Adviento 2022 – Primer Domingo: Velen y estén preparados

corona de adviento
Corona de Adviento, por Johann JaritzOwn work, CC BY-SA 3.0 at, Link

Este es el Primer Domingo del Tiempo de Adviento del nuevo Año Litúrgico 2023. Estamos iniciando la preparación de nuestra alma y espíritu para la venida gloriosa de Dios sobre la Tierra en la forma de su Hijo Jesucristo.

Isaías 2, 1-5

Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y Jerusalén:

En días futuros, el monte de la casa del Señor
será elevado en la cima de los montes,
encumbrado sobre las montañas,
y hacia él confluirán todas las naciones.

Acudirán pueblos numerosos, que dirán:
“Vengan, subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob,
para que El nos instruya en sus caminos
y podamos marchar por sus sendas.
Porque de Sión saldrá la ley,
de Jerusalén, la palabra del Señor”.

Él será el árbitro de las naciones
y el juez de pueblos numerosos.
De las espadas forjarán arados
y de las lanzas, podaderas;
ya no alzará la espada pueblo contra pueblo,
ya no se adiestrarán para la guerra.

¡Casa de Jacob, en marcha!
Caminemos a la luz del Señor.

Salmo 121, 1-2. 4-5. 6-7. 8-9

Vayamos con alegría al encuentro del Señor.

¡Qué alegría sentí, cuando me dijeron:
“Vayamos a la casa del Señor”!
Y hoy estamos aquí, Jerusalén,
jubilosos, delante de tus puertas.

Vayamos con alegría al encuentro del Señor.

A ti, Jerusalén, suben las tribus,
las tribus del Señor,
según lo que a Israel se le ha ordenado,
para alabar el nombre del Señor.

Vayamos con alegría al encuentro del Señor.

Digan de todo corazón: “Jerusalén,
que haya paz entre aquellos que te aman,
que haya paz dentro de tus murallas
y que reine la paz en cada casa.

Vayamos con alegría al encuentro del Señor.

Por el amor que tengo a mis hermanos,
voy a decir: “La paz esté contigo”.
Y por la casa del Señor, mi Dios,
pediré para ti todos los bienes.

Vayamos con alegría al encuentro del Señor.

Carta del Apostol San Pablo a los Romanos 13, 11-14a

Hermanos: Tomen en cuenta el momento en que vivimos. Ya es hora de que se despierten del sueño, porque ahora nuestra salvación está más cerca que cuando empezamos a creer. La noche está avanzada y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas y revistámonos con las armas de la luz.

Comportémonos honestamente, como se hace en pleno día. Nada de comilonas ni borracheras, nada de lujurias ni desenfrenos, nada de pleitos ni envidias. Revístanse más bien, de nuestro Señor Jesucristo y que el cuidado de su cuerpo no dé ocasión a los malos deseos.

Evangelio según San Mateo 24, 37-44

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:

Así como sucedió en tiempos de Noé, así también sucederá cuando venga el Hijo del hombre. Antes del diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca. Y cuando menos lo esperaban, sobrevino el diluvio y se llevó a todos. Lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre. Entonces, de dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro será dejado; de dos mujeres que estén juntas moliendo trigo, una será tomada y la otra dejada.

Velen, pues, y estén preparados, porque no saben qué día va a venir su Señor. Tengan por cierto que si un padre de familia supiera a qué hora va a venir el ladrón, estaría vigilando y no dejaría que se le metiera por un boquete en su casa. También ustedes estén preparados, porque a la hora que menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre”.

Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo – 20 de Noviembre de 2022

Jesús y el buen ladrón
Jesús y el buen ladrón

Hoy terminamos el Año Litúrgico 2022 con la celebración de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo.

Segundo Libro de Samuel 5, 1-3

En aquellos días, todas las tribus de Israel fueron a Hebrón a ver a David, de la tribu de Judá, y le dijeron: “Somos de tu misma sangre. Ya desde antes, aunque Saúl reinaba sobre nosotros, tú eras el que conducía a Israel, pues ya el Señor te había dicho: ‘Tú serás el pastor de Israel, mi pueblo; tú serás su guía’ “.

Así pues, los ancianos de Israel fueron a Hebrón a ver a David, rey de Judá. David hizo con ellos un pacto en presencia del Señor y ellos lo ungieron como rey de todas las tribus de Israel.

Salmo 121, 1-2. 4-5

Vayamos con alegría al encuentro del Señor.

¡Qué alegría sentí cuando me dijeron:
“Vayamos a la casa del Señor”!
Y hoy estamos aquí, Jerusalén,
jubilosos, delante de tus puertas.

Vayamos con alegría al encuentro del Señor.

A ti, Jerusalén, suben las tribus,
las tribus del Señor,
según lo que a Israel se le ha ordenado,
para alabar el nombre del Señor.

Vayamos con alegría al encuentro del Señor.

Por el amor que tengo a mis hermanos,
voy a decir: “La paz sea contigo”.
Y por la casa del Señor, mi Dios,
pediré para ti todos los bienes.

Vayamos con alegría al encuentro del Señor.

Carta del Apostol San Pablo a los Colosenses 1, 12-20

Hermanos: Demos gracias a Dios Padre,
el cual nos ha hecho capaces de participar
en la herencia de su pueblo santo,
en el reino de la luz.

El nos ha liberado del poder de las tinieblas
y nos ha trasladado al Reino de su Hijo amado,
por cuya sangre recibimos la redención,
esto es, el perdón de los pecados.

Cristo es la imagen de Dios invisible,
el primogénito de toda la creación,
porque en Él tienen su fundamento todas las cosas creadas,
del cielo y de la tierra, las visibles y las invisibles,
sin excluir a los tronos y dominaciones,
a los principados y potestades.
Todo fue creado por medio de Él y para Él.

Él existe antes que todas las cosas,
y todas tienen su consistencia en Él.
Él es también la cabeza del cuerpo, que es la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
para que sea el primero en todo.

Porque Dios quiso que en Cristo habitara toda plenitud
y por Él quiso reconciliar consigo todas las cosas,
del cielo y de la tierra,
y darles la paz por medio de su sangre,
derramada en la cruz.

Evangelio según San Lucas 23, 35-43

Cuando Jesús estaba ya crucificado, las autoridades le hacían muecas, diciendo: “A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si Él es el Mesías de Dios, el elegido“.

También los soldados se burlaban de Jesús, y acercándose a Él, le ofrecían vinagre y le decían: “Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo“. Había, en efecto, sobre la cruz, un letrero en griego, latín y hebreo, que decía: “Éste es el rey de los judíos“.

Uno de los malhechores crucificados insultaba a Jesús, diciéndole: “Si tú eres el Mesías, sálvate a ti mismo y a nosotros“. Pero el otro le reclamaba, indignado: “¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Nosotros justamente recibimos el pago de lo que hicimos. Pero éste ningún mal ha hecho“. Y le decía a Jesús: “Señor, cuando llegues a tu Reino, acuérdate de mí“. Jesús le respondió:

“Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”.