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Parábola de los Talentos

Primera Carta del Apostol San Pablo a los Tesalonicenses

1 Tesalonicenses 4, 9-11
Hermanos: En cuanto al amor fraterno, no necesitan que les escribamos, puesto que ustedes mismos han sido instruidos por Dios para amarse los unos a los otros. Y ya lo practican bien con los hermanos de toda Macedonia. Pero los exhortamos a que lo practiquen cada día más y a que procuren vivir en paz unos con otros, ocupándose cada cual de sus asuntos y trabajando cada quien con sus propias manos, como se lo hemos ordenado a ustedes.

Salmo 97

Cantemos al Señor con alegría.
Cantemos al Señor un canto nuevo,
pues ha hecho maravillas.
Su diestra y su santo brazo
le han dado la victoria.
Cantemos al Señor con alegría.
Alégrense el mar y el mundo submarino,
el orbe y todos los que en él habitan.
Que los ríos estallen en aplausos
y las montañas salten de alegría.
Cantemos al Señor con alegría.
Regocíjese todo ante el Señor,
porque ya viene a gobernar el orbe.
Justicia y rectitud serán las normas
con las que rija a todas las naciones.
Cantemos al Señor con alegría.

Evangelio según San Mateo

Mateo 25, 14-30
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:

“El Reino de los cielos se parece también a un hombre que iba a salir de viaje a tierras lejanas; llamó a sus servidores de confianza y les encargó sus bienes. A uno le dio cinco talentos; a otro, dos; y a un tercero, uno, según la capacidad de cada uno, y luego se fue.

El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió un talento hizo un hoyo en la tierra y allí escondió el dinero de su señor.

Después de mucho tiempo regresó aquel hombre y llamó a cuentas a sus servidores.

Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: ‘Señor, cinco talentos me dejaste; aquí tienes otros cinco, que con ellos he ganado‘. Su señor le dijo: ‘Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor, te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor’.

Se acercó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: ‘Señor, dos talentos me dejaste; aquí tienes otros dos, que con ellos he ganado’. Su señor le dijo: ‘Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor, te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor’.

Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y le dijo: ‘Señor, yo sabía que eres un hombre duro, que quieres cosechar lo que no has plantado y recoger lo que no has sembrado. Por eso tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo’.

El señor le respondió: ‘Siervo malo y perezoso. Sabías que cosecho lo que no he plantado y recojo lo que no he sembrado. ¿Por qué, entonces, no pusiste mi dinero en el banco, para que a mi regreso lo recibiera yo con intereses? Quítenle el talento y dénselo al que tiene diez. Pues al que tiene se le dará y le sobrará; pero al que tiene poco, se le quitará aun eso poco que tiene.

Y a este hombre inútil, échenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación’ “.


Crédito de la imagen: Parábola de los talentos (Al fondo se aprecia el siervo malo y perezoso escondiendo su talento en un hoyo en la tierra.), por un artista desconocido – Public Domain, Link.

Vivan como conviene, para agradar a Dios

Primera Carta del Apostol San Pablo a los Tesalonicenses

1 Tesalonicenses 4, 1-8
Hermanos: Les rogamos y los exhortamos en el nombre del Señor Jesús a que vivan como conviene, para agradar a Dios, según aprendieron de nosotros, a fin de que sigan ustedes progresando. Ya conocen, en efecto, las instrucciones que les hemos dado de parte del Señor Jesús.

Lo que Dios quiere de ustedes es que se santifiquen; que se abstengan de todo acto impuro; que cada uno de ustedes sepa tratar a su esposa con santidad y respeto y no dominado por la pasión, como los paganos, que no conocen a Dios. Que en esta materia, nadie ofenda a su hermano ni abuse de él, porque el Señor castigará todo esto, como se lo dijimos y aseguramos a ustedes, pues no nos ha llamado Dios a la impureza, sino a la santidad. Así pues, el que desprecia estas instrucciones no desprecia a un hombre, sino al mismo Dios, que les ha dado a ustedes su Espíritu Santo.

Salmo 96

Alegrémonos con el Señor.
Reina el Señor, alégrese la tierra;
cante de regocijo el mundo entero.
El trono del Señor se asienta
en la justicia y el derecho.
Alegrémonos con el Señor.
Los montes se derriten como cera ante el Señor,
ante el Señor de toda la tierra.
Los cielos pregonan su justicia,
su inmensa gloria ven todos los pueblos.
Alegrémonos con el Señor.
El Señor ama al que aborrece el mal,
protege la vida de sus fieles
y los libra de los malvados.
Alegrémonos con el Señor.
Amanece la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alégrense, justos, con el Señor,
y bendigan su santo nombre.
Alegrémonos con el Señor.

