Crédito de la imagen: Padre Nuestro, por James Tissot – Public Domain, Link
Carta del Apostol San Pablo a los Gálatas
Gal 2, 1-2. 7-14
Queridos hermanos: Después de catorce años volvà de nuevo a Jerusalén con Bernabé y también con Tito. Regresé porque Dios me lo habÃa revelado. AhÃ, en una reunión privada con los dirigentes, les expuse el Evangelio que predico a los paganos. Hice esto para que mis trabajos pasados y presentes no resultaran inútiles.
Todos reconocieron que yo habÃa recibido la misión de predicar el Evangelio a los paganos, como Pedro habÃa recibido la de predicarlo a los judÃos. Porque aquel que le dio poder a Pedro para ejercer el apostolado entre los judÃos, me lo dio a mà para ejercerlo entre los paganos.
Asà pues, Santiago, Pedro y Juan, que eran considerados como las columnas de la Iglesia, reconocieron la gracia que Dios me habÃa dado y nos dieron la mano a Bernabé y a mÃ, en señal de perfecta unión y para expresar su acuerdo de que nosotros nos dirigiéramos a los paganos y ellos a los judÃos. Lo único que nos pidieron fue que nos preocupáramos por los pobres, cosa que he procurado cumplir con solicitud.
Más tarde, cuando Pedro fue a AntioquÃa, yo me le enfrenté, porque era digno de reprensión. En efecto, antes de que llegaran algunos judÃos enviados por Santiago, Pedro solÃa comer con los paganos convertidos; pero después empezó a apartarse de ellos por temor a los judÃos recién llegados. Los demás judÃos convertidos imitaron su ejemplo, tanto que hasta el mismo Bernabé se dejó arrastrar por aquella conducta contradictoria.
Entonces, cuando vi que Pedro no procedÃa rectamente, conforme a la verdad del Evangelio, le dije delante de todos: “Si tú, que eres judÃo, vives como un pagano y no como un judÃo, ¿por qué quieres ahora obligar a los paganos convertidos a que vivan como judÃos?”
Salmo 116
Bendito sea el Señor.
Que alaben al Señor todas las naciones,
que lo aclamen todos los pueblos.
Bendito sea el Señor.
Porque grande es su amor hacia nosotros
y su fidelidad dura por siempre.
Bendito sea el Señor.
Evangelio según San Lucas
Lc 11, 1-4
Un dÃa, Jesús estaba orando y cuando terminó, uno de sus discÃpulos le dijo: “Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discÃpulos“.
Entonces Jesús les dijo:
“Cuando oren, digan:
Padre, santificado sea tu nombre,
venga tu Reino,
danos hoy nuestro pan de cada dÃa
y perdona nuestras ofensas,
puesto que también nosotros perdonamos
a todo aquel que nos ofende,
y no nos dejes caer en tentación”.