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¡Que admirable, Señor, es tu poder!

Génesis

Génesis 1, 20–2, 4
Dijo Dios: “Agítense las aguas con un hervidero de seres vivientes y revoloteen sobre la tierra las aves, bajo la bóveda del cielo“. Creó Dios los grandes animales marinos y los vivientes que en el agua se deslizan y la pueblan, según su especie. Creó también el mundo de las aves, según sus especies. Vio Dios que era bueno y los bendijo, diciendo: “Sean fecundos y multiplíquense; llenen las aguas del mar; que las aves se multipliquen en la tierra“. Fue la tarde y la mañana del quinto día.

Dijo Dios: “Produzca la tierra vivientes, según sus especies: animales domésticos, reptiles y fieras, según sus especies“. Y así fue. Hizo Dios las fieras, los animales domésticos y los reptiles, cada uno según su especie. Y vio Dios que era bueno.

Dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine a los peces del mar, a las aves del cielo, a los animales domésticos y a todo animal que se arrastra sobre la tierra“.

Y creó Dios al hombre a su imagen;
a imagen suya lo creó;
hombre y mujer los creó.

Y los bendijo Dios y les dijo: “Sean fecundos y multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todo ser viviente que se mueve sobre la tierra“.

Y dijo Dios: “He aquí que les entrego todas las plantas de semilla que hay sobre la faz de la tierra, y todos los árboles que producen fruto y semilla, para que les sirvan de alimento. Y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todos los seres que respiran, también les doy por alimento las verdes plantas“. Y así fue. Vio Dios todo lo que había hecho y lo encontró muy bueno. Fue la tarde y la mañana del sexto día.

Así quedaron concluidos el cielo y la tierra con todos sus ornamentos, y terminada su obra, descansó Dios el séptimo día de todo cuanto había hecho. Dios bendijo el séptimo día y lo consagró, porque ese día cesó de trabajar en la creación del universo.

Ésta es la historia de la creación del cielo y de la tierra.

Salmo 8

¡Que admirable, Señor, es tu poder!
Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos,
la luna y las estrellas, que has creado, me pregunto:
¿Qué es el hombre, para que de él te acuerdes;
ese pobre ser humano, para que de él te preocupes?
¡Que admirable, Señor, es tu poder!
Sin embargo, lo hiciste un poquito inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
y todo lo sometiste bajo sus pies.
¡Que admirable, Señor, es tu poder!
Pusiste a su servicio los rebaños y las manadas,
todos los animales salvajes,
las aves del cielo y los peces del mar,
que recorren los caminos de las aguas.
¡Que admirable, Señor, es tu poder!

Evangelio según San Marcos

Marcos 7, 1-13
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los fariseos y algunos escribas, venidos de Jerusalén. Viendo que algunos de los discípulos de Jesús comían con las manos impuras, es decir, sin habérselas lavado, los fariseos y los escribas le preguntaron: “¿Por qué tus discípulos comen con manos impuras y no siguen la tradición de nuestros mayores?” (Los fariseos y los judíos, en general, no comen sin lavarse antes las manos hasta el codo, siguiendo la tradición de sus mayores; al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones, y observan muchas otras cosas por tradición, como purificar los vasos, las jarras y las ollas).

Jesús les contestó: “¡Qué bien profetizó Isaías sobre ustedes, hipócritas, cuando escribió: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Es inútil el culto que me rinden, porque enseñan doctrinas que no son sino preceptos humanos. Ustedes dejan a un lado el mandamiento de Dios, para aferrarse a las tradiciones de los hombres“.

Después añadió: “De veras son ustedes muy hábiles para violar el mandamiento de Dios y conservar su tradición. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre. El que maldiga a su padre o a su madre, morirá. Pero ustedes dicen: ‘Si uno dice a su padre o a su madre: Todo aquello con que yo te podría ayudar es corbán (es decir, ofrenda para el templo), ya no puede hacer nada por su padre o por su madre’. Así anulan la palabra de Dios con esa tradición que se han transmitido. Y hacen muchas cosas semejantes a ésta“.


 

¡Qué numerosas son tus obras, Señor, y todas las hiciste con maestría!

