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Yo soy la puerta; quien entre por mí se salvará, podrá entrar y salir y encontrará pastos

Hechos de los Apóstoles

Hechos 11, 1-18
En aquellos días, los apóstoles y los hermanos que vivían en Judea se enteraron de que también los paganos habían recibido la palabra de Dios. Cuando Pedro regresó a Jerusalén, los circuncidados le hicieron reproches, diciendo: “Has entrado en la casa de unos incircuncisos y has comido con ellos”.

Entonces Pedro les contó desde el principio lo que le había pasado:

“Estaba yo en la ciudad de Jafa, en oración, cuando tuve una visión y vi algo semejante a un gran mantel, que sostenido por las cuatro puntas, bajaba del cielo hasta donde yo me encontraba. Miré con atención aquella cosa y descubrí que había en ella toda clase de cuadrúpedos, fieras, reptiles y aves. Oí luego una voz que me decía: ‘Levántate, Pedro. Mata el animal que quieras y come’. Pero yo le respondí: ‘Ni pensarlo, Señor. Jamás he comido nada profano o impuro’. La voz del cielo me habló de nuevo: ‘No tengas tú por impuro lo que Dios ha hecho puro’. Esto se repitió tres veces y luego todo fue recogido hacia el cielo.

En aquel instante, se presentaron en la casa donde yo estaba tres hombres, que venían de Cesarea, con un recado para mí. El Espíritu me dijo entonces que me fuera con ellos sin dudar. También fueron conmigo estos seis hermanos y todos entramos en casa de aquel hombre. Él nos contó cómo había visto de pie, ante él, a un ángel que le dijo: ‘Manda a buscar en Jafa a Simón, llamado Pedro. Lo que él te diga, te traerá la salvación a ti y a toda tu familia’. En cuanto empecé a hablar, el Espíritu Santo descendió sobre ellos, como había descendido al principio sobre nosotros. Entonces me acordé de lo que había dicho el Señor: ‘Juan bautizó con agua; pero ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo’. Por lo tanto, si Dios les ha dado a ellos el mismo don que a nosotros, por haber creído en el Señor Jesús, ¿quién soy yo para oponerme a Dios?”

Con esto se apaciguaron y alabaron a Dios, diciendo: “Por lo visto, también a los paganos les ha concedido Dios la conversión que lleva a la vida”.

Salmo 41

Estoy sediento del Dios que da la vida. Aleluya.
Como el venado busca
el agua de los ríos,
así, cansada, mi alma
te busca a ti, Dios mío.
Estoy sediento del Dios que da la vida. Aleluya.
Del Dios que da la vida
está mi ser sediento.
¿Cuándo será posible
ver de nuevo su templo?
Estoy sediento del Dios que da la vida. Aleluya.
Envíame, Señor, tu luz y tu verdad;
que ellas se conviertan en mi guía
y hasta tu monte santo me conduzcan,
allí donde tú habitas.
Estoy sediento del Dios que da la vida. Aleluya.
Al altar del Señor me acercaré,
al Dios que es mi alegría,
y a mi Dios, el Señor, le daré gracias
al compás de la cítara.
Estoy sediento del Dios que da la vida. Aleluya.

Evangelio según San Juan

Juan 10, 1-10
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos:

“Yo les aseguro que el que no entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que salta por otro lado, es un ladrón, un bandido; pero el que entra por la puerta, ése es el pastor de las ovejas. A ése le abre el que cuida la puerta, y las ovejas reconocen su voz; él llama a cada una por su nombre y las conduce afuera. Y cuando ha sacado a todas sus ovejas, camina delante de ellas, y ellas lo siguen, porque conocen su voz. Pero a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños”.

Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron lo que les quería decir. Por eso añadió:

“Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes que yo, son ladrones y bandidos; pero mis ovejas no los han escuchado.

Yo soy la puerta; quien entre por mí se salvará, podrá entrar y salir y encontrará pastos. El ladrón sólo viene a robar, a matar y a destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia’’.


Crédito de la imagen: La visión de Pedro de una sábana con animales, por Domenico Fetti – Public Domain, Link

Se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor

Carta del Apostol San Pablo a los Hebreos

Hebreos 13, 15-17. 20-21
Hermanos: Ofrezcamos continuamente a Dios, por medio de Jesucristo, el sacrificio de alabanza, es decir el homenaje de los labios que bendicen su nombre.