Evangelio seg[un San Marcos

Marcos 6, 17-29
En aquel tiempo, Herodes había mandado apresar a Juan el Bautista y lo había metido y encadenado en la cárcel. Herodes se había casado con Herodías, esposa de su hermano Filipo, y Juan le decía: “No te está permitido tener por mujer a la esposa de tu hermano“. Por eso Herodes lo mandó encarcelar.

Herodías sentía por ello gran rencor contra Juan y quería quitarle la vida, pero no sabía cómo, porque Herodes miraba con respeto a Juan, pues sabía que era un hombre recto y santo, y lo tenía custodiado. Cuando lo oía hablar, quedaba desconcertado, pero le gustaba escucharlo.

La ocasión llegó cuando Herodes dio un banquete a su corte, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea, con motivo de su cumpleaños. La hija de Herodías bailó durante la fiesta y su baile les gustó mucho a Herodes y a sus invitados. El rey le dijo entonces a la joven: “Pídeme lo que quieras y yo te lo daré”. Y le juró varias veces: “Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino“.

Ella fue a preguntarle a su madre: “¿Qué le pido?” Su madre le contestó: “La cabeza de Juan el Bautista“. Volvió ella inmediatamente junto al rey y le dijo: “Quiero que me des ahora mismo, en una charola, la cabeza de Juan el Bautista“.

El rey se puso muy triste, pero debido a su juramento y a los convidados, no quiso desairar a la joven, y enseguida mandó a un verdugo que trajera la cabeza de Juan. El verdugo fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una charola, se la entregó a la joven y ella se la entregó a su madre.

Al enterarse de esto, los discípulos de Juan fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.


Crédito de la imagen: “La decapitación de San Juan Bautista”, por Caravaggio – Public Domain, Link

Velen y estén preparados, porque no saben qué día va a venir su Señor

Primera Carta del Apostol San Pablo a los Tesalonicenses

1 Tesalonicenses 3, 7-13
Hermanos: En medio de todas nuestras dificultades y tribulaciones, la fe de ustedes nos ha dado un gran consuelo. El saber que permanecen fieles al Señor, nos llena ahora de vida.

¿Cómo podremos agradecerle debidamente a Dios el gozo tan grande con que, a causa de ustedes, nos alegramos en el Señor, a quien noche y día le rogamos con toda el alma que nos conceda verlos personalmente para completar lo que todavía falta a su fe?

Que el mismo Dios, nuestro Padre, y Jesucristo, nuestro Señor, nos conduzcan hacia ustedes. Que el Señor los llene y los haga rebosar de un amor mutuo y hacia todos los demás, como el que yo les tengo a ustedes, para que Él conserve sus corazones irreprochables en la santidad ante Dios, nuestro Padre, hasta el día en que venga nuestro Señor Jesús, en compañía de todos sus santos.

Salmo 89

Señor, llénanos de tu amor.
Tú, Señor, haces volver al polvo a los humanos,
diciendo a los mortales que retornen.
Mil años son para ti como un día,
que ya pasó; como una breve noche.
Señor, llénanos de tu amor.
Enséñanos a ver lo que es la vida
y seremos sensatos.
¿Hasta cuándo, Señor, vas a tener
compasión de tus siervos/ ¿Hasta cuándo?
Señor, llénanos de tu amor.
Llénanos de tu amor por la mañana
y júbilo será la vida toda.
Que el Señor bondadoso nos ayude
y dé prosperidad a nuestra obras.
Señor, llénanos de tu amor.

Evangelio según San Mateo

Mateo 24, 42-51
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:

“Velen y estén preparados, porque no saben qué día va a venir su Señor. Tengan por cierto que si un padre de familia supiera a qué hora va a venir el ladrón, estaría vigilando y no dejaría que se le metiera por un boquete en su casa. También ustedes estén preparados, porque a la hora en que menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre.

Fíjense en un servidor fiel y prudente, a quien su amo nombró encargado de toda la servidumbre para que le proporcionara oportunamente el alimento. Dichoso ese servidor, si al regresar su amo, lo encuentra cumpliendo con su deber. Yo les aseguro que le encargará la administración de todos sus bienes.

