Crédito de la imagen: “El Llamado de Pedro y Andrés”, por Duccio di Buoninsegna – Public Domain, Link
Primera Carta del Apostol San Pablo a los Corintios
1 Cor 3, 18-23
Hermanos: Que nadie se engañe: si alguno se tiene a sà mismo por sabio según los criterios de este mundo, que se haga ignorante para llegar a ser verdaderamente sabio. Porque la sabidurÃa de este mundo es ignorancia ante Dios, como dice la Escritura: Dios hace que los sabios caigan en la trampa de su propia astucia. También dice: El Señor conoce los pensamientos de los sabios y los tiene por vanos.
Asà pues, que nadie se glorÃe de pertenecer a ningún hombre, ya que todo les pertenece a ustedes: Pablo, Apolo y Pedro, el mundo, la vida y la muerte, lo presente y lo futuro: todo es de ustedes; ustedes son de Cristo, y Cristo es de Dios.
Salmo 23
El Señor bendice al hombre justo.
Del Señor es la tierra y lo que ella tiene,
el orbe todo y los que en él habitan,
pues Él lo edificó sobre los mares,
Él fue quien lo asentó sobre los rÃos.
El Señor bendice al hombre justo.
¿Quién subirá hasta el monte del Señor?
¿Quién podrá entrar en su recinto santo?
El de corazón limpio y manos puras
y que no juro en falso.
El Señor bendice al hombre justo.
Ese obtendrá la bendición de Dios,
y Dios, su salvador, le hará justicia.
Este es la clase de hombres que te buscan
y vienen ante ti, Dios de Jacob.
El Señor bendice al hombre justo.
SÃganme, dice el Señor, y yo los haré pescadores de hombres.
Evangelio según San Lucas
Lc 5, 1-11
En aquel tiempo, Jesús estaba a orillas del lago de Genesaret y la gente se agolpaba en torno suyo para oÃr la palabra de Dios. Jesús vio dos barcas que estaban junto a la orilla. Los pescadores habÃan desembarcado y estaban lavando las redes. Subió Jesús a una de las barcas, la de Simón, le pidió que la alejara un poco de tierra, y sentado en la barca, enseñaba a la multitud.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: “Lleva la barca mar adentro y echen sus redes para pescar“. Simón replicó: “Maestro, hemos trabajado toda la noche y no hemos pescado nada; pero, confiado en tu palabra echaré las redes“. Asà lo hizo y cogieron tal cantidad de pescados, que las redes se rompÃan. Entonces hicieron señas a sus compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a ayudarlos. Vinieron ellos y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundÃan.
Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús y le dijo: “¡Apártate de mÃ, Señor, porque soy un pecador!” Porque tanto él como sus compañeros estaban llenos de asombro, al ver la pesca que habÃan conseguido. Lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Entonces Jesús le dijo a Simón: “No temas; desde ahora serás pescador de hombres“. Luego llevaron las barcas a tierra, y dejándolo todo, lo siguieron.