No se olviden nunca de practicar la generosidad y de compartir con los demás los bienes de ustedes, porque estos son los sacrificios que agradan a Dios. Obedezcan con docilidad a sus pastores, pues ellos se desvelan por ustedes, sabiendo que tienen que rendir cuentas a Dios. Así podrán ellos trabajar con alegría y sin quejarse, pues lo contrario no sería para ustedes de ningún provecho.

Que el Dios de la paz, el que, mediante la sangre de una alianza eterna, resucitó de entre los muertos al pastor eterno de las ovejas, Jesucristo, nuestro Señor, los enriquezca a ustedes con toda clase de dones para cumplir su voluntad y haga en ustedes todo lo que es de su agrado, por medio de Jesucristo, a quien sea dada la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 22

El Señor es mi pastor, nada me faltará.
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
y hacia fuentes tranquilas me conduce
para reparar mis fuerzas.
El Señor es mi pastor, nada me faltará.
Por ser un Dios fiel a sus promesas,
me guía por el sendero recto,
así, aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú estás conmigo.
Tu vara y tu cayado me dan seguridad.
El Señor es mi pastor, nada me faltará.
Tú mismo me preparas la mesa,
a despecho de mis adversarios;
me unges la cabeza con perfume,
y llenas mi copa hasta los bordes.
El Señor es mi pastor, nada me faltará.
Tu bondad y tu misericordia me acompañarán
todos los días de mi vida,
y viviré en la casa del Señor
por años sin término.
El Señor es mi pastor, nada me faltará.

Evangelio según San Marcos

Marcos 6, 30-34
En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Entonces Él les dijo: “Vengan conmigo a un lugar solitario, para que descansen un poco”. Porque eran tantos los que iban y venían, que no les dejaban tiempo ni para comer.

Jesús y sus apóstoles se dirigieron en una barca hacia un lugar apartado y tranquilo. La gente los vio irse y los reconoció; entonces de todos los poblados fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron.

Cuando Jesús desembarcó, vio una numerosa multitud que lo estaba esperando y se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.


Crédito de la imagen: El buen pastor, por Alfred Handel [CC BY-SA 3.0 or GFDL], via Wikimedia Commons

Preparen el camino del Señor en el desierto

Isaías

Is 40, 1-11

“Consuelen, consuelen a mi pueblo,
dice nuestro Dios.
Hablen al corazón de Jerusalén
y díganle a gritos que ya terminó el tiempo de su servidumbre
y que ya ha satisfecho por sus iniquidades,
porque ya ha recibido de manos del Señor
castigo doble por todos sus pecados”.

Una voz clama:

“Preparen el camino del Señor en el desierto,
construyan en el páramo
una calzada para nuestro Dios.
Que todo valle se eleve,
que todo monte y colina se rebajen;
que lo torcido se enderece y lo escabroso se allane.
Entonces se revelará la gloria del Señor
y todos los hombres la verán”.

Así ha hablado la boca del Señor.

Una voz dice: “¡Griten!”,
y yo le respondo: “¿Qué debo gritar?

“Todo hombre es como la hierba
y su grandeza es como flor del campo.
Se seca la hierba y la flor se marchita,
pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre”.

Sube a lo alto del monte,
mensajero de buenas nuevas para Sión;
alza con fuerza la voz,
tú que anuncias noticias alegres a Jerusalén.
Alza la voz y no temas;
anuncia a los ciudadanos de Judá:

“Aquí está su Dios.
Aquí llega el Señor, lleno de poder,
el que con su brazo lo domina todo.
El premio de su victoria lo acompaña
y sus trofeos lo anteceden.
Como pastor apacentará a su rebaño;
llevará en sus brazos a los corderitos recién nacidos
y atenderá solícito a sus madres”.

Salmo 95

Ya viene el Señor a renovar el mundo.
Cantemos al Señor un nuevo canto;
que le cante al Señor toda la tierra;
cantemos al Señor y bendigámoslo,
proclamemos su amor día tras día.
Ya viene el Señor a renovar el mundo.
Su grandeza anunciemos a los pueblos;
de nación en nación, sus maravillas.
Reina el Señor”, digamos a los pueblos,
gobierna a las naciones con justicia.
Ya viene el Señor a renovar el mundo.
Alégrese los cielos y la tierra,
retumbe el mar y el mundo submarino.
Salten de gozo el campo y cuanto encierra,
manifiesten los bosques regocijo.
Ya viene el Señor a renovar el mundo.
Regocíjese todo ante el Señor,
porque ya viene a gobernar el orbe.
Justicia y rectitud serán las normas
con las que rija a todas las naciones.
Ya viene el Señor a renovar el mundo.