Génesis

Génesis 1, 1-19
En el principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era soledad y caos; y las tinieblas cubrían la faz del abismo. El espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas.

Dijo Dios: “Que exista la luz“, y la luz existió. Vio Dios que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas. Llamó a la luz “día” y a las tinieblas, “noche“. Fue la tarde y la mañana del primer día.

Dijo Dios: “Que haya un bóveda entre las aguas, que separe unas aguas de otras“. E hizo Dios una bóveda y separó con ella las aguas de arriba, de las aguas de abajo. Y así fue. Llamó Dios a la bóveda “cielo“. Fue la tarde y la mañana del segundo día.

Dijo Dios: “Que se junten las aguas de debajo del cielo en un solo lugar y que aparezca el suelo seco“. Y así fue. Llamó Dios “tierra” al suelo seco y “mar” a la masa de las aguas. Y vio Dios que era bueno.

Dijo Dios: “Verdee la tierra con plantas que den semillas y árboles que den fruto y semilla, según su especie, sobre la tierra“. Y así fue. Brotó de la tierra hierba verde, que producía semilla, según su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla, según su especie. Y vio Dios que era bueno. Fue la tarde y la mañana del tercer día.

Dijo Dios: “Que haya lumbreras en la bóveda del cielo, que separen el día de la noche, señalen las estaciones, los días y los años, y luzcan en la bóveda del cielo para iluminar la tierra“. Y así fue. Hizo Dios las dos grandes lumbreras: la lumbrera mayor para regir el día y la menor, para regir la noche; y también hizo las estrellas. Dios puso las lumbreras en la bóveda del cielo para iluminar la tierra, para regir el día y la noche, y separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno. Fue la tarde y la mañana del cuarto día.

Salmo 103

Bendice al Señor, alma mía.
Bendice al Señor, alma mía;
Señor y Dios mío, inmensa es tu grandeza.
Te vistes de belleza y majestad,
la luz te envuelve como un manto.
Bendice al Señor, alma mía.
Sobre bases inconmovibles
asentaste la tierra para siempre.
Con un vestido de mares cubriste
y las aguas en los montes concentraste.
Bendice al Señor, alma mía.
En los valles haces brotar las fuentes,
que van corriendo entre montañas;
junto al arroyo vienen a vivir las aves,
que cantan entre las ramas.
Bendice al Señor, alma mía.
¡Qué numerosas son tus obras, Señor,
y todas las hiciste con maestría!
La tierra está llena de tus creaturas.
Bendice al Señor, alma mía.
Bendice al Señor, alma mía.

Evangelio según San Marcos

Marcos 6, 53-56
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos terminaron la travesía del lago y tocaron tierra en Genesaret.

Apenas bajaron de la barca, la gente los reconoció y de toda aquella región acudían a Él, a cualquier parte donde sabían que se encontraba, y le llevaban en camillas a los enfermos.

A dondequiera que llegaba, en los poblados, ciudades o caseríos, la gente le ponía a sus enfermos en la calle y le rogaba que por lo menos los dejara tocar la punta de su manto; y cuantos lo tocaban, quedaban curados.

 

El Rey hará justicia al oprimido y salvará a los hijos de los pobres

Génesis

Gn 49, 2. 8-10
En aquellos días, Jacob llamó a sus hijos y les habló así:

“Acérquense y escúchenme, hijos de Jacob;
escuchen a su padre, Israel.
A ti, Judá, te alabarán tus hermanos;
pondrás la mano sobre la cabeza de tus enemigos;
se postrarán ante ti los hijos de tu padre.

Cachorro de león eres, Judá:
has vuelto de matar la presa, hijo mío,
y te has echado a reposar, como un león.
¿Quién se atreverá a provocarte?

No se apartará de Judá el cetro,
ni de sus descendientes, el bastón de mando,
hasta que venga aquel a quien pertenece
y a quien los pueblos le deben obediencia’’.

