![Jesús y el buen ladrón](https://nosrodea.com/wp-content/uploads/2016/11/el_buen_ladron-1024x723.jpeg)
JeremÃas
Jer 20, 7-9
Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir;
fuiste más fuerte que yo y me venciste.
He sido el hazmerreÃr de todos;
dÃa tras dÃa se burlan de mÃ.
Desde que comencé a hablar,
he tenido que anunciar a gritos violencia y destrucción.
Por anunciar la palabra del Señor,
me he convertido en objeto de oprobio y de burla todo el dÃa.
He llegado a decirme: “Ya no me acordaré del Señor
ni hablaré más en su nombre”.
Pero habÃa en mà como un fuego ardiente,
encerrado en mis huesos;
yo me esforzaba por contenerlo y no podÃa.
Salmo 62
Señor, mi alma tiene sed de ti.
Señor, tú eres mi Dios, a ti te busco;
de ti sedienta está mi alma.
Señor, todo mi ser te añora
como el suelo reseco añora el agua.
Señor, mi alma tiene sed de ti.
Para admirar tu gloria y tu poder,
con este afán te busco en tu santuario.
Pues mejor es tu amor que la existencia;
siempre, Señor, te alabarán mis labios.
Señor, mi alma tiene sed de ti.
Podré asà bendecirte mientras viva
y levantar en oración mis manos.
De lo mejor se saciará mi alma;
te alabaré con jubilosos labios.
Señor, mi alma tiene sed de ti.
Porque fuiste mi auxilio,
y a tu sombra, Señor, canto con gozo.
A ti se adhiere mi alma
y tu diestra me da seguro apoyo.
Señor, mi alma tiene sed de ti.
Carta del Apostol San Pablo a los Romanos
Rom 12, 1-2
Hermanos: Por la misericordia que Dios les ha manifestado, los exhorto a que se ofrezcan ustedes mismos como una ofrenda viva, santa y agradable a Dios, porque en esto consiste el verdadero culto. No se dejen transformar por los criterios de este mundo; sino dejen que una nueva manera de pensar los transforme internamente, para que sepan distinguir cuál es la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le agrada, lo perfecto.
Evangelio según San Mateo
Mt 16, 21-27
En aquel tiempo, comenzó Jesús a anunciar a sus discÃpulos que tenÃa que ir a Jerusalén para padecer allà mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que tenÃa que ser condenado a muerte y resucitar al tercer dÃa.
Pedro se lo llevó aparte y trató de disuadirlo, diciéndole: “No lo permita Dios, Señor; eso no te puede suceder a ti“. Pero Jesús se volvió a Pedro y le dijo: “¡Apártate de mÃ, Satanás, y no intentes hacerme tropezar en mi camino, porque tu modo de pensar no es el de Dios, sino el de los hombres!”
Luego Jesús dijo a sus discÃpulos:
“El que quiera venir conmigo, que renuncie a sà mismo, que tome su cruz y me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mÃ, la encontrará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar uno a cambio para recobrarla?
Porque el Hijo del hombre ha de venir rodeado de la gloria de su Padre, en compañÃa de sus ángeles, y entonces le dará a cada uno lo que merecen sus obras”.