
Tus mandamientos, Señor, son mi alegría,
ellos son también mis consejeros.
Mi alegría es cumplir tus mandamientos.
Para mí valen más tus enseñanzas
que miles de monedas de oro y plata.
¡Qué dulces al paladar son tus promesas!
Más que la miel en la boca.
Mi alegría es cumplir tus mandamientos.
Tus preceptos son mi herencia perpetua,
la alegría de mi corazón.
Hondamente suspiro, Señor,
por guardar tus mandamientos.
Mi alegría es cumplir tus mandamientos.

Evangelio según San Lucas

Lc 19, 45-48
Aquel día, Jesús entró en el templo y comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban allí, diciéndoles: “Está escrito: Mi casa es casa de oración; pero ustedes la han convertido en cueva de ladrones”.

Jesús enseñaba todos los días en el templo. Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y los jefes del pueblo, intentaban matarlo, pero no encontraban cómo hacerlo, porque todo el pueblo estaba pendiente de sus palabras.


Crédito de la imagen: Jesús corriendo a los mercaderes del templo, por By Andrey Mironov 777Own work, CC BY-SA 4.0, Link