Pero si el servidor es un malvado, y pensando que su amo tardará, se pone a golpear a sus compañeros, a comer y emborracharse, vendrá su amo el día menos pensado, a una hora imprevista, lo castigará severamente y lo hará correr la misma suerte de los hipócritas. Entonces todo será llanto y desesperación”.


Crédito de la imagen: “Parábola del administrador injusto” por Phillip Medhurst – FAL, link

Por fuera parecen justos, pero por dentro están llenos de hipocresía y de maldad

Primera Carta del Apostol San Pablo a los Tesalonicenses

1 Tesalonicenses 2, 9-13
Hermanos: Sin duda se acuerdan de nuestros esfuerzos y fatigas, pues, trabajando de día y de noche, a fin de no ser una carga para nadie, les hemos predicado el Evangelio de Dios.

Ustedes son testigos y Dios también lo es, de la forma tan santa, justa e irreprochable como nos hemos portado con ustedes, los creyentes. Como bien lo saben, a cada uno de ustedes lo hemos exhortado con palabras suaves y enérgicas, como lo hace un padre con sus hijos, a vivir de una manera digna de Dios, que los ha llamado a su Reino y a su gloria.

Ahora damos gracias a Dios continuamente, porque al recibir ustedes la palabra que les hemos predicado, la aceptaron, no como palabra humana, sino como lo que realmente es: palabra de Dios, que sigue actuando en ustedes, los creyentes.

Salmo 138

Condúcenos, Señor, por tu camino.
¿A dónde iré yo lejos de ti, Señor?
¿Dónde escaparé de tu mirada?
Si subo hasta el cielo, allí estás tú;
si bajo el abismo, allí te encuentras.
Condúcenos, Señor, por tu camino.
Si voy en alas de la aurora
o me alejo hasta el extremo del mar,
también allí tu mano me conduce
y tu diestra me sostiene.
Condúcenos, Señor, por tu camino.
Si digo: “Que me cubran las tinieblas,
que la luz se convierta en noche para mí”,
las tinieblas no son oscuras para ti
y la noche es tan clara como el día.
Condúcenos, Señor, por tu camino.

Evangelio según San Mateo

Mateo 23, 27-32
En aquel tiempo, Jesús dijo a los escribas y fariseos:

“¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, porque son semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre! Así también ustedes: por fuera parecen justos, pero por dentro están llenos de hipocresía y de maldad.

¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, porque les construyen sepulcros a los profetas y adornan las tumbas de los justos, y dicen: ‘Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, nosotros no habríamos sido cómplices de ellos en el asesinato de los profetas’! Con esto ustedes están reconociendo que son hijos de los asesinos de los profetas. ¡Terminen, pues, de hacer lo que sus padres comenzaron!”


Crédito de la imagen: El Fariseo y el Publicano en el templo

¡Guías ciegos, que cuelan el mosquito, pero se tragan el camello!

Primera Carta del Apostol San Pablo a los Tesalonicenses

1 Tesalonicenses 2, 1-8
Hermanos: Bien saben que nuestra estancia entre ustedes no fue inútil, pues a pesar de los sufrimientos e injurias que padecimos en Filipos y que ya conocen, tuvimos el valor, apoyados en nuestro Dios, de predicarles su Evangelio en medio de una fuerte oposición.

Es que nuestra predicación no nace del error ni de intereses mezquinos ni del deseo de engañarlos, sino que predicamos el Evangelio de acuerdo con el encargo que Dios, considerándonos aptos, nos ha hecho, y no para agradar a los hombres, sino a Dios, que es el que conoce nuestros corazones.

Nunca nos hemos presentado, bien lo saben ustedes y Dios es testigo de ello, con palabras aduladoras ni con disimulada codicia, ni hemos buscado las alabanzas de ustedes ni las de nadie. Aunque hubiéramos podido imponerles nuestra autoridad, como apóstoles de Cristo, sin embargo los tratamos con la misma ternura con la que una madre estrecha en su regazo a sus pequeños. Tan grande es nuestro afecto por ustedes, que hubiéramos querido entregarles no solamente el Evangelio de Dios, sino también nuestra propia vida, porque han llegado ustedes a sernos sumamente queridos.

