
Hoy es el cuarto domingo del Tiempo Ordinario. En este dÃa escucharemos cómo hasta los seres menos esperados reconocen la autoridad de Jesús y su divinidad.
Dice el Evangelio de San Marcos:
En aquel tiempo, se hallaba Jesús en Cafarnaúm y el sábado fue a la sinagoga y se puso a enseñar. Los oyentes quedaron asombrados de sus palabras, pues enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas.
HabÃa en la sinagoga un hombre poseÃdo por un espÃritu inmundo, que se puso a gritar: “¿Qué quieres tú con nosotros, Jesús de Nazareth? ¿Has venido a acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios”. Jesús le ordenó: “¡Cállate y sal de él!” El espÃritu inmundo, sacudiendo al hombre con violencia y dando un alarido, salió de él. Todos quedaron estupefactos y se preguntaban: “¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es esta? Este hombre tiene autoridad para mandar hasta a los espÃritus inmundos y lo obedecen”.
Y muy pronto se extendió su fama por toda Galilea.
En verdad es un poco escalofriante lo que acabamos de leer, pues se trata de un exorcismo: la expulsión de un demonio que tiene poseÃdo a una persona. Y este demonio-hombre… ¡vivÃa nada menos que en la propia sinagoga! Dándonos a entender que debemos estar atentos a todas las señales del mal, que pueden estar hasta en los lugares menos esperados.
Pero, más importante, el mensaje de esta semana es la autoridad de Jesús sobre todas las cosas y sobre todos los seres. Las dos semana pasadas hemos escuchado como Jesús llamó a Simón-Pedro, Andrés, Santiago y Juan, y ellos dejaron todo en el acto y lo siguieron.
Porque Jesús tiene esa autoridad. Su palabra es una órden que ni los humanos o los espÃritus pueden desconocer. El hombre del relato de hoy, atormentado quizás por años por ese demonio, buscaba refugio en la sinagoga y ni ahà lo dejaba en paz el malvado espÃritu.
Y sólo bastó para que Jesús le diera la orden y se alejara, dando un gran alarido.
No lo olivides: Jesús todo lo puede. Sólo basta que le pidas a Dios a través de Jesús por su ayuda a tus necesidades.