Carta del Apostol San Pablo a los Romanos
Romanos 4, 19-25
Hermanos: La fe de Abraham no se debilitó a pesar de que, a la edad de casi cien años, su cuerpo ya no tenÃa vigor, y además, Sara, su esposa, no podÃa tener hijos. Ante la firme promesa de Dios no dudó ni tuvo desconfianza, antes bien su fe se fortaleció y dio con ello gloria a Dios, convencido de que Él es poderoso para cumplir lo que promete. Por eso, Dios le acreditó esta fe como justicia.
Ahora bien, no sólo por Él está escrito que “se le acreditó“, sino también por nosotros, a quienes se nos acreditará, si creemos en aquel que resucitó de entre los muertos, en nuestro Señor Jesucristo, que fue entregado a la muerte por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación.
Salmo – Lucas 1
Bendito sea el Señor, Dios de Israel.
El Señor ha hecho surgir a favor nuestro
un poderoso salvador en la casa de David, su siervo.
Asà lo habÃa anunciado desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Bendito sea el Señor, Dios de Israel.
Anunció que nos salvarÃa de nuestros enemigos
y de las manos de todos los que nos aborrecen,
para mostrar su misericordia a nuestros padres
y acordarse de su santa alianza.
Bendito sea el Señor, Dios de Israel.
El Señor juró a nuestro padre Abraham
que nos librarÃa del poder de nuestros enemigos,
para que pudiéramos servirlo sin temor,
con santidad y justicia,
todos los dÃas de nuestra vida.
Bendito sea el Señor, Dios de Israel.
Evangelio según San Lucas
Lucas 12, 13-21
En aquel tiempo, hallándose Jesús en medio de una multitud, un hombre le dijo: “Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia“. Pero Jesús le contestó: “Amigo, ¿quién me ha puesto como juez en la distribución de herencias?”
Y dirigiéndose a la multitud, dijo: “Eviten toda clase de avaricia, porque la vida del hombre no depende de la abundancia de los bienes que posea“.
Después les propuso esta parábola:
“Un hombre rico tuvo una gran cosecha y se puso a pensar: ‘¿Qué haré, porque no tengo ya en dónde almacenar la cosecha? Ya sé lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes para guardar ahà mi cosecha y todo lo que tengo. Entonces podré decirme: Ya tienes bienes acumulados para muchos años; descansa, come, bebe y date a la buena vida’. Pero Dios le dijo: ‘¡Insensato! Esta misma noche vas a morir. ¿Para quién serán todos tus bienes?’ Lo mismo le pasa al que amontona riquezas para sà mismo y no se hace rico de lo que vale ante Dios”.
Crédito de la imagen: “Parábola del rico insensato” por Rembrandt – Public Domain, Link