Salmo 138

Condúceme, Señor, por tu camino.
Tú me conoces, Señor, profundamente;
tú conoces cuándo me siento y me levanto,
desde lejos sabes mis pensamientos,
tú observas mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.
Condúceme, Señor, por tu camino.
Apenas la palabra está en mi boca,
y ya, Señor, te la sabes completa.
Me envuelves por todas partes
y tienes puesta sobre mí tu mano.
Esta es una ciencia misteriosa para mí,
tan sublime, que no la alcanzo.
Condúceme, Señor, por tu camino.

Evangelio según San Mateo

Mateo 23, 23-26
En aquel tiempo, Jesús dijo a los escribas y fariseos:

“¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, porque pagan el diezmo de la menta, del anís y del comino, pero descuidan lo más importante de la ley, que son la justicia, la misericordia y la fidelidad! Esto es lo que tenían que practicar, sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que cuelan el mosquito, pero se tragan el camello!

¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que limpian por fuera los vasos y los platos, mientras que por dentro siguen sucios con su rapacidad y codicia! ¡Fariseo ciego!, limpia primero por dentro el vaso y así quedará también limpio por fuera”.


Crédito de la imagen: Jesús dirigiéndose a los fariseos, por James Tissot – Public Domain, Link

Cierran a los hombres el Reino de los cielos; ni entran ustedes ni dejan pasar a los que quieren entrar

Primera Carta del Apostol San Pablo a los Tesalonicenses

1 Tesalonicenses 1, 1-5. 8b-10
Pablo, Silvano y Timoteo deseamos la gracia y la paz a la comunidad cristiana de los tesalonicenses, congregada por Dios Padre y por Jesucristo, el Señor.

En todo momento damos gracias a Dios por ustedes y los tenemos presentes en nuestras oraciones. Ante Dios, nuestro Padre, recordamos sin cesar las obras que manifiestan la fe de ustedes, los trabajos fatigosos que ha emprendido su amor y la perseverancia que les da su esperanza en Jesucristo, nuestro Señor.

Nunca perdemos de vista, hermanos muy amados de Dios, que Él es quien los ha elegido. En efecto, nuestra predicación del Evangelio entre ustedes no se llevó a cabo sólo con palabras, sino también con la fuerza del Espíritu Santo, que produjo en ustedes abundantes frutos. Bien saben cómo hemos actuado entre ustedes para su propio bien.

Su fe en Dios ha llegado a ser conocida, no sólo en Macedonia y Acaya, sino en todas partes; de tal manera, que nosotros ya no teníamos que decir nada. Porque ellos mismos cuentan de qué manera tan favorable nos acogieron ustedes y cómo, abandonando los ídolos, se convirtieron al Dios vivo y verdadero para servirlo, esperando que venga desde el cielo su Hijo, Jesús, a quien Él resucitó de entre los muertos, y es quien nos libra del castigo venidero.

Salmo 149

El Señor es amigo de su pueblo.
Entonen al Señor un canto nuevo,
en la asamblea litúrgica alábenlo.
En su creador y rey, en el Señor,
alégrese Israel, su pueblo santo.
El Señor es amigo de su pueblo.
En honor de su nombre, que haya danzas,
alábenlo con arpa y tamboriles.
El Señor es amigo de su pueblo
y otorga la victoria a los humildes.
El Señor es amigo de su pueblo.
Que se alegren los fieles en el triunfo,
que inunde el regocijo sus hogares,
Que alaben al Señor con sus palabras,
porque en esto su pueblo se complace.
El Señor es amigo de su pueblo.

Evangelio según San Mateo

Mateo 23, 13-22
En aquel tiempo, Jesús dijo a los escribas y fariseos:

“¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, porque les cierran a los hombres el Reino de los cielos! Ni entran ustedes ni dejan pasar a los que quieren entrar.

¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que recorren mar y tierra para ganar un adepto, y cuando lo consiguen, lo hacen todavía más digno de condenación que ustedes mismos!

¡Ay de ustedes, guías ciegos, que enseñan que jurar por el templo no obliga, pero que jurar por el oro del templo, sí obliga! ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante, el oro o el templo, que santifica al oro? También enseñan ustedes que jurar por el altar no obliga. ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda o el altar, que santifica a la ofrenda? Quien jura, pues, por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él. Quien jura por el templo, jura por él y por aquel que lo habita. Y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por aquel que está sentado en él”.


