Vete, tu fe te ha salvado

Jesús y Bartimeo
Jesús sanando a el ciego Bartimeo, por Marion Halft – Link.

Sirácide (Eclesiástico)

Sir 42, 15-26

Voy a traer a la memoria las obras del Señor
y a contar lo que he visto.

Por la palabra de Dios ha sido hecho todo cuanto existe
y el mundo entero está sometido a su voluntad.
Como la luz del sol ilumina todas las cosas de la tierra,
la gloria del Señor llena la creación.

No les concedió a sus ángeles
contar todas esas maravillas,
que el Señor todopoderoso estableció firmemente
como una prueba manifiesta de su gloria.

El Señor penetra hasta el fondo de los abismos
y de los corazones,
y conoce todos sus secretos,
porque Él posee toda la ciencia
y conoce el movimiento de los astros;
descubre lo pasado, anuncia lo futuro
y revela los más recónditos misterios.
Ningún pensamiento se le oculta,
ninguna cosa se le escapa.

Aquel que existe antes que el tiempo y para todo tiempo,
dio esplendor y grandeza a las obras de su sabiduría.
Nada se le puede añadir,
nada se le puede quitar
y no necesita consejero.

¡Qué preciosas son las obras del Señor,
y eso que apenas una chispa es lo que vemos!
En el universo todo vive y dura para siempre
y obedece al Señor en todo momento.

Todas las cosas difieren entre sí,
y sin embargo, se complementan.
Nada de lo que ha hecho el Señor es inútil;
cada una de ellas afirma la excelencia de la otra.
¿Quién se cansará de contemplar la gloria del Señor?

Evangelio según San Marcos

Mc 10, 46-52
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó en compañía de sus discípulos y de mucha gente, un ciego, llamado Bartimeo, se hallaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que el que pasaba era Jesús Nazareno, comenzó a gritar: “¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!” Muchos lo reprendían para que se callara, pero él seguía gritando todavía más fuerte: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!

Jesús se detuvo entonces y dijo: “Llámenlo”. Y llamaron al ciego, diciéndole: “¡Ánimo! Levántate, porque Él te llama”. El ciego tiró su manto; de un salto se puso en pie y se acercó a Jesús. Entonces le dijo Jesús: “¿Qué quieres que haga por ti?” El ciego le contestó: “Maestro, que pueda ver”. Jesús le dijo: “Vete; tu fe te ha salvado”. Al momento recobró la vista y comenzó a seguirlo por el camino.

 

La Palabra del Miércoles 15 de Febrero de 2023

Jesús y el ciego
Jesús y el ciego, por Andrey MironovOwn work, CC BY-SA 4.0, Link

Génesis

Gn 8, 6-13. 20-22
Cuarenta días después de que las aguas del diluvio habían ido bajando y ya se veían las cimas de los montes, Noé abrió la ventana que había hecho en el arca y soltó un cuervo. Éste anduvo yendo y viniendo, hasta que se secó el agua en la tierra. Después soltó Noé una paloma, para ver si ya se había secado el agua sobre la superficie de la tierra. La paloma no encontró en dónde posarse y volvió al arca, porque aún había agua sobre la superficie de la tierra. Noé estiró el brazo, la tomó y la metió en el arca. Esperó otros siete días y volvió a soltar la paloma, que regresó al atardecer con una hoja de olivo en el pico. Noé comprendió que el agua sobre la tierra era ya muy poca. Esperó otros siete días y soltó otra vez la paloma, la cual ya no regresó.

El primer día del primer mes del año seiscientos uno se secó el agua en la tierra. Noé levantó la cubierta del arca y vio que la tierra estaba ya seca.

Entonces salió del arca y construyó un altar al Señor; tomó animales y aves de toda especie pura y los ofreció en holocausto sobre el altar. Cuando el Señor aspiró la suave fragancia de las ofrendas, se dijo: “No volveré a maldecir la tierra a causa del hombre. Es cierto que el corazón humano se inclina al mal desde su infancia, pero yo no volveré a exterminar a los vivientes, como acabo de hacerlo. Mientras dure la tierra, no han de faltar siembra y cosecha, frío y calor, verano e invierno, día y noche”.