Salmo 71

Ven, Señor, rey de justicia y de paz.
Comunica, Señor, al rey tu juicio
y tu justicia, al que es hijo de reyes;
así tu siervo saldrá en defensa de tus pobres
y regirá a tu pueblo justamente.
Ven, Señor, rey de justicia y de paz.
Justicia y paz ofrecerán al pueblo
las colinas y los montes.
El rey hará justicia al oprimido
y salvará a los hijos de los pobres.
Ven, Señor, rey de justicia y de paz.
Florecerá en sus días la justicia
y reinará la paz, era tras era.
De mar a mar se extenderá su reino
y de un extremo al otro de la tierra.
Ven, Señor, rey de justicia y de paz.
Que bendigan al Señor eternamente
y tanto como el sol, viva su nombre.
Que sea la bendición del mundo entero
y lo aclamen dichoso las naciones.
Ven, Señor, rey de justicia y de paz.

Evangelio según San Mateo

Mt 1, 1-17
Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abraham engendró a Isaac, Isaac a Jacob, Jacob a Judá y a sus hermanos; Judá engendró de Tamar a Fares y a Zará; Fares a Esrom, Esrom a Aram, Aram a Aminadab, Aminadab a Naasón, Naasón a Salmón, Salmón engendró de Rajab a Booz; Booz engendró de Rut a Obed, Obed a Jesé, y Jesé al rey David.

David engendró de la mujer de Urías a Salomón, Salomón a Roboam, Roboam a Abiá, Abiá a Asaf, Asaf a Josafat, Josafat a Joram, Joram a Ozías, Ozías a Joatam, Joatam a Acaz, Acaz a Ezequías, Ezequías a Manasés, Manasés a Amón, Amón a Josías, Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos durante el destierro en Babilonia.

Después del destierro en Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel a Zorobabel, Zorobabel a Abiud, Abiud a Eliaquim, Eliaquim a Azor, Azor a Sadoc, Sadoc a Aquim, Aquim a Eliud, Eliud a Eleazar, Eleazar a Matán, Matán a Jacob, y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.

De modo que el total de generaciones, desde Abraham hasta David, es de catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, es de catorce, y desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, es de catorce.


Crédito de la imagen: San José con el niño Jesús, por Guido Reni – Public Domain, Link

La Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María

Génesis

Gn 3, 9-15. 20
Después de que el hombre y la mujer comieron del fruto del árbol prohibido, el Señor Dios llamó al hombre y le preguntó: “¿Dónde estás?” Éste le respondió: “Oí tus pasos en el jardín; tuve miedo, porque estoy desnudo, y me escondí“. Entonces le dijo Dios: “¿Y quién te ha dicho que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol del que te prohibí comer?” Respondió Adán: “La mujer que me diste por compañera me ofreció del fruto del árbol y comí“. El Señor Dios dijo a la mujer: “¿Por qué has hecho esto?” Repuso la mujer: “La serpiente me engañó y comí“.

Entonces dijo el Señor Dios a la serpiente:

“Porque has hecho esto,
serás maldita entre todos los animales
y entre todas las bestias salvajes.
Te arrastrarás sobre tu vientre y comerás polvo
todos los días de tu vida.
Pondré enemistad entre ti y la mujer,
entre tu descendencia y la suya;
y su descendencia te aplastará la cabeza,
mientras tú tratarás de morder su talón”.

El hombre le puso a su mujer el nombre de “Eva“, porque ella fue la madre de todos los vivientes.

Salmo 97

Cantemos al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas.
Cantemos al Señor un canto nuevo,
pues ha hecho maravillas:
Su diestra y su santo brazo
le han dado la victoria.
Cantemos al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas.
El Señor ha dado a conocer su victoria
y ha revelado a las naciones su justicia.
Una vez más ha demostrado Dios
su amor y su lealtad hacia Israel.
Cantemos al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas.
La tierra entera ha contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Que todos los pueblos y naciones
aclamen con júbilo al Señor.
Cantemos al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas.

Carta del Apostol San Pablo a los Efesios

Ef 1, 3-6. 11-12
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en Él
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en Cristo, antes de crear el mundo,
para que fuéramos santos
e irreprochables a sus ojos, por el amor,
y determinó, porque así lo quiso,
que, por medio de Jesucristo, fuéramos sus hijos,
para que alabemos y glorifiquemos la gracia
con que nos ha favorecido por medio de su Hijo amado.

Con Cristo somos herederos también nosotros. Para esto estábamos destinados, por decisión del que lo hace todo según su voluntad: para que fuéramos una alabanza continua de su gloria, nosotros, los que ya antes esperábamos en Cristo.

