Los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios

parabola del administrador astuto
Parábola del administrador astuto” por Phillip Medhurst – FAL, link.

Carta del Apostol San Pablo a los Romanos

Rom 15, 14-21
Hermanos: En lo personal estoy convencido de que ustedes están llenos de bondad y conocimientos para poder aconsejarse los unos a los otros. Sin embargo, les he escrito con cierto atrevimiento algunos pasajes para recordarles ciertas cosas que ya sabían. Lo he hecho autorizado por el don que he recibido de Dios de ser ministro sagrado de Cristo Jesús entre los paganos. Mi actividad sacerdotal consiste en predicar el Evangelio de Dios, a fin de que los paganos lleguen a ser una ofrenda agradable al Señor, santificada por el Espíritu Santo.

Por lo tanto, en lo que se refiere al servicio de Dios, tengo de qué gloriarme en Cristo Jesús, pues no me atrevería a hablar de nada sino de lo que Cristo ha hecho por mi medio para la conversión de los paganos, valiéndose de mis palabras y acciones, con la fuerza de señales y prodigios y con el poder del Espíritu Santo. De esta manera he dado a conocer plenamente el Evangelio de Cristo por todas partes, desde Jerusalén hasta la región de Iliria. Pero he tenido mucho cuidado de no predicar en los lugares donde ya se conocía a Cristo, para no construir sobre cimientos ya puestos por otros, de acuerdo con lo que dice la Escritura: Los que no habían tenido noticias de Él, lo verán; y los que no habían oído de Él, lo conocerán.

Evangelio según San Lucas

Lc 16, 1-8
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:

“Había una vez un hombre rico que tenía un administrador, el cual fue acusado ante él de haberle malgastado sus bienes. Lo llamó y le dijo: ‘¿Es cierto lo que me han dicho de ti? Dame cuenta de tu trabajo, porque en adelante ya no serás administrador’. Entonces el administrador se puso a pensar: ‘¿Qué voy a hacer ahora que me quitan el trabajo? No tengo fuerzas para trabajar la tierra y me da vergüenza pedir limosna. Ya sé lo que voy a hacer, para tener a alguien que me reciba en su casa, cuando me despidan’.

Entonces fue llamando uno por uno a los deudores de su amo. Al primero le preguntó: ‘¿Cuánto le debes a mi amo?’ El hombre respondió: ‘Cien barriles de aceite’. El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo, date prisa y haz otro por cincuenta’. Luego preguntó al siguiente: ‘Y tú, ¿cuánto debes?’ Este respondió: ‘Cien sacos de trigo’. El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo y haz otro por ochenta’.

El amo tuvo que reconocer que su mal administrador había procedido con habilidad. Pues los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios que los que pertenecen a la luz”.

Lecturas del Domingo: Septiembre 22, 2019 – No pueden servir a Dios y al dinero

parabola del administrador astuto
“Parábola del administrador astuto” por Phillip Medhurst – Photo by Harry Kossuth, FAL, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=7550875

San Lucas, en el Evangelio de hoy, nos presenta la parábola de Jesús que nos presenta al mal administrador:

“Había una vez un hombre que tenía un administrador, el cual fue acusado ante él de haberle malgastado sus bienes. Lo llamó y le dijo: ‘¿Es cierto lo que me han dicho de ti? Dame cuenta de tu trabajo porque en adelante ya no serás administrador’.
“Entonces el administrador se puso a pensar: ‘¿Qué voy a hacer ahora que me quitan el trabajo? No tengo fuerzas para trabajar la tierra, y me da vergüenza pedir limosna. Ya sé lo que voy a hacer, para tener alguien que me reciba en su casa cuando me despidan’.
“Entonces fue llamando uno por uno a los deudores de su amo. Al primero le preguntó: ‘¿Cuánto le debes a mi amo?’ El hombre respondió: ‘Cien barriles de aceite’. El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo, date prisa y haz otro por cincuenta’. Luego preguntó al siguiente: ‘Y tú, ¿cuánto debes?’ Este respondió: ‘Cien sacos de trigo’. El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo y haz otro por ochenta'”.

El personaje de esta parábola era mal administrador que abusó de la confianza de su amo; pero no podemos dudar de que era astuto, pues de alguna manera se ganó a dos personas que le darían alojamiento por algún tiempo por estar en deuda con él al haberles reducido sus deudas.

“El amo tuvo que reconocer que su mal administrador había procedido con habilidad. Pues los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios que los que pertenecen a la luz.
Y yo les digo, con el dinero, tan lleno de injusticias, gánense amigos que, cuando ustedes mueran, los reciban en el cielo”.

Extraño que Jesús diga estas palabras. Pero es muy cierto: el dinero sí puede ganarnos la puerta al cielo, pero no de manera que demos sobornos a San Pedro para poder entrar, sino haciendo con las monedas cosas buenas a los demás.