Evangelio según San Marcos

Mc 8, 22-26
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a Betsaida y enseguida le llevaron a Jesús un ciego y le pedían que lo tocara. Tomándolo de la mano, Jesús lo sacó del pueblo, le puso saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntó: “¿Ves algo?” El ciego, empezando a ver, le dijo: “Veo a la gente, como si fueran árboles que caminan“.

Jesús le volvió a imponer las manos en los ojos y el hombre comenzó a ver perfectamente bien: estaba curado y veía todo con claridad. Jesús lo mandó a su casa, diciéndole: “Vete a tu casa, y si pasas por el pueblo, no se lo digas a nadie“.

 

La Palabra del Viernes 2 de Diciembre de 2022

Jesús y el ciego
Jesús y el ciego, por Andrey MironovOwn work, CC BY-SA 4.0, Link

Isaías 29, 17-24

Esto dice el Señor:
“¿Acaso no está el Líbano
a punto de convertirse en un vergel
y el vergel en un bosque?
Aquel día los sordos oirán las palabras de un libro;
los ojos de los ciegos verán sin tinieblas ni oscuridad;
los oprimidos volverán a alegrarse en el Señor
y los pobres se gozarán en el Santo de Israel;
porque ya no habrá opresores
y los altaneros habrán sido exterminados.
Serán aniquilados los que traman iniquidades,
los que con sus palabras echan la culpa a los demás,
los que tratan de enredar a los jueces
y sin razón alguna hunden al justo”.

Esto dice a la casa de Jacob
el Señor que rescató a Abraham:
“Ya no se avergonzará Jacob,
ya no se demudará su rostro,
porque al ver mis acciones en medio de los suyos,
santificará mi nombre,
santificará al Santo de Jacob
y temerá al Dios de Israel.
Los extraviados de espíritu entrarán en razón
y los inconformes aceptarán la enseñanza”.

Evangelio según San Mateo 9, 27-31

Cuando Jesús salía de Cafarnaúm, lo siguieron dos ciegos, que gritaban: “¡Hijo de David, compadécete de nosotros!” Al entrar Jesús en la casa, se le acercaron los ciegos y Jesús les preguntó: “¿Creen que puedo hacerlo?” Ellos le contestaron: “Sí, Señor”. Entonces les tocó los ojos, diciendo: “Que se haga en ustedes conforme a su fe”. Y se les abrieron los ojos. Jesús les advirtió severamente: “Que nadie lo sepa”. Pero ellos, al salir, divulgaron su fama por toda la región.

 

 

La Palabra del Lunes 14 de Noviembre de 2022

Jesús y el ciego
Jesús y el ciego, por Andrey MironovOwn work, CC BY-SA 4.0, Link

Apocalipsis 1, 1-4; 2, 1-5

Ésta es la revelación que Dios le confió a Jesucristo, para que él manifestara a sus servidores lo que tiene que suceder en breve, y que comunicó, por medio de un ángel, a su siervo Juan. El cual narra lo que vio y afirma que es palabra de Dios, atestiguada por Jesucristo. Dichosos los que lean y escuchen la lectura de esta profecía y hagan caso de lo que en ella está escrito, porque el tiempo señalado está cerca.

Yo, Juan, les deseo la gracia y la paz a las siete comunidades cristianas de la provincia de Asia, de parte del que es, del que era, del que ha de venir, y de parte de los siete espíritus que están ante su trono.

Oí al Señor, que me decía:

“Al encargado de la comunidad cristiana de Efeso escríbele así: Esto dice el que tiene las siete estrellas en su mano derecha y camina entre los siete candelabros de oro:
‘Conozco tus obras, tu esfuerzo y tu paciencia; sé que no puedes soportar a los malvados, que pusiste a prueba a los que se llamaban apóstoles sin serlo, y descubriste que eran unos mentirosos. Eres tenaz, has sufrido por mí y no te has rendido a la fatiga. Pero tengo en contra tuya que ya no tienes el mismo amor que al principio. Recuerda de dónde has caído, arrepiéntete y vuelve a proceder como antes’ ”.

