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La Palabra del Viernes 4 de Febrero de 2022

Salomón unción
La Unción de Salomón, por Cornelis de VosKunsthistorisches Museum, Public Domain, Link

Siracide (Ecleciástico) 47, 2-11

Como se aparta la grasa para los sacrificios,
así fue escogido David entre los hijos de Israel.
Él jugaba con leones, como si fueran cabritos
y con osos, como si fueran corderos.
Joven aún, mató al gigante
y lavó la deshonra de su pueblo:
hizo girar su honda
y de una pedrada derribó la soberbia de Goliat.
Porque invocó al Dios altísimo,
Él le dio fuerza a su brazo
para aniquilar a aquel poderoso guerrero
y restaurar el honor de su pueblo.
Por eso celebraban con canciones
su victoria sobre diez mil enemigos,
y lo bendecían en nombre del Señor.

Ya cuando era rey,
peleó con todos sus enemigos y los derrotó.
Aniquiló a los filisteos
y quebrantó su poder para siempre.

Por todos sus éxitos daba gracias al Dios altísimo
y lo glorificaba.
Amaba con toda el alma a su creador
y le entonaba canciones de alabanza.

Instituyó salmistas para el servicio del altar,
que con sus voces hicieron armoniosos los cantos.
Celebró con esplendor las fiestas
y organizó el ciclo de las solemnidades.
El santuario resonaba desde el alba
con alabanzas al nombre del Señor.

El Señor le perdonó sus pecados
y consolidó su poder para siempre.
Le prometió una dinastía perpetua
y le dio un trono glorioso en Israel.
Por sus méritos le sucedió
un hijo sabio, que vivió en paz:

Salomón fue rey en tiempos tranquilos,
porque Dios pacificó sus fronteras;
le construyó un templo al Señor
y le dedicó un santuario eterno.

 

La Palabra del Jueves 3 de Febrero de 2022

David orando
El Rey David en oración, por Pieter de GrebberWeb Gallery of Art:   Image  Info about artwork, Public Domain, Link

Primer Libro de Reyes 2, 1-4. 10-12

En aquel tiempo, sintiendo que se acercaba el día de su muerte, David le hizo estas recomendaciones a su hijo Salomón: “Yo ya me voy por el camino de todos los mortales. Ten valor y sé todo un hombre. Cumple los mandamientos del Señor, tu Dios; camina por sus sendas y observa sus preceptos, órdenes, decretos e instrucciones, tal como están escritos en la ley de Moisés. Si haces esto, tendrás éxito en todas tus empresas y el Señor cumplirá la promesa que me hizo al decirme: ‘Si tus hijos me son fieles a mí, el Señor, y cumplen sinceramente mi voluntad con todo su corazón y con toda su alma, no te faltará un descendiente en el trono de Israel’ ”.

Cuando el rey David murió, lo sepultaron en la llamada ciudad de David. Reinó sobre Israel durante cuarenta años: siete en Hebrón, y treinta y tres en Jerusalén. Su hijo Salomón lo sucedió en el trono y su reino se consolidó.

Las Riquezas del Rey Salomón

El Sueño de Salomón
El Sueño de Salomón, por Luca GiordanoWeb Gallery of Art:   Image  Info about artwork, Public Domain, Link

El Rey Salomón, hijo de David, patriarca del mundo judío y del nuestro cristiano también, se caracterizó por tener un corazón sabio y haber llevado a su pueblo a una de las más grandes épocas de su existencia, en la que había muchas riquezas y el pueblo estaba siempre contento.

Aunque, por eso mismo, al final Salomón tomó el mal camino y tuvo un final no tan feliz.

Pero, recordando el Evangelio de San Mateo de este pasado domingo en que hablábamos de las verdaderas riquezas a las que debemos aspirar, hoy tomarémos del Primer Libro de Reyes un segmento de la vida de querido rey, el cual, cuando siendo muy joven, fue proclamado Rey de Israel:

“En aquellos días, el Señor se le apareció al Rey Salomón en sueños y le dijo: ‘Salomón, pídeme lo que quieras, y yo te lo daré’.
“Salomón le respondió: ‘Señor, tú trataste con misericordia a tu siervo David, mi padre, porque se portó contigo con lealtad, con justicia y rectitud de corazón. Más aún, también ahora lo sigues tratando con misericordia, porque has hecho que un hijo suyo lo suceda en el trono. Sí, tú quisiste, Señor y Dios mío, que yo, tu siervo, sucediera en el trono a mi padre, David. Pero yo no soy mas que un muchacho y no sé cómo actuar. Soy tu siervo y me encuentro perdido en medio de este pueblo tuyo, tan numeroso, que es imposible contarlo. Por eso te pido que me concedas sabiduría de corazón, para que sepa gobernar a tu pueblo y distinguir entre el bien y el mal. Pues sin ella, ¿quién será capaz de gobernar a este pueblo tuyo tan grande?'”.

Una petición tan humilde y sencilla que sólo una persona de corazón bueno podía hacer. Y eso tuvo su recompensa. Termina la lectura:

“Al Señor le agradó que Salomón le hubiera pedido sabiduría y le dijo: ‘Por haberme pedido esto, y no una larga vida, ni riquezas, ni la muerte de tus enemigos, sino sabiduría para gobernar, yo te concedo lo que me has pedido. Te doy un corazón sabio y prudente, como no lo ha habido antes, ni lo habrá después de tí. Te voy a conceder, además, lo que no me has pedido: tanta gloria y riqueza, que no habrá rey que se pueda comparar contigo'”.

La verdadera riqueza de Salomón: un corazón bueno y humilde, coronado con Sabiduría de Dios.