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Miércoles de Ceniza 2025

Joel

Joel 2, 12-18
Esto dice el Señor:

“Todavía es tiempo.
Vuélvanse a mí de todo corazón,
con ayunos, con lágrimas y llanto;
enluten su corazón y no sus vestidos.

Vuélvanse al Señor Dios nuestro,
porque es compasivo y misericordioso,
lento a la cólera, rico en clemencia,
y se conmueve ante la desgracia.

Quizá se arrepienta, se compadezca de nosotros
y nos deje una bendición,
que haga posibles las ofrendas y libaciones
al Señor, nuestro Dios.

Toquen la trompeta en Sión, promulguen un ayuno,
convoquen la asamblea, reúnan al pueblo,
santifiquen la reunión, junten a los ancianos,
convoquen a los niños, aun a los niños de pecho.
Que el recién casado deje su alcoba
y su tálamo la recién casada.

Entre el vestíbulo y el altar lloren los sacerdotes,
ministros del Señor, diciendo:
‘Perdona, Señor, perdona a tu pueblo.
No entregues tu heredad a la burla de las naciones.
Que no digan los paganos: ¿Dónde está el Dios de Israel?’ “

Y el Señor se llenó de celo por su tierra
y tuvo piedad de su pueblo.

Salmo 50

Misericordia, Señor, hemos pecado.
Por tu inmensa compasión y misericordia,
Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas.
Lávame bien de todos mis delitos,
y purifícame de mis pecados.
Misericordia, Señor, hemos pecado.
Puesto que reconozco mis culpas,
tengo siempre presentes mis pecados.
Contra ti sólo pequé, Señor,
haciendo lo que a tus ojos era malo.
Misericordia, Señor, hemos pecado.
Crea en mí, Señor, un corazón puro,
un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos.
No me arrojes, Señor, lejos de ti,
ni retires de mí tu Santo Espíritu.
Misericordia, Señor, hemos pecado.
Devuélveme tu salvación, que regocija
y mantén en mí un alma generosa.
Señor, abre mis labios,
y cantará mi boca tu alabanza.
Misericordia, Señor, hemos pecado.

Segunda Carta del Apostol San Pablo a los Corintios

2 Corintios 5, 20–6, 2
Hermanos: Somos embajadores de Cristo, y por nuestro medio, es como si Dios mismo los exhortara a ustedes. En nombre de Cristo les pedimos que se dejen reconciliar con Dios. Al que nunca cometió pecado, Dios lo hizo “pecado” por nosotros, para que, unidos a Él, recibamos la salvación de Dios y nos volvamos justos y santos.

Como colaboradores que somos de Dios, los exhortamos a no echar su gracia en saco roto. Porque el Señor dice: En el tiempo favorable te escuché y en el día de la salvación te socorrí. Pues bien, ahora es el tiempo favorable; ahora es el día de la salvación.

Evangelio según San Mateo

Mateo 6, 1-6. 16-18
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:

“Tengan cuidado de no practicar sus obras de piedad delante de los hombres para que los vean. De lo contrario, no tendrán recompensa con su Padre celestial.

Por lo tanto, cuando des limosna, no lo anuncies con trompeta, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, para que los alaben los hombres. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.

Cuando ustedes hagan oración, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora ante tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.

Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como esos hipócritas que descuidan la apariencia de su rostro, para que la gente note que están ayunando. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que no sepa la gente que estás ayunando, sino tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará”.


Crédito de la imagen: Imposición de la cruz en el Miércoles de Ceniza, por Oxh973 – Public Domain, Link

Señor, ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte

Eclesiástico

Sirácida 35, 1-15
La ofrenda más grata al Señor
es la que ofrece aquel que cumple su ley.
El que guarda los mandamientos
ofrece un sacrificio de acción de gracias,
el que hace favores al prójimo ofrenda el mejor trigo,
el que da limosna ofrece un sacrificio de alabanza.

Apartarse del mal es darle gusto al Señor,
evitar la injusticia es sacrificio de expiación por el pecado;
no te presentes, pues, ante Dios con las manos vacías:
todo esto es mandato del Señor.