Evangelio según San Lucas 18, 35-43

En aquel tiempo, cuando Jesús se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado a un lado del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello, y le explicaron que era Jesús el Nazareno, que iba de camino. Entonces él comenzó a gritar: “¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!” Los que iban adelante lo regañaban para que se callara, pero él se puso a gritar más fuerte: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!

Entonces Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le preguntó: “¿Qué quieres que haga por ti?” Él le contestó: “Señor, que vea”. Jesús le dijo: “Recobra la vista; tu fe te ha curado”.

Enseguida el ciego recobró la vista y lo siguió, bendiciendo a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.

 

Lecturas del Domingo 27 de Febrero de 2022: El Ciego Guiando a Otro Ciegos

Ciegos
Ciego guiando a otros ciegos, Public Domain, Link

Hoy el Ocatvo Domingo del Tiempo Ordinario. Es el último domingo antes del inicio de la Cuaresma, y es momento de reflexionar sobre nuestra vida y nuestras obras.

Eclesiástico 27, 5-8

Al agitar el cernidor, aparecen las basuras;
en la discusión aparecen los defectos del hombre.
En el horno se prueba la vasija del alfarero;
la prueba del hombre está en su razonamiento.
El fruto muestra cómo ha sido el cultivo de un árbol;
la palabra muestra la mentalidad del hombre.
Nunca alabes a nadie antes de que hable,
porque ésa es la prueba del hombre.

Salmo 91

R. (cf. 2a) ¡Qué bueno es darte gracias, Señor!
¡Qué bueno es darte gracias, Dios altísimo,
y celebrar tu nombre,
pregonando tu amor cada mañana
y tu fidelidad, todas las noches! R.
R. ¡Qué bueno es darte gracias, Señor!
Los justos crecerán como las palmas,
como los cedros en los altos montes;
plantados en la casa del Señor,
en medio de sus atrios darán flores. R.
R. ¡Qué bueno es darte gracias, Señor!
Seguirán dando fruto en su vejez,
frondosos y lozanos como jóvenes,
para anunciar que en Dios, mi protector,
ni maldad ni injusticia se conocen. R.
R. ¡Qué bueno es darte gracias, Señor!

Primera Carta del Apostol San Pablo a los Corintios 15, 54-58

Hermanos: Cuando nuestro ser corruptible y mortal se revista de incorruptibilidad e inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra de la Escritura: La muerte ha sido aniquilada por la victoria. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón? El aguijón de la muerte es el pecado y la fuerza del pecado es la ley. Gracias a Dios, que nos ha dado la victoria por nuestro Señor Jesucristo.

Así pues, hermanos míos muy amados, estén firmes y permanezcan constantes, trabajando siempre con fervor en la obra de Cristo, puesto que ustedes saben que sus fatigas no quedarán sin recompensa por parte del Señor.

Evangelio Según San Lucasc 6, 39-45
En aquel tiempo, Jesús propuso a sus discípulos este ejemplo: “¿Puede acaso un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un hoyo? El discípulo no es superior a su maestro; pero cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.

¿Por qué ves la paja en el ojo de tu hermano y no la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo te atreves a decirle a tu hermano: ‘Déjame quitarte la paja que llevas en el ojo’, si no adviertes la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga que llevas en tu ojo y entonces podrás ver, para sacar la paja del ojo de tu hermano.

No hay árbol bueno que produzca frutos malos, ni árbol malo que produzca frutos buenos. Cada árbol se conoce por sus frutos. No se recogen higos de las zarzas, ni se cortan uvas de los espinos. El hombre bueno dice cosas buenas, porque el bien está en su corazón, y el hombre malo dice cosas malas, porque el mal está en su corazón, pues la boca habla de lo que está lleno el corazón”.

Lecturas del Domingo 24 de Octubre de 2021: Señor, que pueda ver

Jesús y Bartimeo
Jesús sanando a el ciego Bartimeo, por Marion Halft – Own work, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=19541671

Hoy es el 30avo Domingo del Tiempo Ordinario. El ciego no podía ver pero tenía fe. Espero con paciencia sabrá Dios cuánto años sentado en las esquinas sobreviviendo por la piedad de los transeuntes. Y cuando Jesús está cerca, su corazón late con emoción y ardor. Le grita: “Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí”. Y con la gracia de Dios, a través de Jesús, el ciego recuperó la vista.