Evangelio según San Lucas

Lc 1, 26-38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María.

Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo“. Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo.

El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y Él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin“.

María le dijo entonces al ángel: “¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?” El ángel le contestó: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios“. María contestó:

“Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho”.

Y el ángel se retiró de su presencia.


Crédito de la Imagen: “La Virgen en oración”, por Giovanni Battista Salvi da SassoferratoWeb Gallery of Art: Public Domain, Link

 

Lecturas del Domingo 6 de Octubre de 2024 – La Familia

Crédito de la imagen: “La Sagrada Familia” por Kok Leng YeoCC BY 2.0, Link

Génesis

Gn 2, 18-24
En aquel día, dijo el Señor Dios: “No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle a alguien como él, para que lo ayude”. Entonces el Señor Dios formó de la tierra todas las bestias del campo y todos los pájaros del cielo y los llevó ante Adán para que les pusiera nombre y así todo ser viviente tuviera el nombre puesto por Adán.

Así, pues, Adán les puso nombre a todos los animales domésticos, a los pájaros del cielo y a las bestias del campo; pero no hubo ningún ser semejante a Adán para ayudarlo.

Entonces el Señor Dios hizo caer al hombre en un profundo sueño, y mientras dormía, le sacó una costilla y cerró la carne sobre el lugar vacío. Y de la costilla que le había sacado al hombre, Dios formó una mujer. Se la llevó al hombre y éste exclamó:

“Ésta sí es hueso de mis huesos
y carne de mi carne.
Ésta será llamada mujer,
porque ha sido formada del hombre”.

Por eso el hombre abandonará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y serán los dos una sola cosa.

Salmo 127

Dichoso el que teme al Señor.
Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos:
comerá del fruto de su trabajo,
será dichoso, le irá bien.
Dichoso el que teme al Señor.
Su mujer, como vid fecunda,
en medio de su casa;
sus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa.
Dichoso el que teme al Señor.
Esta es la bendición del hombre que teme al Señor:
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida”.
Dichoso el que teme al Señor.

Carta del Apostol San Pablo a los Hebreos

Heb 2, 8-11
Hermanos: Es verdad que ahora todavía no vemos el universo entero sometido al hombre; pero sí vemos ya al que por un momento Dios hizo inferior a los ángeles, a Jesús, que por haber sufrido la muerte, está coronado de gloria y honor. Así, por la gracia de Dios, la muerte que Él sufrió redunda en bien de todos.

En efecto, el creador y Señor de todas las cosas quiere que todos sus hijos tengan parte en su gloria. Por eso convenía que Dios consumara en la perfección, mediante el sufrimiento, a Jesucristo, autor y guía de nuestra salvación.

El santificador y los santificados tienen la misma condición humana. Por eso no se avergüenza de llamar hermanos a los hombres.

Evangelio según San Marcos

Mc 10, 2-16
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: “¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su esposa?

Él les respondió: “¿Qué les prescribió Moisés?” Ellos contestaron: “Moisés nos permitió el divorcio mediante la entrega de un acta de divorcio a la esposa”. Jesús les dijo:  “Moisés prescribió esto, debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio, al crearlos, Dios los hizo hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su esposa y serán los dos una sola cosa. De modo que ya no son dos, sino una sola cosa. Por eso, lo que Dios unió, que no lo separe el hombre”.

Ya en casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre el asunto. Jesús les dijo: “Si uno se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio”.

Después de esto, la gente le llevó a Jesús unos niños para que los tocara, pero los discípulos trataban de impedirlo.

Al ver aquello, Jesús se disgustó y les dijo: “Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios es de los que son como ellos. Les aseguro que el que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él”.

Después tomó en brazos a los niños y los bendijo imponiéndoles las manos.

Lecturas del Domingo 9 de Junio de 2024 – Perdónanos, Señor, y viviremos

Adan, Eva y la serpiente
Adán, Eva y la serpients, por Rebecca KennisonOwn work, CC BY 2.5, Link

Génesis

Gen 3, 9-15
Después de que el hombre y la mujer comieron del fruto del árbol prohibido, el Señor Dios llamó al hombre y le preguntó: “¿Dónde estás?” Éste le respondió: “Oí tus pasos en el jardín; y tuve miedo, porque estoy desnudo, y me escondí”. Entonces le dijo Dios: “¿Y quién te ha dicho que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol del que te prohibí comer?

