La Palabra del Viernes 4 de Noviembre de 2022

Parábola del buen administrador
“Parábola del buen administrador” por Phillip Medhurst – Photo by Harry Kossuth, FAL, Link

Carta del Apostol San Pablo a los Filipenses 3, 17–4, 1

Hermanos: Sean todos ustedes imitadores míos y observen la conducta de aquellos que viven el ejemplo que les he dado a ustedes. Porque, como muchas veces se lo he dicho a ustedes, y ahora se lo repito llorando, hay muchos que viven como enemigos de la cruz de Cristo. Esos tales acabarán en la perdición, porque su dios es el vientre, se enorgullecen de lo que deberían avergonzarse y sólo piensan en cosas de la tierra.

Nosotros, en cambio, somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos que venga nuestro salvador, Jesucristo. El transformará nuestro cuerpo miserable en un cuerpo glorioso, semejante al suyo, en virtud del poder que tiene para someter a su dominio todas las cosas.

Hermanos míos, a quienes tanto quiero y extraño: ustedes, hermanos míos amadísimos, que son mi alegría y mi corona, manténganse fieles al Señor.

Evangelio según San Lucas 16, 1-8

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:

“Había una vez un hombre rico que tenía un administrador, el cual fue acusado ante él de haberle malgastado sus bienes. Lo llamó y le dijo: ‘¿Es cierto lo que me han dicho de ti? Dame cuenta de tu trabajo, porque en adelante ya no serás administrador’. Entonces el administrador se puso a pensar: ‘¿Qué voy a hacer ahora que me quitan el trabajo? No tengo fuerzas para trabajar la tierra y me da vergüenza pedir limosna. Ya sé lo que voy a hacer, para tener a alguien que me reciba en su casa, cuando me despidan’.
Entonces fue llamando uno por uno a los deudores de su amo. Al primero le preguntó: ‘¿Cuánto le debes a mi amo?’ El hombre respondió: ‘Cien barriles de aceite’. El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo, date prisa y haz otro por cincuenta’. Luego preguntó al siguiente: ‘Y tú, ¿cuánto debes?’ Este respondió: ‘Cien sacos de trigo’. El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo y haz otro por ochenta’.

El amo tuvo que reconocer que su mal administrador había procedido con habilidad. Pues los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios que los que pertenecen a la luz’’.

Lecturas del Domingo: Septiembre 22, 2019 – No pueden servir a Dios y al dinero

parabola del administrador astuto
“Parábola del administrador astuto” por Phillip Medhurst – Photo by Harry Kossuth, FAL, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=7550875

San Lucas, en el Evangelio de hoy, nos presenta la parábola de Jesús que nos presenta al mal administrador:

“Había una vez un hombre que tenía un administrador, el cual fue acusado ante él de haberle malgastado sus bienes. Lo llamó y le dijo: ‘¿Es cierto lo que me han dicho de ti? Dame cuenta de tu trabajo porque en adelante ya no serás administrador’.
“Entonces el administrador se puso a pensar: ‘¿Qué voy a hacer ahora que me quitan el trabajo? No tengo fuerzas para trabajar la tierra, y me da vergüenza pedir limosna. Ya sé lo que voy a hacer, para tener alguien que me reciba en su casa cuando me despidan’.
“Entonces fue llamando uno por uno a los deudores de su amo. Al primero le preguntó: ‘¿Cuánto le debes a mi amo?’ El hombre respondió: ‘Cien barriles de aceite’. El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo, date prisa y haz otro por cincuenta’. Luego preguntó al siguiente: ‘Y tú, ¿cuánto debes?’ Este respondió: ‘Cien sacos de trigo’. El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo y haz otro por ochenta'”.

El personaje de esta parábola era mal administrador que abusó de la confianza de su amo; pero no podemos dudar de que era astuto, pues de alguna manera se ganó a dos personas que le darían alojamiento por algún tiempo por estar en deuda con él al haberles reducido sus deudas.

“El amo tuvo que reconocer que su mal administrador había procedido con habilidad. Pues los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios que los que pertenecen a la luz.
Y yo les digo, con el dinero, tan lleno de injusticias, gánense amigos que, cuando ustedes mueran, los reciban en el cielo”.

Extraño que Jesús diga estas palabras. Pero es muy cierto: el dinero sí puede ganarnos la puerta al cielo, pero no de manera que demos sobornos a San Pedro para poder entrar, sino haciendo con las monedas cosas buenas a los demás.