Crédito de la imagen: Ciego guiando a otros ciegos, Public Domain, Link

Lecturas del Domingo: Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio

Isaías

Isaίas 66, 18-21
Esto dice el Señor:

“Yo vendré para reunir a las naciones de toda lengua.
Vendrán y verán mi gloria.
Pondré en medio de ellos un signo,
y enviaré como mensajeros a algunos de los supervivientes
hasta los países más lejanos y las islas más remotas,
que no han oído hablar de mí ni han visto mi gloria,
y ellos darán a conocer mi nombre a las naciones.

Así como los hijos de Israel
traen ofrendas al templo del Señor en vasijas limpias,
así también mis mensajeros traerán,
de todos los países, como ofrenda al Señor,
a los hermanos de ustedes
a caballo, en carro, en literas,
en mulos y camellos,
hasta mi monte santo de Jerusalén.
De entre ellos escogeré sacerdotes y levitas”.

Salmo 116

Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio.
Que alaben al Señor todas las naciones,
que lo aclamen todos los pueblos.
Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio.
Porque grande es su amor hacia nosotros
y su fidelidad dura por siempre.
Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio.

Carta del Apostol San Pablo a los Hebreos

Hebreos 12, 5-7. 11-13
Hermanos: Ya se han olvidado ustedes de la exhortación que Dios les dirigió, como a hijos, diciendo: Hijo mío, no desprecies la corrección del Señor, ni te desanimes cuando te reprenda. Porque el Señor corrige a los que ama, y da azotes a sus hijos predilectos. Soporten, pues, la corrección, porque Dios los trata como a hijos; ¿y qué padre hay que no corrija a sus hijos?

Es cierto que de momento ninguna corrección nos causa alegría, sino más bien tristeza. Pero después produce, en los que la recibieron, frutos de paz y de santidad.

Por eso, robustezcan sus manos cansadas y sus rodillas vacilantes; caminen por un camino plano, para que el cojo ya no se tropiece, sino más bien se alivie.

Evangelio según San Lucas

Lucas 13, 22-30
En aquel tiempo, Jesús iba enseñando por ciudades y pueblos, mientras se encaminaba a Jerusalén. Alguien le preguntó: “Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?

Jesús le respondió:

“Esfuércense en entrar por la puerta, que es angosta, pues yo les aseguro que muchos tratarán de entrar y no podrán. Cuando el dueño de la casa se levante de la mesa y cierre la puerta, ustedes se quedarán afuera y se pondrán a tocar la puerta, diciendo: ‘¡Señor, ábrenos!’ Pero él les responderá: ‘No sé quiénes son ustedes’.

Entonces le dirán con insistencia: ‘Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en nuestras plazas’. Pero él replicará: ‘Yo les aseguro que no sé quiénes son ustedes. Apártense de mí todos ustedes los que hacen el mal’. Entonces llorarán ustedes y se desesperarán, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes se vean echados fuera.

Vendrán muchos del oriente y del poniente, del norte y del sur, y participarán en el banquete del Reino de Dios. Pues los que ahora son los últimos, serán los primeros; y los que ahora son los primeros, serán los últimos”.


Crédito de la imagen: Misioneras de la Caridad, por User:Fennec – Public Domain, Link

Dichoso el hombre que teme al Señor y sigue sus caminos

Rut

Rut 2, 1-3. 8-11; 4, 13-17
Tenía Noemí, por parte de su marido, Elimélek, un pariente de muy buena posición, llamado Booz.

Rut, la moabita, le dijo a Noemí: “Déjame ir a un campo en donde el dueño me permita recoger las espigas que se les caigan a los segadores“. Ella le respondió: “Ve, Hija mía“. Fue Rut y se puso a recoger espigas detrás de los segadores en un campo, que para suerte de ella, pertenecía a Booz, el de la familia de Elimélek.

Booz le dijo a Rut: “Escucha, hija mía. No vayas a recoger espigas en otros campos ni te alejes de aquí; quédate junto a mis espigadoras y síguelas por donde ellas vayan recolectando. Ya les dije a mis segadores que no te molesten. Si tienes sed, ve a donde están las vasijas y bebe del agua dispuesta para los trabajadores“.

Ella se postró ante él y le dijo: “¿Por qué me tratas con tanta benevolencia y te fijas en mí, que no soy más que una extranjera?” Booz le respondió: “Me han contado todo lo que, después de la muerte de tu marido, has hecho por tu suegra: cómo has renunciado a tu padre y a tu madre y a la tierra en que naciste, y has venido a vivir entre gente que no conocías“.