La ofrenda del justo enriquece el altar
y su aroma sube hasta el Altísimo.
La ofrenda del justo es agradable a Dios
y su memorial no será olvidado.

Honra al Señor con ánimo alegre
y no seas tacaño al pagarle tus primicias.
Haz tu ofrenda de buena gana
y santifica con gozo tus diezmos.

Dale al Altísimo según la medida en que Él te ha dado a ti;
dale tan generosamente como puedas,
porque el Señor sabe recompensar
y te dará siete veces más.

No pienses en sobornar al Señor, porque Él no recibirá tus dones,
ni confíes en la ofrenda de cosas mal habidas,
porque el Señor es un juez
que no se deja impresionar por apariencias.

Salmo 49

Dios salva al que cumple su voluntad.
Congreguen ante mí a los que sellaron
sobre el altar mi alianza.
Es Dios quien va a juzgar
y el cielo mismo lo declara.
Dios salva al que cumple su voluntad.
Israel, pueblo mío, escucha atento;
en contra tuyo yo, tu Dios, declaro;
No voy a reclamarte sacrificios,
pues siempre están ante mí tus holocaustos.
Dios salva al que cumple su voluntad.
Mejor ofrece a Dios tu gratitud
y cumple tus promesas al Altísimo.
Quien las gracias me da, ése me honra,
y yo salvaré al que cumple mi voluntad.
Dios salva al que cumple su voluntad.

Evangelio según San Marcos

Marcos 10, 28-31
En aquel tiempo, Pedro le dijo a Jesús: “Señor, ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte’‘.

Jesús le respondió: “Yo les aseguro: Nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o padre o madre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, dejará de recibir, en esta vida, el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres e hijos y tierras, junto con persecuciones, y en el otro mundo, la vida eterna. Y muchos que ahora son los primeros serán los últimos, y muchos que ahora son los últimos, serán los primeros“.


Imagen: Jesús con Pedro y Andrés

Entonces, ¿quién puede salvarse?

Eclesiástico

Sirácida 17, 20-28
A los que se arrepienten, el Señor los ayuda a volver,
y Él reanima a los que pierden la esperanza.
Vuélvete al Señor y deja ya de pecar,
póstrate en su presencia y quita los obstáculos.
Aléjate de la injusticia y vuélvete al Altísimo,
aborrece con toda el alma lo que Él aborrece.

¿Quién alabará al Altísimo en el sepulcro,
como aquellos que le dan gloria mientras viven?
El muerto ya no alaba al Señor, pues ya no existe;
es el bueno y sano quien le da gloria.
Cuán grande es la misericordia del Señor
y su perdón para los que se vuelven a Él.

Salmo 31

Perdona, Señor, nuestros pecados.
Dichoso aquel que ha sido absuelto
de su culpa y su pecado.
Dichoso aquel en el que Dios no encuentra
ni delito ni engaño.
Perdona, Señor, nuestros pecados.
Ante el Señor reconocí mi culpa,
no oculté mi pecado.
Te confesé, Señor, mi gran delito
y tú me has perdonado.
Perdona, Señor, nuestros pecados.
Por eso, en el momento de la angustia,
que todo fiel te invoque,
y no lo alcanzarán las grandes aguas
aunque éstas se desborden.
Perdona, Señor, nuestros pecados.

Evangelio según San Marcos

Marcos 10, 17-27
En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó corriendo un hombre, se arrodilló ante Él y le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?” Jesús le contestó: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, no cometerás fraudes, honrarás a tu padre y a tu madre“.

Entonces él le contestó: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde muy joven”. Jesús lo miró con amor y le dijo: “Sólo una cosa te falta: Ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en los cielos. Después, ven y sígueme“. Pero al oír estas palabras, el hombre se entristeció y se fue apesadumbrado, porque tenía muchos bienes.

