Hoy terminamos el Año Litúrgico 2022 con la celebración de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo.
Segundo Libro de Samuel 5, 1-3
En aquellos dÃas, todas las tribus de Israel fueron a Hebrón a ver a David, de la tribu de Judá, y le dijeron: “Somos de tu misma sangre. Ya desde antes, aunque Saúl reinaba sobre nosotros, tú eras el que conducÃa a Israel, pues ya el Señor te habÃa dicho: ‘Tú serás el pastor de Israel, mi pueblo; tú serás su guÃa’ “.
Asà pues, los ancianos de Israel fueron a Hebrón a ver a David, rey de Judá. David hizo con ellos un pacto en presencia del Señor y ellos lo ungieron como rey de todas las tribus de Israel.
Salmo 121, 1-2. 4-5
Vayamos con alegrÃa al encuentro del Señor.
¡Qué alegrÃa sentà cuando me dijeron:
“Vayamos a la casa del Señor”!
Y hoy estamos aquÃ, Jerusalén,
jubilosos, delante de tus puertas.
Vayamos con alegrÃa al encuentro del Señor.
A ti, Jerusalén, suben las tribus,
las tribus del Señor,
según lo que a Israel se le ha ordenado,
para alabar el nombre del Señor.
Vayamos con alegrÃa al encuentro del Señor.
Por el amor que tengo a mis hermanos,
voy a decir: “La paz sea contigo”.
Y por la casa del Señor, mi Dios,
pediré para ti todos los bienes.
Vayamos con alegrÃa al encuentro del Señor.
Carta del Apostol San Pablo a los Colosenses 1, 12-20
Hermanos: Demos gracias a Dios Padre,
el cual nos ha hecho capaces de participar
en la herencia de su pueblo santo,
en el reino de la luz.
El nos ha liberado del poder de las tinieblas
y nos ha trasladado al Reino de su Hijo amado,
por cuya sangre recibimos la redención,
esto es, el perdón de los pecados.
Cristo es la imagen de Dios invisible,
el primogénito de toda la creación,
porque en Él tienen su fundamento todas las cosas creadas,
del cielo y de la tierra, las visibles y las invisibles,
sin excluir a los tronos y dominaciones,
a los principados y potestades.
Todo fue creado por medio de Él y para Él.
Él existe antes que todas las cosas,
y todas tienen su consistencia en Él.
Él es también la cabeza del cuerpo, que es la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
para que sea el primero en todo.
Porque Dios quiso que en Cristo habitara toda plenitud
y por Él quiso reconciliar consigo todas las cosas,
del cielo y de la tierra,
y darles la paz por medio de su sangre,
derramada en la cruz.
Evangelio según San Lucas 23, 35-43
Cuando Jesús estaba ya crucificado, las autoridades le hacÃan muecas, diciendo: “A otros ha salvado; que se salve a sà mismo, si Él es el MesÃas de Dios, el elegido“.
También los soldados se burlaban de Jesús, y acercándose a Él, le ofrecÃan vinagre y le decÃan: “Si tú eres el rey de los judÃos, sálvate a ti mismo“. HabÃa, en efecto, sobre la cruz, un letrero en griego, latÃn y hebreo, que decÃa: “Éste es el rey de los judÃos“.
Uno de los malhechores crucificados insultaba a Jesús, diciéndole: “Si tú eres el MesÃas, sálvate a ti mismo y a nosotros“. Pero el otro le reclamaba, indignado: “¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Nosotros justamente recibimos el pago de lo que hicimos. Pero éste ningún mal ha hecho“. Y le decÃa a Jesús: “Señor, cuando llegues a tu Reino, acuérdate de mÓ. Jesús le respondió:
“Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraÃso”.