La Palabra del Miércoles 30 de Noviembre de 2022

Pescador
Pescador. Autor anónimo Charles Napier Hemy – Public Domain, Link.

Carta del Apostol San Pablo a los Romanos 10, 9-18

Hermanos: Basta que cada uno declare con su boca que Jesús es el Señor y que crea en su corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, para que pueda salvarse. En efecto, hay que creer con el corazón para alcanzar la santidad y declarar con la boca para alcanzar la salvación.

Por eso dice la Escritura: Ninguno que crea en Él quedará defraudado, porque no existe diferencia entre judío y no judío, ya que uno mismo es el Señor de todos, espléndido con todos los que lo invocan, pues todo el que invoque al Señor como a su Dios, será salvado por Él.

Ahora bien, ¿cómo van a invocar al Señor, si no creen en Él? ¿Y cómo van a creer en Él, si no han oído hablar de Él? ¿Y cómo van a oír hablar de Él, si no hay nadie que se lo anuncie? ¿Y cómo va a haber quienes lo anuncien, si no son enviados? Por eso dice la Escritura: ¡Qué hermoso es ver correr sobre los montes al mensajero que trae buenas noticias!

Sin embargo, no todos han creído en el Evangelio. Ya lo dijo Isaías: Señor, ¿quién ha creído en nuestra predicación? Por lo tanto, la fe viene de la predicación y la predicación consiste en anunciar la palabra de Cristo.

Entonces yo pregunto: ¿Acaso no habrán oído la predicación? ¡Claro que la han oído!, pues la Escritura dice: La voz de los mensajeros ha resonado en todo el mundo y sus palabras han llegado hasta el último rincón de la tierra.

Evangelio según San Mateo 4, 18-22

Una vez que Jesús caminaba por la ribera del mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado después Pedro, y Andrés, los cuales estaban echando las redes al mar, porque eran pescadores. Jesús les dijo: “Síganme y los haré pescadores de hombres”. Ellos inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.

Pasando más adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que estaban con su padre en la barca, remendando las redes, y los llamó también. Ellos, dejando enseguida la barca y a su padre, lo siguieron.

Lecturas del Domingo 6 de Febrero de 2022: Dejándolo todo, lo siguieron

Pescador
Pescador anónimo Charles Napier Hemyoil on canvas 46 × 61 cm (18.1 × 24 in), Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=4843747

Hoy es el Quinto Domingo del Tiempo Ordinario, y también es el Día Mundial dedicado a las Vidas Consagradas. Así como los sacerdotes, monjas y frailes tienen consagrada su vida a Dios, nosotros también tenemos una misión de hacer de nuestras casas y hogares “pequeñas parroquias” en las cuales el Amor a Dios debe ser el eje central.

Las lecturas de hoy son ideales para representar la vida dedicada a Dios: Isaías respondió al llamado del Señor: “Aquí estoy, Señor, envíame“; Pablo nos muestra cómo fue llamado él también por Jesús; y en el Evangelio, Pedro, Santiago y Juan, lo dejaron todo y se convirtieron en pescadores de hombres.

Isaías 6, 1-2a. 3-8

El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor, sentado sobre un trono muy alto y magnífico. La orla de su manto llenaba el templo. Había dos serafines junto a él, con seis alas cada uno, que se gritaban el uno al otro:

Santo, santo, santo es el Señor,
Dios de los ejércitos;
su gloria llena toda la tierra”.

Temblaban las puertas al clamor de su voz y el templo se llenaba de humo. Entonces exclamé:

¡Ay de mí!, estoy perdido,
porque soy un hombre de labios impuros,
que habito en medio de un pueblo de labios impuros,
porque he visto con mis ojos al Rey y Señor de los ejércitos”.

Después voló hacia mí uno de los serafines. Llevaba en la mano una brasa, que había tomado del altar con unas tenazas. Con la brasa me tocó la boca, diciéndome:

Mira: Esto ha tocado tus labios.
Tu iniquidad ha sido quitada
y tus pecados están perdonados”.

Escuché entonces la voz del Señor que decía: “¿A quién enviaré? ¿Quién irá de parte mía?” Yo le respondí: “Aquí estoy, Señor, envíame”.

Salmo 137, 1-2a. 2bc-3. 4-5. 7c-8.

R. (1c) Cuando te invocamos, Señor, nos escuchaste.
De todo corazón te damos gracias,
Señor, porque escuchaste nuestros ruegos.
Te cantaremos delante de tus ángeles,
te adoraremos en tu templo. R.
R. Cuando te invocamos, Señor, nos escuchaste.
Señor, te damos gracias
por tu lealtad y por tu amor:
siempre que te invocamos nos oíste
y nos llenaste de valor. R.
R. Cuando te invocamos, Señor, nos escuchaste.
Que todos los reyes de la tierra te reconozcan,
al escuchar tus prodigios.
Que alaben tus caminos,
porque tu gloria es inmensa. R.
R. Cuando te invocamos, Señor, nos escuchaste.
Tu mano, Señor, nos podrá a salvo,
y así concluirás en nosotros tu obra.
Señor, tu amor perdura eternamente;
obra tuya soy, no me abandones. R.
R. Cuando te invocamos, Señor, nos escuchaste.