Jesús, mirando a su alrededor, dijo entonces a sus discípulos: “¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!” Los discípulos quedaron sorprendidos ante estas palabras; pero Jesús insistió: “Hijitos, ¡qué difícil es para los que confían en las riquezas, entrar en el Reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de Dios“.

Ellos se asombraron todavía más y comentaban entre sí: “Entonces, ¿quién puede salvarse?” Jesús, mirándolos fijamente, les dijo: “Es imposible para los hombres, mas no para Dios. Para Dios todo es posible“.


Crédito de la imagen: Jesús y el joven rico, por Heinrich Hofmann – Public Domain, Link

Lecturas del Domingo – ¿Puede acaso un ciego guiar a otro ciego?

Eclesiástico

Sirácida 27, 5-8
Al agitar el cernidor, aparecen las basuras;
en la discusión aparecen los defectos del hombre.
En el horno se prueba la vasija del alfarero;
la prueba del hombre está en su razonamiento.
El fruto muestra cómo ha sido el cultivo de un árbol;
la palabra muestra la mentalidad del hombre.
Nunca alabes a nadie antes de que hable,
porque ésa es la prueba del hombre.

Salmo 91

¡Qué bueno es darte gracias, Señor!
¡Qué bueno es darte gracias, Dios altísimo,
y celebrar tu nombre,
pregonando tu amor cada mañana
y tu fidelidad, todas las noches!
¡Qué bueno es darte gracias, Señor!
Los justos crecerán como las palmas,
como los cedros en los altos montes;
plantados en la casa del Señor,
en medio de sus atrios darán flores.
¡Qué bueno es darte gracias, Señor!
Seguirán dando fruto en su vejez,
frondosos y lozanos como jóvenes,
para anunciar que en Dios, mi protector,
ni maldad ni injusticia se conocen.
¡Qué bueno es darte gracias, Señor!

Carta del Apostol San Pablo a los Corintios

1 Corintios 15, 54-58
Hermanos: Cuando nuestro ser corruptible y mortal se revista de incorruptibilidad e inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra de la Escritura: La muerte ha sido aniquilada por la victoria. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón? El aguijón de la muerte es el pecado y la fuerza del pecado es la ley. Gracias a Dios, que nos ha dado la victoria por nuestro Señor Jesucristo.

Así pues, hermanos míos muy amados, estén firmes y permanezcan constantes, trabajando siempre con fervor en la obra de Cristo, puesto que ustedes saben que sus fatigas no quedarán sin recompensa por parte del Señor.

Evangelio según San Lucas

Lucas 6, 39-45
En aquel tiempo, Jesús propuso a sus discípulos este ejemplo:

“¿Puede acaso un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un hoyo? El discípulo no es superior a su maestro; pero cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.

¿Por qué ves la paja en el ojo de tu hermano y no la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo te atreves a decirle a tu hermano: ‘Déjame quitarte la paja que llevas en el ojo’, si no adviertes la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga que llevas en tu ojo y entonces podrás ver, para sacar la paja del ojo de tu hermano.

No hay árbol bueno que produzca frutos malos, ni árbol malo que produzca frutos buenos. Cada árbol se conoce por sus frutos. No se recogen higos de las zarzas, ni se cortan uvas de los espinos. El hombre bueno dice cosas buenas, porque el bien está en su corazón, y el hombre malo dice cosas malas, porque el mal está en su corazón, pues la boca habla de lo que está lleno el corazón”.


Crédito de la imagen: Ciego guiando a otros ciegos, Public Domain, Link

Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan

Eclesiástico

Sirácida 17, 1-13
El Señor formó de tierra a los hombres
y los hace retornar a ella.
Les señaló un número contado de días
y les dio dominio sobre las cosas de la tierra.
Les concedió un poder semejante al suyo
y los hizo conforme a su propia imagen.
A todo viviente le infundió el temor a los hombres,
para que éstos dominaran a las bestias y a las aves.