Así nosotros debemos aprender que nuestro sufrimiento puede parecernos eterno, pero cuando escuchemos la palabra de Dios, aferrémonos a su luz y gritémosle a Jesús que tenga compasión de nosotros y nos cure nuestros males.

Jeremías 31, 7-9

Esto dice el Señor:
“Griten de alegría por Jacob,
regocíjense por el mejor de los pueblos;
proclamen, alaben y digan:
‘El Señor ha salvado a su pueblo,
al grupo de los sobrevivientes de Israel’.

He aquí que yo los hago volver del país del norte
y los congrego desde los confines de la tierra.
Entre ellos vienen el ciego y el cojo,
la mujer encinta y la que acaba de dar a luz.

Retorna una gran multitud;
vienen llorando, pero yo los consolaré y los guiaré;
los llevaré a torrentes de agua
por un camino llano en el que no tropezarán.
Porque yo soy para Israel un padre
y Efraín es mi primogénito”.

Salmo 125, 1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6

R. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.
Cuando el Señor nos hizo volver del cautiverio,
creíamos soñar;
entonces no cesaba de reír nuestra boca
ni se cansaba entonces la lengua de cantar. R.
R. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.
Aun los mismos paganos con asombro decían:
“¡Grandes cosas ha hecho por ellos el Señor!”
Y estábamos alegres,
pues ha hecho grandes cosas por su pueblo el Señor. R.
R. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.
Como cambian los ríos la suerte del desierto,
cambia también ahora nuestra suerte, Señor,
y entre gritos de júbilo
cosecharán aquellos que siembran con dolor. R.
R. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.
Al ir, iba llorando, cargando la semilla;
al regresar, cantando vendrán con sus gavillas. R.
R. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.

Carta a los Hebreos 5, 1-6

Hermanos: Todo sumo sacerdote es un hombre escogido entre los hombres y está constituido para intervenir en favor de ellos ante Dios, para ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, ya que él mismo está envuelto en debilidades. Por eso, así como debe ofrecer sacrificios por los pecados del pueblo, debe ofrecerlos también por los suyos propios.

Nadie puede apropiarse ese honor, sino sólo aquel que es llamado por Dios, como lo fue Aarón. De igual manera, Cristo no se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote; se la otorgó quien le había dicho: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy. O como dice otro pasaje de la Escritura: Tú eres sacerdote eterno, como Melquisedec.

Evangelios según San Marcos 10, 46-52

En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó en compañía de sus discípulos y de mucha gente, un ciego, llamado Bartimeo, se hallaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que el que pasaba era Jesús Nazareno, comenzó a gritar: “¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!” Muchos lo reprendían para que se callara, pero él seguía gritando todavía más fuerte: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!”.

Jesús se detuvo entonces y dijo: “Llámenlo”. Y llamaron al ciego, diciéndole: “¡Ánimo! Levántate, porque él te llama”. El ciego tiró su manto; de un salto se puso en pie y se acercó a Jesús. Entonces le dijo Jesús: “¿Qué quieres que haga por ti?” El ciego le contestó: “Maestro, que pueda ver”. Jesús le dijo: “Vete; tu fe te ha salvado”. Al momento recobró la vista y comenzó a seguirlo por el camino.

Lecturas del Domingo: Marzo 22, 2019 – El ciego que volvió a ver

Jesús y el ciego
Jesús y el ciego, por Andrey MironovOwn work, CC BY-SA 4.0, Link

Hoy tenemos una hermosa narración del Evangelio de San Juan:

