Eclesiástico
Ec (Sir) 27, 33–28, 9
Cosas abominables son el rencor y la cólera;
sin embargo, el pecador se aferra a ellas.
El Señor se vengará del vengativo
y llevará rigurosa cuenta de sus pecados.Perdona la ofensa a tu prójimo,
y asÃ, cuando pidas perdón, se te perdonarán tus pecados.
Si un hombre le guarda rencor a otro,
¿le puede acaso pedir la salud al Señor?El que no tiene compasión de un semejante,
¿cómo pide perdón de sus pecados?
Cuando el hombre que guarda rencor
pide a Dios el perdón de sus pecados,
¿hallará quien interceda por él?Piensa en tu fin y deja de odiar,
piensa en la corrupción del sepulcro
y guarda los mandamientos.Ten presentes los mandamientos
y no guardes rencor a tu prójimo.
Recuerda la alianza del AltÃsimo
y pasa por alto las ofensas.
Salmo 102
El Señor es compasivo y misericordioso.
Bendice, al Señor, alma mÃa;
que todo mi ser bendiga su santo nombre.
Bendice, al Señor, alma mÃa,
y no te olvides de sus beneficios.
El Señor es compasivo y misericordioso.
El Señor perdona tus pecados
y cura tus enfermedades;
Él rescata tu vida del sepulcro
y te colma de amor y de ternura.
El Señor es compasivo y misericordioso.
El Señor no nos condena para siempre,
ni nos guarda rencor perpetuo.
No nos trata como merecen nuestras culpas,
ni nos paga según nuestros pecados.
El Señor es compasivo y misericordioso.
Como desde la tierra hasta el cielo,
asà es de grande su misericordia;
como un padre es compasivo con sus hijos,
asà es compasivo el Señor con quien lo ama.
El Señor es compasivo y misericordioso.
Carta del Apostol San Pablo a los Romanos
Rom 14, 7-9
Hermanos: Ninguno de nosotros vive para sà mismo, ni muere para sà mismo. Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Por lo tanto, ya sea que estemos vivos o que hayamos muerto, somos del Señor. Porque Cristo murió y resucitó para ser Señor de vivos y muertos.
Evangelio según San Mateo
Mt 18, 21-35
En aquel tiempo, Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: “Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?” Jesús le contestó: “No sólo hasta siete, sino hasta setenta veces siete“.
Entonces Jesús les dijo:
“El Reino de los cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus servidores. El primero que le presentaron le debÃa muchos millones. Como no tenÃa con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su mujer, a sus hijos y todas sus posesiones, para saldar la deuda. El servidor, arrojándose a sus pies, le suplicaba, diciendo: ‘Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo‘. El rey tuvo lástima de aquel servidor, lo soltó y hasta le perdonó la deuda.
Pero, apenas habÃa salido aquel servidor, se encontró con uno de sus compañeros, que le debÃa poco dinero. Entonces lo agarró por el cuello y casi lo estrangulaba, mientras le decÃa: ‘Págame lo que me debes‘. El compañero se le arrodilló y le rogaba: ‘Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo‘. Pero el otro no quiso escucharlo, sino que fue y lo metió en la cárcel hasta que le pagara la deuda.
Al ver lo ocurrido, sus compañeros se llenaron de indignación y fueron a contar al rey lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: ‘Siervo malvado. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debÃas tú también haber tenido compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?‘ Y el señor, encolerizado, lo entregó a los verdugos para que no lo soltaran hasta que pagara lo que debÃa.
Pues lo mismo hará mi Padre celestial con ustedes, si cada cual no perdona de corazón a su hermano”.