Evangelio según San Mateo

Mt 18, 12-14
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:

“¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿acaso no deja las noventa y nueve en los montes, y se va a buscar a la que se le perdió? Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se le perdieron. De igual modo, el Padre celestial no quiere que se pierda uno solo de estos pequeños”.


Crédito de la imagen: El buen pastor, por Alfred Handel, d. 1946[2], Foto: Toby Hudson (Own work) [CC BY-SA 3.0 or GFDL], via Wikimedia Commons.

 

¿Quién es el más grande en el Reino de los cielos?

La visiones del profeta Ezequiel
“Las visiones del profeta Ezequiel” por por artista desconocido. Public Domain, Link

Ezequiel

Ez 2, 8-3, 4
Esto dice el Señor: “Hijo de hombre, escucha lo que voy a decirte y no seas rebelde como la casa rebelde. Abre la boca y come lo que voy a darte”.
Vi entonces una mano tendida hacia mí, con un libro enrollado. Lo desenrolló ante mí: estaba escrito por dentro y por fuera; tenía escritas lamentaciones y amenazas. Y me dijo: “Hijo de hombre, come lo que tienes aquí; cómete este libro y vete a hablar a los hijos de Israel”.
Abrí la boca y me dio a comer el libro, diciéndome: “Hijo de hombre, alimenta tu vientre y sacia tus entrañas con este libro que te doy”. Me lo comí y me supo dulce como la miel. Y me dijo: “Hijo de hombre, anda; dirígete a los hijos de Israel y diles mis palabras”.

Evangelio según San Mateo

Mt 18, 1-5. 10. 12-14
En cierta ocasión, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Quién es el más grande en el Reino de los cielos?

Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y les dijo:

“Yo les aseguro a ustedes que si no cambian y no se hacen como los niños, no entrarán en el Reino de los cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el Reino de los cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, me recibe a mí.
Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, pues yo les digo que sus ángeles, en el cielo, ven continuamente el rostro de mi Padre, que está en el cielo.
¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿acaso no deja las noventa y nueve en los montes, y se va a buscar a la que se le perdió? Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella, que por las noventa y nueve que no se le perdieron. De igual modo, el Padre celestial no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños’’.

Nosotros confiamos en el Señor

El buen pastor
El Buen Pastor, por Meister des Mausoleums der Galla Placidia in Ravenna – The Yorck Project (2002) 10.000 Meisterwerke der Malerei (DVD-ROM), distributed by DIRECTMEDIA Publishing GmbH. ISBN: 3936122202., Public Domain, Link

Oseas

Os 8, 4-7. 11-13
Esto dice el Señor:

“Han nombrado reyes sin contar conmigo,
han escogido príncipes sin saberlo yo.
Con su oro y su plata se han hecho ídolos,
para su perdición.
Tu becerro, Samaria, es repulsivo
y mi ira arde contra él.
¿Hasta cuándo serán incapaces de purificarse
los hijos de Israel?
Un artesano ha hecho ese becerro, que no es Dios,
por eso quedará hecho trizas.
Siembran vientos y cosecharán tempestades;
su trigo no dará espigas, no producirá harina su grano,
y si la produce, los extranjeros se la comerán.
Efraín ha construido multitud de altares,
y sólo le han servido para pecar.
Aunque yo les escribiera todas mis leyes,
las ignorarían como si fueran de un extraño.
Aunque inmolen víctimas en mi honor
y coman su carne, no me dan gusto,
pues tengo presentes sus culpas
y castigaré sus pecados.
Por eso volverán a la esclavitud”.

Salmo 113

Nosotros confiamos en el Señor.

Nuestro Dios está en el cielo,
y Él ha hecho todo lo que quiso.
En cambio, los ídolos de los paganos son oro y plata,
son dioses hechos por artesanos.

Nosotros confiamos en el Señor.

Tienen boca, pero no hablan;
tienen ojos, pero no ven;
tienen orejas, pero no oyen;
tienen nariz, pero no huelen.

Nosotros confiamos en el Señor.

Tienen manos, pero no tocan;
tienen pies, pero no andan.
Que sean como ellos quienes los hacen
y cuantos confían en ellos.

Nosotros confiamos en el Señor.

Los hijos de Israel confían en el Señor:
Él es su auxilio y su escudo;
los hijos de Aarón confían en el Señor:
Él es su auxilio y su escudo.

