Lecturas del Domingo: Marzo 22, 2019 – El ciego que volvió a ver

Jesús y el ciego
Jesús y el ciego, por Andrey MironovOwn work, CC BY-SA 4.0, Link

Hoy tenemos una hermosa narración del Evangelio de San Juan:

“En aquel tiempo, Jesús vio pasar a un ciego de nacimiento, y sus discípulos le preguntaron: ‘Maestro, ¿Quién pecó para que éste naciera ciego, él o sus padres?’. Jesús respondió: ‘Ni él pecó, ni tampoco sus padres. Nació así para que en él se manifestaran las obras de Dios. Es necesario que yo haga las obras del que me envió mientras es de día, porque llega la noche y ya nadie puede trabajar. Mientras esté en el mundo, yo soy la luz del mundo’.
“Dicho esto, escupió en el suelo, hizo lodo con la saliva, se lo puso en los ojos al ciego y le dijo: ‘Ve a lavarte enla piscina de Siloé’ (que significa Enviado). Él fue, se lavó y volvió con vista.
“Entonces los vecinos y los que lo habían visto antes pidiendo limosna, preguntaban: ‘¿No es éste el que se sentaba a pedir limosna?’ Unos decían: ‘Es el mismo’. Otros: ‘No es él, sino que se le parece’. Pero él decía: ‘Soy yo’. Y le preguntaban: ‘¿Cómo se te abrieron los ojos?’ Él les respondió: ‘El hombre que se llama Jesús hizo lodo, me lo puso en los ojos y me dijo: ‘Ve a Siloé y lávate’. Entonces fui, me lavé y comencé a ver’.
“Llevaron entonces a los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día en que Jesús hizo lodo y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaron cómo había adquirido la vista. Él les contesto: ‘Me puso lodo en los ojos, me lavé y veo’. Algunos de los fariseos comentaban: ‘Ese hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado’. Otros replicaban: ‘¿Cómo puede un pecador hacer semejantes prodigios?’ y había una división ente ellos. Entonces volvieron a preguntarle al ciego: ‘Y tú, ¿qué piensas del que te abrió los ojos?’ él les contestó: ‘Que es un profeta’.
“Pero los judíos no creyeron que aquel hombre, que había sido ciego, hubiera recobrado la vista. Llamaron, pues, a sus padres y les preguntaron: ‘¿Es este su hijo, del que ustedes dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?’ Sus padres contestaron: ‘Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego. Cómo es que ahora ve o quién le haya dado la vista, no lo sabemos. Pregúntenselo a él; ya tiene edad suficiente y les responderá’. Los padres del que había sido ciego dijeron esto por miedo a los judíos, porque éstos ya habían convenido en expulsar de la sinagoga a quien reconociera a Jesús como el Mesías. Por eso sus padres dijeron: ‘Ya tiene edad; pregúntenle a él’.
“Llamaron de nuevo al que había sido ciego y le dijeron: ‘Da gloria a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es pecador’. Contestó él: ‘Si es pecador, yo no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo’. Le preguntaron otra vez: ‘¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?’ Les contestó: ‘Ya se lo dije a ustedes y no me han dado crédito? ¿Para qué quieren oírlo otra vez? ¿Acaso también ustedes quieren hacerse discípulos suyos?’ Entonces ellos lo llenaron de insultos y le dijeron: ‘Discípulo de ése lo serás tú. Nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios. Pero ése, no sabemos de dónde viene?’.
“Replicó aquel hombre: ‘Es curioso que ustedes no sepan de dónde viene y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores pero al que lo teme y hace su voluntad, a ése sí lo escucha. Jamás se había oído decir que alguien abriera los ojos a un ciego de nacimiento. Si éste no viniera de Dios, no tendría ningún poder’. Le replicaron: ‘Tu eres puro pecado desde que naciste, ¿cómo pretendes darnos lecciones?’ Y lo echaron fuera.
“Supo Jesús que lo habían echado fuera, y cuando lo encontró le dijo: ‘¿Crees tú en el Hijo del Hombre?’ Él contestó: ‘¿Y quién es, Señor, para que yo crea en él?’ Jesús le dijo: ‘Ya lo has visto; el que está hablando contigo, ése es’. Él dijo: ‘Creo, Señor’. Y postrándose, lo adoró.
“Entonces le dijo Jesús: ‘Yo he venido a este mundo para que se definan los campos: para que los ciegos vean, y los que ven queden ciegos’. Al oír esto, algunos fariseos que estaba con él preguntaron: ‘¿Entonces también nosotros estamos ciegos?’ Jesús les contestó: ‘Si estuvieran ciegos, no tendrían pecado; pero como dicen que ven, siguen en su pecado'”.

 

Pascua 2019, Cuarto Domingo

San Pablo en Grecia
“San Pablo dando un sermón en Atenas, Grecia” por Raphael – Royal Collection of the United Kingdom, Public Domain, Link

Jesús dijo a los judíos:

“Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás. Nadie las arrebatará de mi mano. Me las ha dado mi Padre, y Él es superior a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. El Padre y yo somos uno”.

¡Alegrémonos, esas ovejas de las que habla Jesús somos todos nosotros!

Las lecturas de hoy nos hablan de que Jesús, Pablo y Bernabé, y hasta San Juan, se dirigen específicamente a los judíos, pero no a todo el pueblo en sí, sino a los jerarcas, sumos sacerdotes, y escribas.

Y todos les hablan de las ovejas, los paganos, y “una muchedumbre tan grande que nadie podía contarla” (Jesús, Pedro y Juan se expresaron en esos términos, respectivamente).

Les dijo Pablo a los sumos sacerdotes –que le tenían tanta envidia por las multitudes que atraía– :

“La palabra de Dios debía ser predicada primero a ustedes; pero como la rechazan y no se juzgan dignos de la vida eterna, nos dirigiremos a los paganos”.

¡Alegrémonos, nosotros somos los paganos y se nos ha dado el tesoro de la vida eterna!

Dice San Juan en el Apocalipsis:

“Yo Juan, vi una muchedumbre tan grande que nadie podía contarla. Eran individuos de todas las naciones y razas. De todos los pueblos y lenguas”.

¡Alegrémonos, pues esa muchedumbre somos todos nosotros!

La Alianza de Dios con la Humanidad estaba reservada exclusivamente para los judíos; pero Jesús, con su sacrificio y resurrección, la trajo para todos nosotros, en todos los tiempos y en todos los lugares.

¡Alegrémonos, Jesús nos ha dado vida eterna!