Primera Carta a los Corinitios 15, 1-11

Hermanos: Les recuerdo el Evangelio que yo les prediqué y que ustedes aceptaron y en el cual están firmes. Este Evangelio los salvará, si lo cumplen tal y como yo lo prediqué. De otro modo, habrán creído en vano.

Les transmití, ante todo, lo que yo mismo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, como dicen las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según estaba escrito; que se le apareció a Pedro y luego a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos reunidos, la mayoría de los cuales vive aún y otros ya murieron. Más tarde se le apareció a Santiago y luego a todos los apóstoles.

Finalmente, se me apareció también a mí, que soy como un aborto. Porque yo perseguí a la Iglesia de Dios y por eso soy el último de los apóstoles e indigno de llamarme apóstol. Sin embargo, por la gracia de Dios, soy lo que soy, y su gracia no ha sido estéril en mí; al contrario, he trabajado más que todos ellos, aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios, que está conmigo. De cualquier manera, sea yo, sean ellos, esto es lo que nosotros predicamos y esto mismo lo que ustedes han creído.

Evangelio según San Lucas 5, 1-11

En aquel tiempo, Jesús estaba a orillas del lago de Genesaret y la gente se agolpaba en torno suyo para oír la palabra de Dios. Jesús vio dos barcas que estaban junto a la orilla. Los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió Jesús a una de las barcas, la de Simón, le pidió que la alejara un poco de tierra, y sentado en la barca, enseñaba a la multitud.

Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: “Lleva la barca mar adentro y echen sus redes para pescar”. Simón replicó: “Maestro, hemos trabajado toda la noche y no hemos pescado nada; pero, confiado en tu palabra, echaré las redes”. Así lo hizo y cogieron tal cantidad de pescados, que las redes se rompían. Entonces hicieron señas a sus compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a ayudarlos. Vinieron ellos y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían.

Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús y le dijo: “¡Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador!” Porque tanto él como sus compañeros estaban llenos de asombro al ver la pesca que habían conseguido. Lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.

Entonces Jesús le dijo a Simón: “No temas; desde ahora serás pescador de hombres”. Luego llevaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

Lecturas del Domingo: Enero 24, 2021 – Lo dejaron todo

Pescador
Pescador anónimo Charles Napier Hemyoil on canvas 46 × 61 cm (18.1 × 24 in), Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=4843747

Hoy es el tercer domingo del tiempo ordinario, y en el Evangelio de San Marcos, escucharemos una variación del primer encuentro de Jesús con Andrés y su hermano Simón –Pedro– de la que nos narró San Juan la semana pasada. Pero el mensaje es el mismo y la Palabra, igual de poderosa.

Después de que arrestaron a Juan el Bautista, Jesús se fue a Galilea para predicar el Evangelio de Dios y decía: “Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios ya está cerca. Arrepiéntanse y crean en el Evangelio“.
Caminaba Jesús por la orilla del Lago de Galilea, cuando vio a Simón y a su hermano Andrés, echando las redes en el lago, pues eran pescadores. Jesús les dijo: “Síganme y haré de ustedes pescadores de hombres“. Inmediatemente dejaron las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante, vio a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que estaban en una barca, remendando sus redes. Los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre con los trabajadores, se fueron con Jesús.

El llamado de Dios es muy poderoso. El llamado de Dios es muy suave y gentil.

Nuestro amor a Dios es mayor que el que le debemos a nuestros padres, a nuestro trabajo, a nuestros amigos. Marcos nos habla de pescadores, personajes de los más humildes en el antiguo Israel. Santiago y Juan estaban trabajando, junto a sus compañeros y a su padre. Y dejaron todo por seguir a Jesús.

En nuestra cultura Hispana, esto es inconcebible, pues tenemos muy arraigaida la definición de familia en nuestras vidas. Pero Jesús nos indica aquí que el llamado de Dios es mayor que todo lo que nos rodea, y debemos estar listos para seguirlo y dejar todo por su Palabra.

Y la Palabra es la Sabiduría para vivir en paz con Dios. Es ley para sabernos gobernar. Es el amor para vivir todos juntos.

Seguir la Palabra de Dios no es fácil, pues a veces tenemos que sacrificar amigos, trabajo y hasta la familia. Pero, la recompensa es la Vida Eterna.