Respondió Adán: “La mujer que me diste por compañera me ofreció del fruto del árbol y comí”. El Señor Dios dijo a la mujer: “¿Por qué has hecho esto?” Repuso la mujer: “La serpiente me engañó y comí”.

Entonces dijo el Señor Dios a la serpiente:

“Porque has hecho esto,
serás maldita entre todos los animales
y entre todas las bestias salvajes.
Te arrastrarás sobre tu vientre y comerás polvo
todos los días de tu vida.
Pondré enemistad entre ti y la mujer,
entre tu descendencia y la suya;
y su descendencia te aplastará la cabeza,
mientras tú tratarás de morder su talón”.

Salmo 129

Perdónanos, Señor, y viviremos.

Desde el abismo de mis pecados clamo a ti;
Señor, escucha mi clamor;
que estén atentos tus oídos
a mi voz suplicante.

Perdónanos, Señor, y viviremos.

Si conservaras el recuerdo de las culpas,
¿quién habría, Señor, que se salvara?
Pero de ti procede el perdón,
por eso con amor te veneramos.

Perdónanos, Señor, y viviremos.

Confío en el Señor,
mi alma espera y confía en su palabra;
mi alma aguarda al Señor.
mucho más que a la aurora el centinela.

Perdónanos, Señor, y viviremos.

Como aguarda a la aurora el centinela,
aguarda Israel del Señor,
porque del Señor viene la misericordia,
y la abundancia de la redención,
y Él redimirá a su pueblo
de todas sus iniquidades.

Perdónanos, Señor, y viviremos.

Segunda Carta del Apostol San Pablo a los Corintios

2 Cor 4, 13–5, 1
Hermanos: Como poseemos el mismo espíritu de fe que se expresa en aquel texto de la Escritura: Creo, por eso hablo, también nosotros creemos y por eso hablamos, sabiendo que aquel que resucitó a Jesús nos resucitará también a nosotros con Jesús y nos colocará a su lado con ustedes. Y todo esto es para bien de ustedes, de manera que, al extenderse la gracia a más y más personas, se multiplique la acción de gracias para gloria de Dios.

Por esta razón no nos acobardamos; pues aunque nuestro cuerpo se va desgastando, nuestro espíritu se renueva de día en día. Nuestros sufrimientos momentáneos y ligeros nos producen una riqueza eterna, una gloria que los sobrepasa con exceso.

Nosotros no ponemos la mira en lo que se ve, sino en lo que no se ve, porque lo que se ve es transitorio y lo que no se ve es eterno. Sabemos que, aunque se desmorone esta morada terrena, que nos sirve de habitación, Dios nos tiene preparada en el cielo una morada eterna, no construida por manos humanas.

Evangelio según San Marcos

Mc 3, 20-35
En aquel tiempo, Jesús entró en una casa con sus discípulos y acudió tanta gente, que no los dejaban ni comer. Al enterarse sus parientes, fueron a buscarlo, pues decían que se había vuelto loco.

Los escribas que habían venido de Jerusalén, decían acerca de Jesús: “Este hombre está poseído por Satanás, príncipe de los demonios, y por eso los echa fuera”.

Jesús llamó entonces a los escribas y les dijo en parábolas:

“¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? Porque si un reino está dividido en bandos opuestos, no puede subsistir. Una familia dividida tampoco puede subsistir. De la misma manera, si Satanás se rebela contra sí mismo y se divide, no podrá subsistir, pues ha llegado su fin. Nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y llevarse sus cosas, si primero no lo ata. Sólo así podrá saquear la casa.
Yo les aseguro que a los hombres se les perdonarán todos sus pecados y todas sus blasfemias. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo nunca tendrá perdón; será reo de un pecado eterno”.

Jesús dijo esto, porque lo acusaban de estar poseído por un espíritu inmundo.

Llegaron entonces su madre y sus parientes; se quedaron fuera y lo mandaron llamar. En torno a él estaba sentada una multitud, cuando le dijeron: “Ahí fuera están tu madre y tus hermanos, que te buscan”.