“El que es fiel en las cosas pequeñas, también es fiel en las grandes; y el que es infiel en las cosas pequeñas, también es infiel en las grandes. Si ustedes no son fieles administradores del dinero, tan lleno de injusticias, ¿quién les confiará los bienes verdaderos? Y si no han sido fieles en lo que no es de ustedes, ¿quién les confiará lo que sí es de ustedes?”.

¡Un momento! Ahora sí se puso complicado. Leamos otra vez:

“Y si no han sido fieles en lo que no es de ustedes, ¿quién les confiará lo que sí es de ustedes?”

¿Quién nos confiará lo que SÍ es de nosotros? La explicación es esta: El dinero y los bienes materiales no son nuestros, no nos los podremos llevar cuando partamos de este mundo. Pero nuestra salvación, la posibilidad de una vida eterna junto a Dios, esos son nuestros bienes. Si recibimos dinero, ¿ayudamos a los demás? O sólo lo almacenamos y con avaricia no hacemos nada con el mas que ganar intereses y lo gastamos en cosas superfluas para nosotros mismos.

Termina Jesús diciéndonos:

“No hay criado que pueda servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o se apegará al primero y despreciará al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero”.

 

Lecturas del Domingo: Septiembre 18, 2016 – No sirvas al dinero; sírvete de él

parabola del administrador astuto
“Parábola del administrador astuto” por Phillip Medhurst – Photo by Harry Kossuth, FAL, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=7550875

Las lecturas de hoy se refieren a uno de los temas más difíciles de tratar: el dinero.

Dice Jesús: “el dinero, tan lleno de injusticias“.

Pero más adelante nos dará una tremenda lección acerca de su uso acertado y hasta justo.

En la primera lectura, el profeta Amós va a dar una buena regañada a todos los comerciantes que hacen trampa y que sólamente están esperando la oportunidade para aprovecharse de los más necesitados: “obligan a los pobres a venderse; por un par de sandalias los compran; y hasta venden el salvado como trigo“.

Pero les advierte: “El Señór, gloria de Israel, lo ha jurado: ´No olvidaré jamás ninguna de estas acciones´“.

“Nadie puede servir a Dios y al dinero”

En el Evangelio de San Lucas, Jesús nos habla del mal administrador a quién su amo lo “agarró” en malos manejos. Cuando es regañado, el hombre se da cuenta de que pronto será despedido y, por su condición no está en condiciones de comenzar a buscar trabajo. A lo mejor no quiere hacerlo; pero eso sí, le da vergüenza pedir limosna.

Algo tiene que hacer. Comienza a llamar a todos los que le deben a su amo y les rebaja la deuda haciéndoles nuevos recibos. ¡Vaya que es listo el hombre!

Y es que su intención no es la de perdonar porque su corazón se ha ablandado: está buscando que los deudores estén agradecidos con él cuando lo despidan. Así tendrá donde quedarse, y tal vez conseguir un nuevo trabajo… de administrador.

La lección del día que nos da Jesús es bien interesante: “Con el dinero, tan lleno de injusticias, gánense amigos que, cuando ustedes mueran, los reciban en el cielo“. Lucas 16, 1-13.

Un cambio grande en la idea del dinero

Y es que, por muchos años nos han dicho que el dinero es malo. Que los ricos no van a ir al cielo. Que renuncies a todas tus riquezas.

Pero el verdadero mensaje va más allá: No, el dinero no es malo. El dinero es un objeto al que muchos le dan un valor que no le corresponde. El verdadero enemigo malo es la Avaricia.

Cuando te preocupas a muerte por las riquezas, al grado de que son lo más importante en tu vida, es cuando finalmente has sucumbido a su poder.

Tal vez tu digas: “¡No, yo no voy a caer en eso!” ¡Oh, pero es tan fácil caer!

Al contrario, sin la presencia de la avaricia el dinero puede hacer maravillas. ¿Cómo es eso posible? Si tienes dinero, si eres un patrón o comerciante, entonces:

  • Crea fuentes de trabajo.
  • Paga salario justo a los demás.
  • No alteres los precios para tu conveniencia.
  • No alteres mercancía para “sacarle más provecho”.
  • Haz trabajar el dinero para los más necesitados.
  • En fin, dalea las cosas materiales su lugar correspondiente.

Y como termina Jesús la lectura: “En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero“.