Después de algún tiempo, Booz se casó con Rut, se unió a ella y el Señor hizo que Rut concibiera y diera a luz un niño. Las mujeres le dijeron a Noemí: “Bendito sea el Señor, que no ha permitido que le faltara a tu difunto esposo un heredero para perpetuar su nombre en Israel. Este niño será tu consuelo y el apoyo en tu vejez, porque te lo ha dado a luz tu nuera, que tanto te quiere y que es para ti mejor que siete hijos“. Noemí tomó al niño, lo puso en su regazo y se encargó de criarlo. Las vecinas felicitaban a Noemí, diciendo: “Le ha nacido un hijo a Noemí“, y le pusieron por nombre Obed. Este es el padre de Jesé, padre de David.

Salmo 127

Dichoso el hombre que teme al Señor.
Dichoso el hombre que teme al Señor
y sigue sus caminos:
comerá del fruto de su trabajo,
será dichoso, le irá bien.
Dichoso el hombre que teme al Señor.
Su mujer, como vid fecunda,
en medio de su casa;
sus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de su mesa.
Dichoso el hombre que teme al Señor.
Esta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida.”
Dichoso el hombre que teme al Señor.

Evangelio según San Mateo

Mateo 23, 1-12
En aquel tiempo, Jesús dijo a las multitudes y a sus discípulos:

“En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos. Hagan, pues, todo lo que les digan, pero no imiten sus obras, porque dicen una cosa y hacen otra. Hacen fardos muy pesados y difíciles de llevar y los echan sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni con el dedo los quieren mover. Todo lo hacen para que los vea la gente. Ensanchan las filacterias y las franjas del manto; les agrada ocupar los primeros lugares en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; les gusta que los saluden en las plazas y que la gente los llame ‘maestros‘.

Ustedes, en cambio, no dejen que los llamen ‘maestros’, porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A ningún hombre sobre la tierra lo llamen ‘padre’, porque el Padre de ustedes es sólo el Padre celestial. No se dejen llamar ‘guías’, porque el guía de ustedes es solamente Cristo. Que el mayor de entre ustedes sea su servidor, porque el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”.


Crédito de la imagen: Rut en el campo de Booz, por Julius Schnorr von Carolsfeld – Public Domain, link.

Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?

Rut

Rut 1, 1. 3-8. 14-16. 22
En tiempo de los jueces, hubo hambre en el país de Judá y un hombre de Belén, llamado Elimélek, se fue a residir con Noemí, su esposa, y sus dos hijos a la región de Moab.

Murió Elimélek, y Noemí se quedó sola con sus dos hijos. Estos se casaron con dos mujeres moabitas: una se llamaba Orpá y la otra, Rut. Vivieron ahí unos diez años y murieron también los hijos de Noemí, Malón y Kilión, y ella se quedó sin hijos y sin esposo.

Entonces decidió abandonar los campos de Moab y regresar al país de Judá con sus dos nueras, porque oyó decir que el Señor había favorecido al pueblo y le daba buenas cosechas. Se pusieron, pues, en camino, para volver a la tierra de Judá. Entonces Noemí dijo a sus dos nueras: “Vuélvase cada una a casa de su madre. Que el Señor tenga piedad de ustedes, como ustedes la han tenido con mis hijos y conmigo“.

Ellas rompieron a llorar y Orpá besó a su suegra, Noemí, y se volvió a su pueblo; pero Rut se quedó con su suegra. Entonces Noemí le dijo a Rut: “Tu concuña se ha vuelto a su pueblo y a sus dioses; vuélvete tú también con ella“. Pero Rut respondió: “No insistas en que te abandone y me vaya, porque a donde tú vayas, iré yo; donde tú vivas, viviré yo; tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios“.

Así fue como Noemí, con su nuera Rut, la moabita, regresó de los campos de Moab y llegó con ella a Belén, al comienzo de la cosecha de la cebada.

Salmo 145

Alabaré al Señor toda mi vida.
Dichoso aquel que auxiliado
por el Dios de Jacob,
y pone su esperanza
en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto el mar encierra.
Alabaré al Señor toda mi vida.
El Señor siempre es fiel a su palabra,
y es quien hace justicia al oprimido;
Él proporciona pan a los hambrientos
y libera al cautivo.
Alabaré al Señor toda mi vida.
Abre el Señor los ojos de los ciegos
y alivia al agobiado.
Ama el Señor al hombre justo
y toma al forastero a su cuidado.
Alabaré al Señor toda mi vida.
A la viuda y al huérfano sustenta
y trastorna los planes del inicuo.
Reina el Señor eternamente,
reina tu Dios, oh Sión, reina por siglos.
Alabaré al Señor toda mi vida.