Les formó lengua, boca, ojos y oídos,
y les concedió la mente para que pudieran razonar.
Los colmó de ciencia y sabiduría
y les mostró el bien y el mal.
Con la luz de su mirada iluminó sus corazones,
para hacerles ver la grandeza de sus obras
y así alabaran su santo nombre
y proclamaran sus maravillas.

Mayor sabiduría les concedió
al darles en herencia la ley de la vida. Estableció con ellos una alianza eterna
y les dio a conocer sus mandamientos.

Los hombres contemplaron con sus ojos la grandeza del Señor
y oyeron la majestad de su voz con sus oídos.
Les ordenó evitar toda injusticia
y les dio preceptos acerca del prójimo.

La conducta de los hombres es patente a la vista del Señor,
no puede ocultarse a su mirada.
El Señor le puso un jefe a cada nación,
pero Israel es su pueblo predilecto.
Para el Señor, todas las acciones del hombre son tan claras
como la luz del sol;
sus ojos siempre están observando la conducta del hombre.

Salmo 102

La misericordia del Señor dura por siempre.
Como un padre es compasivo con sus hijos,
así es compasivo el Señor con quien lo ama;
pues bien sabe Él de lo que estamos hechos
y de que somos barro, no se olvida.
La misericordia del Señor dura por siempre.
La vida del hombre es como la hierba,
brota como un flor silvestre:
tan pronto la azota el viento, deja de existir
y nadie vuelve a saber nada de ella.
La misericordia del Señor dura por siempre.
El amor del Señor a quien lo teme
es un amor eterno,
y entre aquellos que cumplen con su alianza,
pasa de hijos a nietos su justicia.
La misericordia del Señor dura por siempre.

Evangelio según San Marcos

Marcos 10, 13-16
En aquel tiempo, la gente le llevó a Jesús unos niños para que los tocara, pero los discípulos trataban de impedirlo.

Al ver aquello, Jesús se disgustó y les dijo: “Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios es de los que son como ellos. Les aseguro que el que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él”.

Después tomó en brazos a los niños y los bendijo imponiéndoles las manos.

 

Hay amigos que te acompañan a comer, pero nunca se aparecen en la hora de las penas

Eclesiástico

Sirácida 6, 5-17
Las palabras amistosas multiplican el número de amigos,
los labios amables aumentan los saludos.
Es bueno que te saluden muchos;
pero que uno solo entre mil sea tu amigo íntimo.
Cuando hagas una nueva amistad, vete con tiento;
no te le confíes tan fácilmente,
pues hay amigos que lo son por conveniencia
y no son fieles en el día de la desgracia.
Hay amigos que se vuelven enemigos
y descubren con afrenta los motivos del pleito.

Hay amigos que te acompañan a comer,
pero nunca se aparecen en la hora de las penas: cuando te va bien, están contigo,
cuando te va mal, huyen de ti;
si te ocurre una desgracia, cambian de actitud
y se esconden de tu vista.
Aléjate de tus enemigos
y sé precavido con tus amigos.

El amigo fiel es un refugio que da seguridad;
el que lo encuentra, ha encontrado un tesoro.
El amigo fiel no tiene precio:
ningún dinero ajusta para comprarlo.
El amigo fiel es un tónico de vida.
Los que aman al Señor lo encontrarán;
el que teme al Señor sabe ser fiel amigo
y hace a sus amigos como él.

Salmo 118

Señor, guíame, por la senda de tu ley.
Señor, bendito seas;
enséñame tus leyes.
En tus preceptos tengo mis delicias, jamás me olvidaré de tus palabras.
Señor, guíame, por la senda de tu ley.
Abreme los ojos para ver
las maravillas de tu voluntad.
Dame nueva luz para conocer tu ley
y para meditar las maravillas de tu amor.
Señor, guíame, por la senda de tu ley.
Enséñame a cumplir tu voluntad
y a guardarla de todo corazón.
Guíame por la senda de tu ley,
que es lo que quiero.
Señor, guíame, por la senda de tu ley.

Evangelio según San Marcos

Marcos 10, 1-12
En aquel tiempo, se fue Jesús al territorio de Judea y Transjordania, y de nuevo se le fue acercando la gente; Él los estuvo enseñando, como era su costumbre. Se acercaron también unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: “¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su esposa?