“El que es fiel en las cosas pequeñas, también es fiel en las grandes; y el que es infiel en las cosas pequeñas, también es infiel en las grandes. Si ustedes no son fieles administradores del dinero, tan lleno de injusticias, ¿quién les confiará los bienes verdaderos? Y si no han sido fieles en lo que no es de ustedes, ¿quién les confiará lo que sí es de ustedes?”.

¡Un momento! Ahora sí se puso complicado. Leamos otra vez:

“Y si no han sido fieles en lo que no es de ustedes, ¿quién les confiará lo que sí es de ustedes?”

¿Quién nos confiará lo que SÍ es de nosotros? La explicación es esta: El dinero y los bienes materiales no son nuestros, no nos los podremos llevar cuando partamos de este mundo. Pero nuestra salvación, la posibilidad de una vida eterna junto a Dios, esos son nuestros bienes. Si recibimos dinero, ¿ayudamos a los demás? O sólo lo almacenamos y con avaricia no hacemos nada con el mas que ganar intereses y lo gastamos en cosas superfluas para nosotros mismos.

Termina Jesús diciéndonos:

“No hay criado que pueda servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o se apegará al primero y despreciará al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero”.

 

Lecturas del Domingo: Agosto 11, 2019 – Estemos preparados

Parábola del buen administrador
“Parábola del buen administrador” por Phillip Medhurst – Photo by Harry Kossuth, FAL, Link

Justo la semana pasada, Jesús nos decía en en Evangelio que no atesoráramos cosas terrenales, sino que juntáramos riquezas espirituales que serían eternas. Esta semana terminamos esta enseñanza, pero seguiremos escuchando qué debemos hacer para tener la oportunidad de llegar al reino de Dios.

Hoy es el décimo noveno domingo ordinario del año litúrgico, y el evangelio de San Lucas nos dice:

“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘No temas, rebañito mío, porque tu Padre ha tenido a bien darte tu Reino. Vendan sus bienes y den limosnas. Consíganse unas bolsas que no se destruyan y acumulen en el cielo un tesoro que no se acaba, allá donde no llega el ladrón, ni carcome la polilla. Porque donde está su tesoro, ahí estará su corazón”.

Luego, Jesús nos dice que estemos preparados, pues la llegada de nuestro propio juicio llegará sin que tengamos un aviso previo:

“Estén listos, con la túnica puesta y las lámparas encendidas. Sean semejantes a los criados que están esperando a que su Señor regrese de la boda, para abrirle en cuanto llegue y toque. Dichosos aquellos a quienes su señor, al llegar, encuentre en vela. Yo les aseguro que se recogerá la túnica, los hará sentar a la mesa y él mismo les servirá. Y si llega a medianoche o a la madrugada y los encuentra en vela, dichosos ellos.
“Fíjense en esto: Si un padre de familia supiera a qué hora va a venir el ladrón, estaría vigilando y no dejaría que se le metiera por un boquete en su casa. Pues también ustedes estén preparados, porque a la hora en que menos lo piensen vendrá el Hijo del Hombre”.

El padre de familia fue alertado de la hora a la que vendría el ladrón. Pero nosotros no tendremos tanta suerte.

Entonces, Pedro preguntó a Jesús: “¿Dices esta parábola sólo por nosotros o por todos?“.

Jesús respondió:

“Supongan que un administrador, puesto por su amo al frente de la servidumbre, con el encargo de repartirles a su tiempo los alimentos, se porta con fidelidad y prudencia. Dichoso este siervo si el amo a su llegada, lo encuentra cumpliendo su deber. Yo les aseguró que lo pondrá al frente de todo lo que tiene. Pero si este siervo piensa: ‘mi amo tardará en llegar’ y empieza a maltratar a los criados y a las criadas, a comer, a beber y a embriagarse, el día menos pensado y a la hora más inesperada, llegará su amo y lo castigará severamente y le hará correr la misma suerte que a los hombres desleales”.

Jesús no ha respondido a Pedro, pero su respuesta pone el escenario para una respuesta que tiene mucha resonancia hasta el día de hoy:

“El servidor que, conociendo la voluntad de su amo, no haya preparado ni hecho lo que debía, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, haya hecho algo digno de castigo, recibirá pocos”.

Ahora sí, el mensaje es claro: las parábolas de Jesús no son sólo para los discípulos, sino para todos, incluso aquellos que no la han escuchado. Al final, si hemos hecho algo que merece ser castigado, tendremos que pagar por esa culpa, no importa si conocemos o no los diez mandamientos. Sentido común.

“Al que mucho se le da, se le exigirá mucho, y al que mucho se le confía, se le exigirá mucho más”.