
Hoy es el décimo séptimo domingo del tiempo ordinario, y esta semana hablaremos de las riquezas, y de cuáles son las que en verdad valen la pena.
El Evangelio de hoy, tomado de San Mateo, nos habla de esta plática que Jesús tiene con sus discÃpulos:
“El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo. El que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegrÃa, va y vende todo cuanto tiene y compra aquel campo.
“El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una perla muy valiosa, va y vende todo cuanto tiene y la compra”.
Aquellos afortunados que encuentran el verdadero valor de las enseñanzas de Cristo Jesús en sus parábolas y enseñanzas, tienen la dicha de poseer el más grande tesoro al que podemos aspirar. Imaginemos que ya no es necesario pensar más en el dinero, o en el pago de la hipoteca o renta de la casa, o en conseguir un nuevo trabajo para ganar mas, etc.
Ahora, tratemos de hacerlo.
Completamente difÃcil ¿verdad? Y es que somos humanos. Nos preocupa el qué vamos a comer, dónde vamos a dormir, cómo lo haré para pagar mi deudas, y un sin fin de cosas más que nos desvÃan de buscar el significado de la Palabra de Dios.
No, no estamos diciendo que debemos ser irresponsables y olvidarnos de nuestros compromisos.
Pero, sà debemos darle su importancia correcta y no volverlos el único objetivo de la vida. El dinero no lo es todo, y el enfocar la existencia a generarlo es un grave error. Saber darle su dimensión con humildad y caridad es la forma correcta de llevar una vida sana y fructifera.
Sigue el Evangelio:
“También se parece el Reino de los cielos a la red que los pescadores hechan en el mar y recoge toda clase de peces. Cuando se llena la red, los pescadores la sacan a la playa y se sientan a escoger los pescados; ponen lo buenos en canastos y tiran lo malos. Lo mismo sucederá al final de los tiempos: vendrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los arrojarán al horno encendido. Allà será el llanto y la desesperación.
“¿Han entendido todo esto? Ellos le contestaron: ‘SÃ’. Entonces él les dijo: ‘Por eso, todo escriba instruido en las cosas del Reino de los cielos es semejante al padre de familia, que va sacando de su tesoro cosas nuevas y cosas antiguas'”.
¿Han entendido todo esto?