Él les respondió: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?” Luego, mirando a los que estaban sentados a su alrededor, dijo: “Éstos son mi madre y mis hermanos. Porque el que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre”.

Yo les aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy

 

Abraham
Abraham y los tres ángeles, por James Tissot – Public Domain, link

Génesis

Gn 17, 3-9
Cuando Dios se le apareció, Abram se postró con el rostro en el suelo y Dios le dijo:

“Aquí estoy. Ésta es la alianza que hago contigo: Serás padre de una multitud de pueblos. Ya no te llamarás Abram, sino Abraham, porque te he constituido como padre de muchas naciones.
Te haré fecundo sobremanera; de ti surgirán naciones y de ti nacerán reyes. Contigo y con tus descendientes, de generación en generación, establezco una alianza perpetua para ser el Dios tuyo y de tus descendientes. A ti y a tus descendientes les daré en posesión perpetua toda la tierra de Canaán, en la que ahora vives como extranjero; y yo seré el Dios de ustedes’’.

Después le dijo Dios a Abraham: “Cumple, pues, mi alianza, tú y tu posteridad, de generación en generación”.

Evangelio según San Juan

Jn 8, 51-59
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: “Yo les aseguro: el que es fiel a mis palabras no morirá para siempre”.
Los judíos le dijeron: “Ahora ya no nos cabe duda de que estás endemoniado. Porque Abraham murió y los profetas también murieron, y tú dices: ‘El que es fiel a mis palabras no morirá para siempre’. ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Abraham, el cual murió? Los profetas también murieron. ¿Quién pretendes ser tú?

Contestó Jesús:

“Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, aquel de quien ustedes dicen: ‘Es nuestro Dios’, aunque no lo conocen. Yo, en cambio, sí lo conozco; y si dijera que no lo conozco, sería tan mentiroso como ustedes. Pero yo lo conozco y soy fiel a su palabra. Abraham, el padre de ustedes, se regocijaba con el pensamiento de verme; me vio y se alegró por ello”.

Los judíos le replicaron: “No tienes ni cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?” Les respondió Jesús: “Yo les aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy”.
Entonces recogieron piedras para arrojárselas, pero Jesús se ocultó y salió del templo.

 

La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular

Génesis

Gn 37, 3-4. 12-13. 17-28
Jacob amaba a José más que a todos sus demás hijos, porque lo había engendrado en la ancianidad. A él le había hecho una túnica de amplias mangas. Sus hermanos, viendo que lo amaba más que a todos ellos, llegaron a odiarlo, al grado de negarle la palabra.

Un día en que los hermanos de José llevaron a Siquem los rebaños de su padre, Jacob le dijo a José: “Tus hermanos apacientan mis rebaños en Siquem. Te voy a enviar allá“. José fue entonces en busca de sus hermanos y los encontró en Dotán. Ellos lo vieron de lejos, y antes de que se les acercara, conspiraron contra él para matarlo y se decían unos a otros: “Ahí viene ese soñador. Démosle muerte; lo arrojaremos en un pozo y diremos que una fiera lo devoró. Vamos a ver de qué le sirven sus sueños“.
Rubén oyó esto y trató de liberarlo de manos de sus hermanos, diciendo: “No le quiten la vida, ni derramen su sangre. Mejor arrójenlo en ese pozo que está en el desierto y no se manchen las manos“. Eso lo decía para salvar a José y devolverlo a su padre.
Cuando llegó José a donde estaban sus hermanos, éstos lo despojaron de su túnica y lo arrojaron a un pozo sin agua. Luego se sentaron a comer, y levantando los ojos, vieron a lo lejos una caravana de ismaelitas, que venían de Galaad, con los camellos cargados de especias, resinas, bálsamo y láudano, y se dirigían a Egipto. Judá dijo entonces a sus hermanos: “¿Qué ganamos con matar a nuestro hermano y ocultar su muerte? Vendámoslo a los ismaelitas y no mancharemos nuestras manos. Después de todo, es nuestro hermano y de nuestra misma sangre“. Y sus hermanos le hicieron caso. Sacaron a José del pozo y se lo vendieron a los mercaderes por veinticinco monedas de plata. Los mercaderes se llevaron a José a Egipto.

