Primera Carta del Apostol San Pablo a Timoteo
1 Timoteo 2, 1-8
Te ruego, hermano, que ante todo se hagan oraciones, plegarias, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres, y en particular, por los jefes de Estado y las demás autoridades, para que podamos llevar una vida tranquila y en paz, entregada a Dios y respetable en todo sentido.
Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro salvador, pues Él quiere que todos los hombres se salven y todos lleguen al conocimiento de la verdad, porque no hay sino un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre Él también, que se entregó como rescate por todos.
El dio testimonio de esto a su debido tiempo y de esto yo he sido constituido, digo la verdad y no miento, pregonero y apóstol para enseñar la fe y la verdad.
Quiero, pues, que los hombres, libres de odios y divisiones, hagan oración donde quiera que se encuentren, levantando al cielo sus manos puras.
Salmo 27
Salva, Señor, a tu pueblo.
Escucha, Señor, mi súplica,
cuando te pido ayuda
y levanto las manos hacia tu santuario.
Salva, Señor, a tu pueblo.
El Señor es mi fuerza y mi escudo:
en Él confÃa mi corazón;
Él me socorrió y mi corazón se alegra
y le canta agradecido.
Salva, Señor, a tu pueblo.
El Señor es la fuerza de su pueblo,
el apoyo y la salvación de su MesÃas.
Salva, Señor, a tu pueblo y bendÃcelo, porque es tuyo,
apaciéntalo y condúcelo para siempre.
Salva, Señor, a tu pueblo.
Secuencia
La Madre piadosa estaba
junto a la cruz, y lloraba
mientras el Hijo pendÃa;
cuya alma triste y llorosa,
traspasada y dolorosa,
fiero cuchillo tenÃa.¡Oh cuán triste y afligida
estaba la Madre herida,
de tantos tormentos llena,
cuando triste contemplaba
y dolorosa miraba
del Hijo amado la pena!¿Y cuál hombre no llorara
si a la Madre contemplara
de Cristo en tanto dolor?
¿Y quién no se entristeciera,
Madre piadosa, si os viera
sujeta a tanto rigor?Por los pecados del mundo,
vio a Jesús en tan profundo
tormento la dulce Madre.
Vio morir al Hijo amado
que rindió desamparado
el espÃritu a su Padre.¡Oh dulce fuente de amor!,
hazme sentir tu dolor
para que llore contigo.
Y que, por mi Cristo amado,
mi corazón abrasado
más viva en Él que conmigo.Y, porque a amarlo me anime,
en mi corazón imprime
las llagas que tuvo en sÃ.
Y de tu Hijo, Señora,
divide conmigo ahora
las que padeció por mÃ.Hazme contigo llorar
y de veras lastimar
de sus penas mientras vivo;
porque acompañar deseo
en la cruz, donde lo veo,
tu corazón compasivo.¡Virgen de vÃrgenes santas!,
llore ya con ansias tantas
que el llanto dulce me sea;
porque su pasión y muerte
tenga en mi alma de suerte
que siempre sus penas vea.Haz que su cruz me enamore
y que en ella viva y more
de mi fe y amor indicio;
porque me inflame y encienda
y contigo me defienda
en el dÃa del juicio.Haz que me ampare la muerte
de Cristo, cuando en tan fuerte
trance vida y alma estén;
porque, cuando quede en calma
el cuerpo, vaya mi alma
a su eterna gloria. Amén.
Evangelio según San Juan
Juan 19, 25-27
En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, MarÃa la de Cleofás, y MarÃa Magdalena.
Al ver a su madre y junto a ella al discÃpulo que tanto querÃa, Jesús dijo a su madre: “Mujer, ahà está tu hijo“. Luego dijo al discÃpulo: “Ahà está tu madre“. Y desde entonces el discÃpulo se la llevó a vivir con él.
Crédito de la imagen: MarÃa y Juan bajo la cruz, por Gabriel Wüger – Public Domain, Link