“En aquel tiempo, Jesús vio pasar a un ciego de nacimiento, y sus discípulos le preguntaron: ‘Maestro, ¿Quién pecó para que éste naciera ciego, él o sus padres?’. Jesús respondió: ‘Ni él pecó, ni tampoco sus padres. Nació así para que en él se manifestaran las obras de Dios. Es necesario que yo haga las obras del que me envió mientras es de día, porque llega la noche y ya nadie puede trabajar. Mientras esté en el mundo, yo soy la luz del mundo’.
“Dicho esto, escupió en el suelo, hizo lodo con la saliva, se lo puso en los ojos al ciego y le dijo: ‘Ve a lavarte enla piscina de Siloé’ (que significa Enviado). Él fue, se lavó y volvió con vista.
“Entonces los vecinos y los que lo habían visto antes pidiendo limosna, preguntaban: ‘¿No es éste el que se sentaba a pedir limosna?’ Unos decían: ‘Es el mismo’. Otros: ‘No es él, sino que se le parece’. Pero él decía: ‘Soy yo’. Y le preguntaban: ‘¿Cómo se te abrieron los ojos?’ Él les respondió: ‘El hombre que se llama Jesús hizo lodo, me lo puso en los ojos y me dijo: ‘Ve a Siloé y lávate’. Entonces fui, me lavé y comencé a ver’.
“Llevaron entonces a los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día en que Jesús hizo lodo y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaron cómo había adquirido la vista. Él les contesto: ‘Me puso lodo en los ojos, me lavé y veo’. Algunos de los fariseos comentaban: ‘Ese hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado’. Otros replicaban: ‘¿Cómo puede un pecador hacer semejantes prodigios?’ y había una división ente ellos. Entonces volvieron a preguntarle al ciego: ‘Y tú, ¿qué piensas del que te abrió los ojos?’ él les contestó: ‘Que es un profeta’.
“Pero los judíos no creyeron que aquel hombre, que había sido ciego, hubiera recobrado la vista. Llamaron, pues, a sus padres y les preguntaron: ‘¿Es este su hijo, del que ustedes dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?’ Sus padres contestaron: ‘Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego. Cómo es que ahora ve o quién le haya dado la vista, no lo sabemos. Pregúntenselo a él; ya tiene edad suficiente y les responderá’. Los padres del que había sido ciego dijeron esto por miedo a los judíos, porque éstos ya habían convenido en expulsar de la sinagoga a quien reconociera a Jesús como el Mesías. Por eso sus padres dijeron: ‘Ya tiene edad; pregúntenle a él’.
“Llamaron de nuevo al que había sido ciego y le dijeron: ‘Da gloria a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es pecador’. Contestó él: ‘Si es pecador, yo no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo’. Le preguntaron otra vez: ‘¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?’ Les contestó: ‘Ya se lo dije a ustedes y no me han dado crédito? ¿Para qué quieren oírlo otra vez? ¿Acaso también ustedes quieren hacerse discípulos suyos?’ Entonces ellos lo llenaron de insultos y le dijeron: ‘Discípulo de ése lo serás tú. Nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios. Pero ése, no sabemos de dónde viene?’.
“Replicó aquel hombre: ‘Es curioso que ustedes no sepan de dónde viene y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores pero al que lo teme y hace su voluntad, a ése sí lo escucha. Jamás se había oído decir que alguien abriera los ojos a un ciego de nacimiento. Si éste no viniera de Dios, no tendría ningún poder’. Le replicaron: ‘Tu eres puro pecado desde que naciste, ¿cómo pretendes darnos lecciones?’ Y lo echaron fuera.
“Supo Jesús que lo habían echado fuera, y cuando lo encontró le dijo: ‘¿Crees tú en el Hijo del Hombre?’ Él contestó: ‘¿Y quién es, Señor, para que yo crea en él?’ Jesús le dijo: ‘Ya lo has visto; el que está hablando contigo, ése es’. Él dijo: ‘Creo, Señor’. Y postrándose, lo adoró.
“Entonces le dijo Jesús: ‘Yo he venido a este mundo para que se definan los campos: para que los ciegos vean, y los que ven queden ciegos’. Al oír esto, algunos fariseos que estaba con él preguntaron: ‘¿Entonces también nosotros estamos ciegos?’ Jesús les contestó: ‘Si estuvieran ciegos, no tendrían pecado; pero como dicen que ven, siguen en su pecado'”.