Nosotros confiamos en el Señor.

Evangelio según San Mateo

Mt 9, 32-38
En aquel tiempo, llevaron ante Jesús a un hombre mudo, que estaba poseído por el demonio. Jesús expulsó al demonio y el mudo habló. La multitud, maravillada, decía: “Nunca se había visto nada semejante en Israel“. Pero los fariseos decían: “Expulsa a los demonios por autoridad del príncipe de los demonios“.

Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, predicando el Evangelio del Reino y curando toda enfermedad y dolencia. Al ver a las multitudes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos: “La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos“.

 

La Palabra del Sábado 3 de Diciembre de 2022

Doce apóstoles
Jesús enseñando a los doce Apóstoles, por James Tissot – Online Collection of Brooklyn Museum; Photo: Brooklyn Museum, 2007, Public Domain, Link.

Isaías 30, 19-21. 23-26

Esto dice el Señor Dios de Israel:
“Pueblo de Sión, que habitas en Jerusalén,
ya no volverás a llorar.
El Señor misericordioso, al oír tus gemidos,
se apiadará de ti y te responderá, apenas te oiga.
Aunque te dé el pan de las adversidades
y el agua de la congoja,
ya no se esconderá el que te instruye;
tus ojos lo verán.
Con tus oídos oirás detrás de ti una voz que te dirá:
‘Éste es el camino.
Síguelo sin desviarte,
ni a la derecha, ni a la izquierda’.

El Señor mandará su lluvia
para la semilla que siembres
y el pan que producirá la tierra
será abundante y sustancioso.
Aquel día, tus ganados pastarán en dilatadas praderas.
Los bueyes y los burros que trabajan el campo,
comerán forraje sabroso,
aventado con pala y bieldo.

En todo monte elevado y toda colina alta,
habrá arroyos y corrientes de agua
el día de la gran matanza,
cuando se derrumben las torres.
El día en que el Señor vende las heridas de su pueblo
y le sane las llagas de sus golpes,
la luz de la luna será como la luz del sol;
será siete veces mayor,
como si fueran siete días en uno’’.

Evangelio según San Mateo 9, 35–10, 1. 6-8

En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, predicando el Evangelio del Reino y curando toda enfermedad y dolencia. Al ver a las multitudes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos: “La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos”.

Después, llamando a sus doce discípulos, les dio poder para expulsar a los espíritus impuros y curar toda clase de enfermedades y dolencias. Les dijo: “Vayan en busca de las ovejas perdidas de la casa de Israel. Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos. Curen a los leprosos y demás enfermos; resuciten a los muertos y echen fuera a los demonios. Gratuitamente han recibido este poder; ejérzanlo, pues, gratuitamente”.

Sagrado Corazón de Jesús, 24 de Junio de 2022

Imagen del Sagrado Corazón de Jesús
Vitral del Sagrado Corazón de Jesús, en San Pablo, Brazil. WilfredorOwn work, CC0, Link

Ezekiel 34, 11-16

Esto dice el Señor Dios:

Yo mismo iré a buscar a mis ovejas y velaré por ellas. Así como un pastor vela por su rebaño cuando las ovejas se encuentran dispersas, así velaré yo por mis ovejas e iré por ellas a todos los lugares por donde se dispersaron un día de niebla y de oscuridad.

Las sacaré de en medio de los pueblos, las congregaré de entre las naciones, las traeré a su tierra y las apacentaré por los montes de Israel, por las cañadas y por los poblados del país. Las apacentaré en pastizales escogidos, y en lo alto de los montes de Israel tendrán su aprisco; allí reposarán en buenos prados, y en pastos suculentos serán apacentadas sobre los montes de Israel.

Yo mismo apacentaré a mis ovejas; yo mismo las haré reposar, dice el Señor Dios.

Buscaré a la oveja perdida y haré volver a la descarriada; curaré a la herida, robusteceré a la débil, y a la que está gorda y fuerte, la cuidaré. Yo las apacentaré en la justicia’’.

Salmo 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6

R. (1) El Señor es mi pastor, nada me faltará.
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
y hacia fuentes tranquilas me conduce
para reparar mis fuerzas. R.
R. El Señor es mi pastor, nada me faltará.
Por ser un Dios fiel a sus promesas,
me guía por el sendero recto;
así, aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú estás conmigo.
Tu vara y tu cayado me dan seguridad. R.
R. El Señor es mi pastor, nada me faltará.
Tú mismo me preparas la mesa,
a despecho de mis adversarios;
me unges la cabeza con perfume
y llenas mi copa hasta los bordes. R.
R. El Señor es mi pastor, nada me faltará.
Tu bondad y tu misericordia me acompañarán
todos los días de mi vida;
y viviré en la casa del Señor
por años sin término. R.
R. El Señor es mi pastor, nada me faltará.