Él les respondió: “¿Qué les prescribió Moisés?” Ellos contestaron: “Moisés nos permitió el divorcio mediante la entrega de un acta de divorcio a la esposa”. Jesús les dijo: “Moisés prescribió esto, debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio, al crearlos, Dios los hizo hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su esposa y serán los dos una sola cosa. De modo que ya no son dos, sino una sola cosa. Por eso, lo que Dios unió, que no lo separe el hombre”.

Ya en casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre el asunto. Jesús les dijo: “Si uno se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio”.


Crédito de la imagen: Jesús dirigiéndose a los fariseos, por James Tissot – Public Domain, Link

Tengan sal en ustedes y tengan paz los unos con los otros

Eclesiástico

Sirácida 5, 1-10
No confíes en tus riquezas
ni digas: “Con ellas todo lo tengo“.
No te dejes arrastrar por tus instintos y pasiones,
ni sigas tus antojos y caprichos.

No digas: “Yo a nadie me someto“,
porque el Señor te pedirá cuentas.
No digas: “He pecado y nada me ha sucedido“,
porque el Señor es paciente para castigar.

No confíes en el perdón de Dios
para amontonar pecado tras pecado, diciendo:
Su misericordia es grande
y Él perdonará todas mis culpas“,
porque en Él hay misericordia, pero también hay cólera,
y descarga su ira sobre los malvados.

No tardes en volverte al Señor,
ni lo dejes de un día para otro,
porque su furor estalla de repente
y perecerás en el día del castigo.
No confíes en el engañoso dinero,
que de nada te servirá en el día del juicio.

Salmo 1

Dichoso el hombre que confía en el Señor.
Dichoso aquel que no se guía
por mundanos criterios,
que no anda en malos pasos
ni se burla del bueno,
que ama la ley de Dios
y se goza en cumplir sus mandamientos.
Dichoso el hombre que confía en el Señor.
Es como un árbol plantado junto al río,
que da fruto a su tiempo
y nunca se marchita.
En todo tendrá éxito.
R. Dichoso el hombre que confía en el Señor.
En cambio los malvados
serán como la paja barrida por el viento.
Porque el Señor protege el camino del justo
y al malo sus caminos acaban por perderlo.
Dichoso el hombre que confía en el Señor.

Evangelio según San Marcos

Marcos 9, 41-50
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:

“Todo aquel que les dé a beber un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo, les aseguro que no se quedará sin recompensa.

Al que sea ocasión de pecado para esta gente sencilla que cree en mí, más le valdría que le pusieran al cuello una de esas enormes piedras de molino y lo arrojaran al mar.

Si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela; pues más te vale entrar manco en la vida eterna, que ir con tus dos manos al lugar de castigo, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo; pues más te vale entrar cojo en la vida eterna, que con tus dos pies ser arrojado al lugar de castigo. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo; pues más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos al lugar de castigo, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.

Todos serán salados con fuego. La sal es cosa buena; pero si pierde su sabor, ¿con qué se lo volverán a dar? Tengan sal en ustedes y tengan paz los unos con los otros”.


Crédito de la imagen: Jesús enseñando a los doce Apóstoles, por James Tissot – Public Domain, link

Todo aquel que no está contra nosotros, está a nuestro favor

Eclesiástico

Sirácida 4, 12-22
La sabiduría instruye a sus hijos
y cuida de aquellos que la buscan.
El que ama la sabiduría, ama la vida;
el que madruga para encontrarla, será colmado de gozo;
el que la abraza, heredará la gloria
y recibirá la bendición del Señor en todo lo que emprenda.

Los que sirven a la sabiduría, sirven al Señor, que es santo,
y el Señor ama a aquellos que la aman.
Quien la escucha, juzgará con rectitud;
quien le hace caso, vivirá tranquilo.
El que confía en ella, llegará a poseerla
y la dejará en herencia a sus descendientes.