 

Lecturas del Domingo: Marzo 3, 2019 – Limpia tus impurezas

El ciego guiando a otros ciegos
El ciego guiando a otros ciegos, por Pieter Bruegel the ElderFile:Brueghel Blinde.PNG, Public Domain, Link

La Primera Lectura de hoy es del Libro del Eclesiástico –el antiguo libro de las leyes– y nos dice:

“Al agitar el cernidor –una especie de colador– aparecen las basuras; en la discusión, aparecen los defectos del hombre”

Cuando nos ponemos a discutir sin bases, sin pensar las cosas que decimos, aparece nuestra propia basura, o sea, nuestros defectos.

Jesús nos dice en el Evangelio de hoy una serie de ejemplos con un mensaje similar al anterior:

“¿Puede acaso un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un hoyo? El discípulo no es superior a su maestro, pero cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.
“¿Por qué ves la paja en el ojo de tu hermano y no la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo te atreves a decirle a tu hermano: ´Déjame quitarte la paja que llevas en el ojo´, si no adviertes la viga que llevas en el tuyo?
¡Hipócrita!
Saca primero la viga que llevas en tu ojo y entonces podrás ver, para sacar la paja del ojo de tu hermano.
“No hay árbol bueno que produzca frutos malos, ni árbol malo que produzca frutos buenos. Cada árbol se conoce por sus frutos. No se recogen higos de las zarzas, ni se cortan uvas de los espinos.
“El hombre bueno dice cosas buenas, porque el bien está en su corazón, y el hombre malo dice cosas malas, porque el mal está en su corazón, pues la boca habla de lo que está lleno el corazón”.

En la discusión, aparecen los defectos del hombre. No dejes que las cosas malas salgan por tu boca. Llena tu corazón de cosas buenas –pensamientos y obras– y éstas saldrán de tu boca para hacer el bien. Y lleva este mensaje a los demás, a los que están cerca de ti, para hacer de este mundo un mejor lugar para todos.

 

Lecturas del Domingo: Octubre 28, 2018 – Vete; tu fe te ha salvado

Jesús y el ciego
Jesús y el ciego, por Andrey MironovOwn work, CC BY-SA 4.0, Link

Muchas veces hemos escuchado que la fe mueve montañas, que con una fe tan pequeña como un grano de mostaza podríamos hacer cosas increíbles como caminar sobre el agua.

Pero, a la hora de demostrar que tenemos fe nuestra naturaleza humana –el instinto de conservación, pero más fuerte la incredulidad sobre las cosas que no podemos ver– se interponen en nuestro camino. ¿Cuántas veces nos ha pasado que hemos dejado algún proyecto o plan sólo por el hecho de que tenemos un diablito en el hombro que nos dice “No, no puedes hacer eso, ¡olvídalo!”?

El Evangelio de hoy nos habla de un Bartimeo, un ciego que pedía limosna en uno de los caminos de Jericó. Al oír que Jesús pasaba le empezó a gritar: “¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!”. La gente le decía que se callara, semejando nuestras propias inseguridades, pero el insistía en su clamor. Llegó un momento que gritó a toda voz: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!”.

“Jesús se detuvo entonces y dijo: ´Llámenlo. Y llamaron al ciego diciéndole: ´¡Ánimo!, Levántate porque él te llama´”.

Nuestro hermanos separados –los llamados cristianos y de otras sectas– tienen un dicho de que nuestra oración debe ser sencilla y tratando de no molestar a Dios, pero eso queda eliminado con el fragmento del Evangelio de hoy, pues el ejemplo más grande de que Dios en verdad escucha nuestra oración, pero es nuestra propia responsabilidad de hacerlo continuamente, no nada más que una sola vez.

El ciego no hizo caso de los regaños de la gente para que se callara, sino que, al contrario, gritó mas fuerte para poder ser escuchado.

Sigue la lectura:

“El ciego tiró su manto; de un salto se puso en pie y se acercó a Jesús. Entonces, le dijo Jesús: ´¿Qué quieres que haga por ti?´ El ciego le contestó: ´Maestro, que pueda ver´. Jesús le dijo: ´Vete; tu fe te ha salvado´. Al momento recobró la vista y comenzó a seguirlo por el camino”.