Carta a los Romanos 5, 5-11

Hermanos: Dios ha infundido su amor en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo, que él mismo nos ha dado.

En efecto, cuando todavía no teníamos fuerzas para salir del pecado, Cristo murió por los pecadores en el tiempo señalado. Difícilmente habrá alguien que quiera morir por un justo, aunque puede haber alguno que esté dispuesto a morir por una persona sumamente buena. Y la prueba de que Dios nos ama está en que Cristo murió por nosotros, cuando aún éramos pecadores.

Con mayor razón, ahora que ya hemos sido justificados por su sangre, seremos salvados por Él del castigo final. Porque, si cuando éramos enemigos de Dios, fuimos reconciliados con Él por la muerte de su Hijo, con mucho más razón, estando ya reconciliados, recibiremos la salvación participando de la vida de su Hijo. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación.

Evangelio según San Lucas 15, 3-7

En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos y a los escribas esta parábola: “¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y se le pierde una, no deja las noventa y nueve en el campo y va en busca de la que se le perdió hasta encontrarla? Y una vez que la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa, reúne a los amigos y vecinos y les dice: ‘Alégrense conmigo, porque ya encontré la oveja que se me había perdido’.

Yo les aseguro que también en el cielo habrá más alegría por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos, que no necesitan arrepentirse’’.

Lecturas del Domingo: Julio 18, 2021 – Las Ovejas del Señor

El buen pastor
El Buen Pastor, por Meister des Mausoleums der Galla Placidia in Ravenna – The Yorck Project (2002) 10.000 Meisterwerke der Malerei (DVD-ROM), distributed by DIRECTMEDIA Publishing GmbH. ISBN: 3936122202., Public Domain, Link

Hoy es el Décimo Sexto Domingo del Tiempo Ordinario, y las lecturas compararán a los seguidores de Dios con ovejitas. De todos los trabajos, el del pastor era considerado como el más humilde, pero uno de los más importantes, pues estos animalitos, aunque pudieran pasar desapercibidos, eran muy importantes pues daban vestimenta, alimento, y valor a las personas.

Si uno era pobre y no podía tener una vaca, entonces una oveja era el remplazo perfecto.

Y en nuestros días, nosotros también somos como las ovejas: Podremos parecer insignificantes, pero para Dios nuestro Señor, somos de mucho valor, tanto así que entregó a su único Hijo para Salvarnos.

Dice el Evangelio de San Marcos:

En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Entonces Él les dijo: “Vengan conmigo a un lugar solitario, para que descansen un poco”, porque eran tantos los que iban y venían, que no les dejaban tiempo ni para comer.

Jesús y sus apóstoles se dirigieron en una barca hacia un lugar apartado y tranquilo. La gente los vio irse y los reconoció; entonces de todos los poblados fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron.

Cuando Jesús desembarcó, vio una numerosa multitud que lo estaba esperando y se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.

En la primera lectura, Jeremías nos advierte:

“¡Ay de los pastores que dispersan y dejan perecer a las ovejas de mi rebaño!, dice el Señor.
Por eso habló así el Señor, Dios de Israel, contra los pastores que apacientan a mi pueblo: “Ustedes han rechazado y dispersado a mis ovejas y no las han cuidado. Yo me encargaré de castigar la maldad de las acciones de ustedes. Yo mismo reuniré al resto de mis ovejas de todos los países a donde las había expulsado y las volveré a traer a sus pastos, para que ahí crezcan y se multipliquen. Les pondré pastores que las apacienten. Ya no temerán ni se espantarán y ninguna se perderá.
Miren: Viene un tiempo, dice el Señor,
en que haré surgir un renuevo en el tronco de David:
será un rey justo y prudente
y hará que en la tierra se observen la ley y la justicia.
En sus días será puesto a salvo Judá,
Israel habitará confiadamente
y a él lo llamarán con este nombre:
‘El Señor es nuestra justicia’ ”.