Evangelio según San Mateo

Mateo 22, 34-40
En aquel tiempo, habiéndose enterado los fariseos de que Jesús había dejado callados a los saduceos, se acercaron a Él. Uno de ellos, que era doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?

Jesús le respondió: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el más grande y el primero de los mandamientos. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se fundan toda la ley y los profetas“.


Crédito de la imagen: Rut y Naomí, por William Blake – Public Domain, link.

Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad

Jueces

Jueces 11, 29-39
En aquellos días, el espíritu del Señor vino sobre Jefté, que recorrió la región de Galaad y de Manasés, pasó por Mispá de Galaad y de allí marchó contra los amonitas. Jefté le hizo una promesa al Señor, diciendo: “Si me entregas a los amonitas, al primero que salga a la puerta de mi casa para recibirme, cuando vuelva victorioso de la guerra contra los amonitas, te lo ofreceré en holocausto”.

Jefté marchó contra los amonitas y el Señor se los entregó. Los derrotó desde Aroer hasta la entrada de Minit, donde hay veinte ciudades, hasta Abel-Keramín, y les tomó sus veinte ciudades. La derrota de los amonitas fue grandísima y fueron humillados por los israelitas.

Cuando Jefté volvió a su casa en Mispá, lo salió a recibir su hija, bailando al son de las panderetas. Jefté no tenía más hijos que ella. Al verla, Jefté se rasgó las vestiduras y gritó: “¡Ay, hija mía! ¡Qué desdichado soy! ¿Por qué tenías que ser tú la causa de mi desgracia? Le hice una promesa al Señor y no puedo retractarme”. Ella le dijo: “Padre mío, si le has hecho una promesa al Señor, haz conmigo lo que le prometiste, ya que el Señor te ha concedido la victoria sobre tus enemigos”. Después le dijo a su padre: “Concédeme tan sólo este favor: Déjame andar por los montes durante dos meses para llorar con mis amigas la desgracia de morir sin tener hijos”. El le respondió: “¡Vete!” Y le concedió lo que le había pedido.

Ella se fue con sus amigas y estuvo llorando su desgracia por los montes. Al cabo de los dos meses, volvió a la casa de su padre y él cumplió con ella la promesa que había hecho.

Salmo 39

Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Dichoso el hombre
que ha puesto su confianza en el Señor,
y no acude a los idólatras,
que se extravían con engaños.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Sacrificios y ofrendas no quisiste,
abriste, en cambio, mis oídos a tu voz.
No exigiste holocaustos por la culpa,
así que dije: “Aquí estoy”.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
En tus libros se me ordena
hacer tu voluntad;
esto es, Señor, lo que deseo:
tu ley en medio de mi corazón.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
He anunciado tu justicia
en la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
tú lo sabes, Señor.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Evangelio según San Mateo

Mateo 22, 1-14
En aquel tiempo, volvió Jesús a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo:

“El Reino de los cielos es semejante a un rey que preparó un banquete de bodas para su hijo. Mandó a sus criados que llamaran a los invitados, pero éstos no quisieron ir.

Envió de nuevo a otros criados que les dijeran: ‘Tengo preparado el banquete; he hecho matar mis terneras y los otros animales gordos; todo está listo. Vengan a la boda’. Pero los invitados no hicieron caso. Uno se fue a su campo, otro a su negocio y los demás se les echaron encima a los criados, los insultaron y los mataron.

Entonces el rey se llenó de cólera y mandó sus tropas, que dieron muerte a aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad.

Luego les dijo a sus criados: ‘La boda está preparada; pero los que habían sido invitados no fueron dignos. Salgan, pues, a los cruces de los caminos y conviden al banquete de bodas a todos los que encuentren’. Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala del banquete se llenó de convidados.

Cuando el rey entró a saludar a los convidados, vio entre ellos a un hombre que no iba vestido con traje de fiesta y le preguntó: ‘Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de fiesta?’ Aquel hombre se quedó callado. Entonces el rey dijo a los criados: ‘Átenlo de pies y manos y arrójenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación’. Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos”.


Crédito de la imagen: La hija de Jefté.