Evangelio según San Mateo

Mt 21, 33-43. 45-46
En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo esta parábola:

“Había una vez un propietario que plantó un viñedo, lo rodeó con una cerca, cavó un lagar en él, construyó una torre para el vigilante y luego la alquiló a unos viñadores y se fue de viaje.
Llegado el tiempo de la vendimia, envió a sus criados para pedir su parte de los frutos a los viñadores; pero éstos se apoderaron de los criados, golpearon a uno, mataron a otro, y a otro más lo apedrearon. Envió de nuevo a otros criados, en mayor número que los primeros, y los trataron del mismo modo.
Por último, les mandó a su propio hijo, pensando: ‘A mi hijo lo respetarán’. Pero cuando los viñadores lo vieron, se dijeron unos a otros: ‘Éste es el heredero. Vamos a matarlo y nos quedaremos con su herencia’. Le echaron mano, lo sacaron del viñedo y lo mataron.
Ahora díganme: Cuando vuelva el dueño del viñedo, ¿qué hará con esos viñadores?” Ellos le respondieron: “Dará muerte terrible a esos desalmados y arrendará el viñedo a otros viñadores, que le entreguen los frutos a su tiempo”.

Entonces Jesús les dijo:

“¿No han leído nunca en la Escritura: La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra del Señor y es un prodigio admirable?
Por esta razón les digo que les será quitado a ustedes el Reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca sus frutos”.

Al oír estas palabras, los sumos sacerdotes y los fariseos comprendieron que Jesús las decía por ellos y quisieron aprehenderlo, pero tuvieron miedo a la multitud, pues era tenido por un profeta.

Lecturas del Domingo 25 de Febrero de 2024: “Este es mi Hijo amado; escúchenlo”

La transfiguración de Jesús
La Transfiguración, por Carl Bloch – Public Domain, Link

Génesis

Gn 22, 1-2. 9-13. 15-18
En aquel tiempo, Dios le puso una prueba a Abraham y le dijo: “¡Abraham, Abraham!” Él respondió: “Aquí estoy“. Y Dios le dijo: “Toma a tu hijo único, Isaac, a quien tanto amas; vete a la región de Moria y ofrécemelo en sacrificio, en el monte que yo te indicaré“.

Cuando llegaron al sitio que Dios le había señalado, Abraham levantó un altar y acomodó la leña. Luego ató a su hijo Isaac, lo puso sobre el altar, encima de la leña, y tomó el cuchillo para degollarlo.

Pero el ángel del Señor lo llamó desde el cielo y le dijo: “¡Abraham, Abraham!” Él contestó: “Aquí estoy“. El ángel le dijo: “No descargues la mano contra tu hijo, ni le hagas daño. Ya veo que temes a Dios, porque no le has negado a tu hijo único“.

Abraham levantó los ojos y vio un carnero, enredado por los cuernos en la maleza. Atrapó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo.

El ángel del Señor volvió a llamar a Abraham desde el cielo y le dijo: “Juro por mí mismo, dice el Señor, que por haber hecho esto y no haberme negado a tu hijo único, yo te bendeciré y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y las arenas del mar. Tus descendientes conquistarán las ciudades enemigas. En tu descendencia serán bendecidos todos los pueblos de la tierra, porque obedeciste a mis palabras“.

Salmo 115

Siempre confiaré en el Señor.

Aun abrumado de desgracias,
siempre confié en Dios.
A los ojos del Señor es muy penoso
que mueran sus amigos.

Siempre confiaré en el Señor.

De la muerte, Señor, me has librado,
a mí, tu esclavo e hijo de tu esclava;
te ofreceré con gratitud un sacrificio
e invocaré tu nombre.

Siempre confiaré en el Señor.

Cumpliré mis promesas al Señor
ante todo su pueblo,
en medio de su templo santo,
que está en Jerusalén.

Siempre confiaré en el Señor.

Carta del Apostol San Pablo a los Romanos

Rm 8, 31b-34
Hermanos: Si Dios está a nuestro favor, ¿quién estará en contra nuestra? El que no nos escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no va a estar dispuesto a dárnoslo todo, junto con su Hijo? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Si Dios mismo es quien los perdona, ¿quién será el que los condene? ¿Acaso Jesucristo, que murió, resucitó y está a la derecha de Dios para interceder por nosotros?