Al principio, la sabiduría lo llevará por caminos sin rumbo
y lo atormentará con sustos y temores,
lo hará sufrir con la conducta que le impone,
y lo pondrá a prueba con sus órdenes.
Pero, una vez que la acepte de corazón,
la sabiduría lo conducirá gozoso por el camino recto
y le revelará sus secretos;
pero si él no le hace caso, ella lo abandonará
y lo dejará seguir su camino de perdición.

Salmo 118

Quienes aman tus leyes, de inmensa paz disfrutan.
Quienes aman tus leyes, de inmensa paz disfrutan;
para ellos no hay tropiezos.
Observo tus mandatos, obedezco tus órdenes;
tú conoces mi vida.
Quienes aman tus leyes, de inmensa paz disfrutan.
Brotarán de mis labios, Señor, tus alabanzas,
pues tu ley me enseñaste.
En honor de tus leyes entonaré cantares, porque todas son justas.
Quienes aman tus leyes, de inmensa paz disfrutan.
De ti, Señor, con ansias deseo mi salvación;
tu ley es mi deleite.
Que sólo viva yo, Señor, para alabarte
y que tu ley me ayude.
Quienes aman tus leyes, de inmensa paz disfrutan.

Evangelio según San Marcos

Marcos 9, 38-40
En aquel tiempo, Juan le dijo a Jesús: “Hemos visto a uno que expulsaba a los demonios en tu nombre, y como no es de los nuestros, se lo prohibimos“. Pero Jesús le respondió: “No se lo prohíban, porque no hay ninguno que haga milagros en mi nombre, que luego sea capaz de hablar mal de mí. Todo aquel que no está contra nosotros, está a nuestro favor“.


Crédito de la imagen: Jesús instituyendo el mandamiento nuevo, por Duccio – Public Domain, link

Si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos

Eclesiástico

Sirácida 2, 1-13
Hijo mío, si te propones servir al Señor,
prepárate para la prueba;
mantén firme el corazón y sé valiente;
no te asustes en el momento de la adversidad.
Pégate al Señor y nunca te desprendas de Él,
para que seas recompensado al fin de tus días.
Acepta todo lo que te sobrevenga,
y en los infortunios ten paciencia,
pues el oro se purifica con el fuego
y el hombre a quien Dios ama, en el crisol del sufrimiento.

Confíate al Señor y Él cuidará de ti;
espera en Él y te allanará el camino.
Los que temen al Señor, esperen en su misericordia;
no se alejen de Él y no caerán.
Los que temen al Señor, confíen en Él,
porque no los dejará sin recompensa.
Los que temen al Señor, esperen sus beneficios,
su misericordia y la felicidad eterna.

Miren a sus antepasados y comprenderán.
¿Quién confió en el Señor y quedó defraudado?
¿Quién perseveró en su santo temor y fue abandonado?
¿Quién lo invocó y fue desatendido?
El Señor es clemente y misericordioso;
Él perdona los pecados y salva en el tiempo de la tribulación.

Salmo 36

Pon tu vida en las manos del Señor.
Pon tu esperanza en Dios, practica el bien
y vivirás tranquilo en esta tierra.
Busca en Él tu alegría
y te dará el Señor cuanto deseas.
Pon tu vida en las manos del Señor.
Cuida el Señor la vida de los buenos
y su herencia perdura;
no se marchitarán en la sequía
y en tiempos de escasez tendrán hartura.
Pon tu vida en las manos del Señor.
Apártate del mal, practica el bien
y tendrás una casa eternamente;
porque al Señor le agrada lo que es justo
y vela por sus fieles;
en cambio, a los injustos
los borrará de la tierra para siempre.
Pon tu vida en las manos del Señor.
La salvación del justo es el Señor;
en la tribulación Él es su amparo;
a quien en Él confía, Dios la salva
de los hombres malvados.
Pon tu vida en las manos del Señor.