Finamente, en el Salmo Responsorial escucaremos el hermoso Salmo 22

R. (1) El Señor es mi pastor, nada me faltará.
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace reposar
y hacia fuentes tranquilas me conduce
para reparar mis fuerzas. R.
R. El Señor es mi pastor, nada me faltará.
Por ser un Dios fiel a sus promesas,
me guía por el sendero recto;
así, aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú estás conmigo.
Tu vara y tu cayado me dan seguridad. R.
R. El Señor es mi pastor, nada me faltará.
Tú mismo me preparas la mesa,
a despecho de mis adversarios;
me unges la cabeza con perfume,
y llenas mi copa hasta los bordes. R.
R. El Señor es mi pastor, nada me faltará.
Tu bondad y tu misericordia me acompañarán
todos los días de mi vida;
y viviré en la casa del Señor
por años sin término. R.
R. El Señor es mi pastor, nada me faltará.

Pascua 2020: “Yo soy la puerta de las ovejas”

Este es el cuarto domingo del tiempo de Pascua, y es el comienzo de una serie de lecturas del Evangelio de San Juan, durante el tiempo antes de la Pasión.

“En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: ‘Yo les aseguro que el que no entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que salta por otro lado, es un ladrón, un bandido; pero el que entra por la puerta, ése es el pastor de las ovejas. A ése le abre el que cuida la puerta, y las ovejas reconocen su voz; el llama a cada una por su nombre y las conduce afuera. Y cuando ya ha sacado a todas sus ovejas, camina delante de ellas, y ellas lo siguen porque conocen su voz. Pero a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños'”.

Jesús menciona esta parábola usando como ejemplo ovejas, rebaños y pastores. Obviamente sabemos que lo hace porque se está dirigiendo a hombres humildes, que no habitan en palacios o que tienen puestos de trabajo complejos. No. Se está dirigiendo a campesinos, pastores, pescadores.

Cuando Jesús menciona que “el que no entra por la puerta del redil” se refiere a la pasión, sufrimiento, muerte y resurrección que el sufrirá en el futuro. Sólo aquel que entra por esa puerta “el que la cuida” (Dios) se la abre, y las ovejas (todos nosotros) reconocen su voz. Todos los que saltan por otro lado son los que no quieren sufrir, no quieren cargar con sus cruces y tratan de engañar a los demás diciendo que haban en nombre de Dios. ¡Charlatanes!

“Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron lo que les quería decir. Por eso añadió: ‘Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes que yo, son ladrones y bandidos; pero mis ovejas no los han escuchado’.
“Yo soy la puerta; quien entra por mí se salvará, podrá entrar y salir y encontrará pastos. El ladrón sólo viene a robar, a matar y a destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia'”.

 

Pascua 2019, Cuarto Domingo

San Pablo en Grecia
“San Pablo dando un sermón en Atenas, Grecia” por Raphael – Royal Collection of the United Kingdom, Public Domain, Link

Jesús dijo a los judíos:

“Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás. Nadie las arrebatará de mi mano. Me las ha dado mi Padre, y Él es superior a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. El Padre y yo somos uno”.

¡Alegrémonos, esas ovejas de las que habla Jesús somos todos nosotros!

Las lecturas de hoy nos hablan de que Jesús, Pablo y Bernabé, y hasta San Juan, se dirigen específicamente a los judíos, pero no a todo el pueblo en sí, sino a los jerarcas, sumos sacerdotes, y escribas.

Y todos les hablan de las ovejas, los paganos, y “una muchedumbre tan grande que nadie podía contarla” (Jesús, Pedro y Juan se expresaron en esos términos, respectivamente).

Les dijo Pablo a los sumos sacerdotes –que le tenían tanta envidia por las multitudes que atraía– :

“La palabra de Dios debía ser predicada primero a ustedes; pero como la rechazan y no se juzgan dignos de la vida eterna, nos dirigiremos a los paganos”.

¡Alegrémonos, nosotros somos los paganos y se nos ha dado el tesoro de la vida eterna!

Dice San Juan en el Apocalipsis:

“Yo Juan, vi una muchedumbre tan grande que nadie podía contarla. Eran individuos de todas las naciones y razas. De todos los pueblos y lenguas”.

¡Alegrémonos, pues esa muchedumbre somos todos nosotros!

La Alianza de Dios con la Humanidad estaba reservada exclusivamente para los judíos; pero Jesús, con su sacrificio y resurrección, la trajo para todos nosotros, en todos los tiempos y en todos los lugares.

¡Alegrémonos, Jesús nos ha dado vida eterna!