El hombre del relato es ciego, pidiendo limosna en el camino. Cuando Jesús le llama, lo primero que hace es “tirar su manto”. Es fácil imaginar que para una persona de su condición el manto es de las pocas cosas valiosas que tiene. Quizás para el resto de la gente no es mas que un trapo mugroso y feo, pero para él se trata de su más importante posesión. Y, ¿qué es lo que hace con el manto? Se despoja de él, no le importa, pues reconoce que es más importante seguir a Jesús.

Una gran lección para todos.

Y luego, Jesús lo premia por su fe, devolviéndole la vista.

Y el ciego, no se queda ahí o se va sin agradecer. Comienza a seguir a Jesús por el camino.

Orar, orar, y orar. Esa es la clave de nuestra conversación con Dios y el inicio del crecimiento de nuestra fe. Y una vez que los milagros nos lleguen, por favor no te desatiendas o los olvides, reconócelo, agradece y sigue a Jesús.

Lecturas del Domingo: Marzo 26, 2017 – El relato del ciego

Jesús y el ciego
Jesús y el ciego, por Andrey MironovOwn work, CC BY-SA 4.0, Link

Este es, sin duda, un día con algunas de las lecturas más hermosas del año. Y nos es para menos: si tuvieron oportunidad de ir a la iglesia el día de hoy, se dieron cuenta de que los sacerdotes y diáconos llevaban algo de color rosa. Este es el símbolo de la alegría, y sólo se lleva a cabo dos veces al año: hoy, en el cuarto domingo de la cuaresma, y en el tercer domingo de adviento, cerca de la Navidad.

Y, es que hoy la Iglesia trata de decirnos que debemos de estar alegres, que las restricciones de la cuaresma están por terminar y se acerca el día más grande de la historia.

Pero volvamos un poco a las lecturas. Primero, tenemos cómo Samuel, uno de los profetas del antiguo testamento, es mandado por Dios a escoger al segundo Rey de Israel. Le son presentados 7 hermanos, de mayor a menor, para que unja al que Dios le diga. Es curioso que Samuel cree que el primer hermano, el mayor y mas fuerte, será el elegido; pero Dios le dice que no se deje llevar por las apariencias, pues ÉL no usa los mismos criterios de los hombre para elegirlos.

Asi van pasando uno a uno hasta que el último, que ni siquiera había sido considerado por ser el mas joven y pequeño. ¡Hasta lo habían mandado a pastorear ovejas!

Y ese último, que no tenía las más pequeñas posibilidades de ser el nuevo Rey de Israel, era David.

El Señor es mi pastor, nada me falta

¡Ah, el Salmo 22! El Señor es mi pastor, nada me falta. Lindísmo poema, precisamente de David para alabar a Dios. Cuando tengas una oportunidad, escúchalo con la música apropiada, vale la pena.

Y el Evangelio con el relato del ciego

¿Cuántas veces necesitaban los antiguos fariseos para convencerse de un milagro? Okay, ¿cuántas veces necesito yo ver algo para convencerme de los milagros? Jesús le recobra la vista a un ciego de nacimiento, y la gente de Israel cuestiona el acontecimiento:

  • ¿Porqué está sucediendo en Sábado, el día de guardar?
  • Unos dicen: “no, este no es el ciego que pedía limosna, pero se le parece”.
  • Los fariseos no le creen, ¡y hasta mandan a traer a sus padres para ver si de verdad nació ciego!
  • Los padres cuando les preguntan cómo es que su hijo recobró la vista, por miedo a los fariseos, les responden: “El ya tiene edad, pregúntenle a él”.

El ciego, cuando es preguntado por el grupo, les responde sabiamente –refiriéndose a Jesús–:

“Es curioso que ustedes no sepan de dónde viene y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero al que los teme y hace su voluntad, a ese sí lo escucha. Jamás se había oído decir que alguien abriera los ojos a un ciego de nacimiento. Si este no viniera de Dios, no tendría ningún poder.”

Obviamente, esto causó la furia de los fariseos, que lo hecharon del templo. Después, Jesús se lo encuentra luego de un interesante intercambio el ciego reconoce a Jesús como su liberador, pero más importante, como el verdadero mesías.

El ciego dijo: “Creo, Señor”, y postrándose lo adoró.