Evangelio según San Marcos

Marcos 9, 30-37
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos atravesaban Galilea, pero Él no quería que nadie lo supiera, porque iba enseñando a sus discípulos. Les decía: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; le darán muerte, y tres días después de muerto, resucitará“. Pero ellos no entendían aquellas palabras y tenían miedo de pedir explicaciones.

Llegaron a Cafarnaúm, y una vez en casa, les preguntó: “¿De qué discutían por el camino?” Pero ellos se quedaron callados, porque en el camino habían discutido sobre quién de ellos era el más importante. Entonces Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: “Si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos“.

Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: “El que reciba en mi nombre a uno de estos niños, a mí me recibe. Y el que me reciba a mí, no me recibe a mí, sino a aquel que me ha enviado“.


 

Creo, Señor; pero dame tú la fe que me falta

Eclesiástico

Sirácida 1, 1-10
Toda sabiduría proviene del Señor
y está con Él eternamente.
¿Quién puede contar las arenas de la playa,
las gotas de la lluvia o los días de los siglos?
¿Quién puede explorar la altura del cielo,
la extensión de la tierra y la profundidad de los abismos?

Antes que cualquier otra cosa fue creada la sabiduría;
y la luz de la inteligencia, desde la eternidad.
¿A quién se le ha revelado la fuente de la sabiduría?
¿Quién ha conocido sus recursos inagotables?
Uno solo es sabio, temible en extremo:
el que está sentado en su trono, el Señor.
Él creó la sabiduría, la contempló y la midió;
la ha derramado sobre todas sus obras
y sobre todos los hombres, según su generosidad;
la ha derrochado entre aquellos que lo aman.

Salmo 92

El Señor es un rey magnífico.
Tú eres, Señor, el rey de todos los reyes.
Estás revestido de poder y majestad.
Tú mantienes el orbe y no vacila.
Eres eterno, y para siempre está firme tu trono.
El Señor es un rey magnífico.
Muy dignas de confianza son tus leyes
y desde hoy y para siempre, Señor,
la santidad adorna tu templo.
El Señor es un rey magnífico.

Evangelio según San Marcos

Marcos 9, 14-29
En aquel tiempo, cuando Jesús bajó del monte y llegó al sitio donde estaban sus discípulos, vio que mucha gente los rodeaba y que algunos escribas discutían con ellos. Cuando la gente vio a Jesús, se impresionó mucho y corrió a saludarlo.

Él les preguntó: “¿De qué están discutiendo?” De entre la gente, uno le contestó: “Maestro, te he traído a mi hijo, que tiene un espíritu que no lo deja hablar; cada vez que se apodera de él, lo tira al suelo y el muchacho echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. Les he pedido a tus discípulos que lo expulsen, pero no han podido“.

Jesús les contestó: “¡Gente incrédula! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme al muchacho“. Y se lo trajeron. En cuanto el espíritu vio a Jesús, se puso a retorcer al muchacho; lo derribó por tierra y lo revolcó, haciéndolo echar espumarajos. Jesús le preguntó al padre: “¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?” Contestó el padre: “Desde pequeño. Y muchas veces lo ha arrojado al fuego y al agua para acabar con él. Por eso, si algo puedes, ten compasión de nosotros y ayúdanos“.

Jesús le replicó: “¿Qué quiere decir eso de ‘si puedes’? Todo es posible para el que tiene fe“. Entonces el padre del muchacho exclamó entre lágrimas: “Creo, Señor; pero dame tú la fe que me falta“. Jesús, al ver que la gente acudía corriendo, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: “Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: Sal de él y no vuelvas a entrar en él“. Entre gritos y convulsiones violentas salió el espíritu. El muchacho se quedó como muerto, de modo que la mayoría decía que estaba muerto. Pero Jesús lo tomó de la mano, lo levantó y el muchacho se puso de pie.

Al entrar en una casa con sus discípulos, éstos le preguntaron a Jesús en privado: “¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?” Él les respondió: “Esta clase de demonios no sale sino a fuerza de oración y de ayuno“.


Crédito de la imagen: “Exorcismo del poseido”, Public Domain, Link