Evangelio según San Marcos

Mc 9, 2-10
En aquel tiempo, Jesús tomó aparte a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos a un monte alto y se transfiguró en su presencia. Sus vestiduras se pusieron esplendorosamente blancas, con una blancura que nadie puede lograr sobre la tierra. Después se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.

Entonces Pedro le dijo a Jesús: “Maestro, ¡qué a gusto estamos aquí! Hagamos tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías“. En realidad no sabía lo que decía, porque estaban asustados.

Se formó entonces una nube, que los cubrió con su sombra, y de esta nube salió una voz que decía: “Éste es mi Hijo amado; escúchenlo“.

En ese momento miraron alrededor y no vieron a nadie sino a Jesús, que estaba solo con ellos.

Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó que no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos guardaron esto en secreto, pero discutían entre sí qué querría decir eso de ‘resucitar de entre los muertos‘.

Lecturas del Domingo 18 de Febrero de 2024 – Arrepiéntanse y Crean en el Evangelio

El Bautismo
El Bautismo de Cristo, por José Ferraz de Almeida Júnior. Public Domain, link.

Génesis

Gn 9, 8-15
En aquellos días, dijo Dios a Noé y a sus hijos:

“Ahora establezco una alianza con ustedes y con sus descendientes, con todos los animales que los acompañaron, aves, ganados y fieras, con todos los que salieron del arca, con todo ser viviente sobre la tierra. Ésta es la alianza que establezco con ustedes: No volveré a exterminar la vida con el diluvio, ni habrá otro diluvio que destruya la tierra”.

Y añadió:

“Ésta es la señal de la alianza perpetua que yo establezco con ustedes y con todo ser viviente que esté con ustedes: pondré mi arco iris en el cielo como señal de mi alianza con la tierra, y cuando yo cubra de nubes la tierra, aparecerá el arco iris y me acordaré de mi alianza con ustedes y con todo ser viviente. No volverán las aguas del diluvio a destruir la vida”.

Salmo 24

Descúbrenos, Señor, tus caminos.

Descúbrenos, Señor, tus caminos,
guíanos con la verdad de tu doctrina.
Tú eres nuestro Dios y salvador
y tenemos en ti nuestra esperanza.

Descúbrenos, Señor, tus caminos.

Acuérdate, Señor, que son eternos
tu amor y tu ternura.
Según ese amor y esa ternura,
acuérdate de nosotros.

Descúbrenos, Señor, tus caminos.
Porque el Señor es recto y bondadoso,
indica a los pecadores el sendero,
guía por la senda recta a los humildes
y descubre a los pobres sus caminos.

Descúbrenos, Señor, tus caminos.

Primera Carta del Apostol San Pedro

1 Pt 3, 18-22
Hermanos: Cristo murió, una sola vez y para siempre, por los pecados de los hombres; Él, el justo, por nosotros, los injustos, para llevarnos a Dios; murió en su cuerpo y resucitó glorificado. En esta ocasión, fue a proclamar su mensaje a los espíritus encarcelados, que habían sido rebeldes en los tiempos de Noé, cuando la paciencia de Dios aguardaba, mientras se construía el arca, en la que unos pocos, ocho personas, se salvaron flotando sobre el agua. Aquella agua era figura del bautismo, que ahora los salva a ustedes y que no consiste en quitar la inmundicia corporal, sino en el compromiso de vivir con una buena conciencia ante Dios, por la resurrección de Cristo Jesús, Señor nuestro, que subió al cielo y está a la derecha de Dios, a quien están sometidos los ángeles, las potestades y las virtudes.

Evangelio según San Marcos

Mc 1, 12-15
En aquel tiempo, el Espíritu impulsó a Jesús a retirarse al desierto, donde permaneció cuarenta días y fue tentado por Satanás. Vivió allí entre animales salvajes, y los ángeles le servían.

Después de que arrestaron a Juan el Bautista, Jesús se fue a Galilea para predicar el Evangelio de Dios y decía:

“Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios ya está cerca. Arrepiéntanse y crean en el Evangelio”.