Lecturas del Domingo: Enero 26, 2020 – Síganme y los haré pescadores de hombres

El llamado de Pedro y Santiago
“El llamado de Pedro y Santiago”, por Duccio di Buoninsegna – The Yorck Project (2002) 10.000 Meisterwerke der Malerei (DVD-ROM), distributed by DIRECTMEDIA Publishing GmbH. ISBN: 3936122202., Public Domain, Link

Tercer domingo del tiempo ordinario. Jesús comienza su prédica pública de conversión y a elegir al grupo de los doce. Dice el Evangelio de San Mateo:

“Al enterarse Jesús de que Juan el Bautista había sido arrestado, se retiró a Galilea, y dejando el pueblo de Nazaret, se fue a vivir a Cafarnaúm, junto al lago, en territorio de Zabulón y Neftalí, para que así se cumpliera lo que había anunciado el profeta Isaías:
‘Tierra de Zabulón y Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los paganos. El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz. Sobre los que vivían en tierra de sombras, una luz resplandeció’.
Desde entonces comenzó Jesús a predicar, diciendo: ‘Conviértanse, porque ya está cerca el Reino de los Cielos’.
“Una vez que Jesús caminaba por la ribera del mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado después Pedro, y Andrés, los cuales estaban echando las redes al mar, porque eran pescadores. Jesús les dijo: ‘Síganme y los haré pescadores de hombres’. Ellos inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Pasando más adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que estaban con su padre en la barca, remendando las redes, y los llamó también. Ellos, dejando en seguida la barca y a su padre, lo siguieron.
“Andaba por toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando la buena nueva del Reino de Dios y curando a la gente de toda enfermedad y dolencia”.

Cuando recibas el llamado de Dios, no lo pienses dos veces. Cuando Jesús te llame, síguelo sin importar el trabajo, la familia o los amigos. Cuando Dios te llama, es por que en verdad te necesita.

La Red de 153 Pescados

El llamado de Pedro y Santiago
“El llamado de Pedro y Santiago”, por Duccio di Buoninsegna – The Yorck Project (2002) 10.000 Meisterwerke der Malerei (DVD-ROM), distributed by DIRECTMEDIA Publishing GmbH. ISBN: 3936122202., Public Domain, Link

Dice el evangelio de esta semana que una noche, Pedro y otros discípulos estaban sentado a la orilla del mar de Galilea. Cansados tal vez, todavía ocultándose de los judíos que querían aprenderlos, pero, ciertamente, fastidiados y aburridos. Ellos, hombres pescadores sin mucha instrucción escolar que sólo sabían trabajar duro, estaban ahora sin oportunidad de hacer nada, pues los estaban buscando.

Pedro les dijo que quería ir a pescar. En eso eran expertos, y como era de noche, el peligro era menor. Se hicieron a la mar, pero no encontraron nada.

Jesús se les apareció a la orilla, pero ellos no lo reconocieron. Les preguntó qué habían pescado, y cuando ellos le dijeron que nada, Jesús les dijo que tiraran la red a la derecha de la barca. Dice la escritura que no podían jalar la red de tantos pescados que pescaron.

Cuando sus ojos se abrieron y se dieron cuenta de que era Jesús, Pedro se ciñó la túnica (pues se la había quitado probablemente por el calor de la época) y saltó de la barca y se fue nadando a la orilla para encontrarse con Jesús.

Luego, cuando la balsa estaba cerca:

“Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red, repleta de pescados grandes. Eran ciento cincuenta y tres”.

Pedro liderato de los doce más adelante. Jesús le dirá: “Apacienta mis corderos“, “Pastorea mis ovejas” y “Apacienta mis ovejas“, dándole el liderazgo de la Iglesia a él y a sus sucesores.

Pero, volviendo al relato original, ¿porqué 153 pescados? ¿Porqué un número tan preciso? Por que en ese entonces, eran 153 los pueblos que existían en la Tierra, y la lectura tiene el significado que le estaba dando la autoridad a Pedro sobre todos los pueblos para llevarlos a Jesús.

 

Lecturas del Domingo: Febrero 7, 2016 – Pescadores de hombres

Pescadores
By Charles Napier Hemyoil on canvas 46 × 61 cm (18.1 × 24 in), Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=4843747

El día de hoy se nos habla del inicio del apostolado de Pedro. Pedro era un pescador que estaba trabajando con sus compañeros y desde hacia algún tiempo había estado escuchando al nuevo “predicador que anda dando muchos mensajes en las aldeas cercanas”, o sea Jesús. Es en este episodio que leemos que Pedro y sus amigos llevan a Jesús por el lago de Genesaret ayudándole con la prédica.

Es interesante el solo pensar que Jesús decide usar las barcas para poder hacer llegar su mensaje a mas gente, la cual ya estaba comenzando a acumularse.

Después de que acabar, Jesús le pide a Pedro que vayan mar adentro y que tiren las redes. Pedro le dice que ellos ya habían intentado pescar en esa misma are en la mañana de ese mismo día, pero que confiando en Él, hará lo que pide.

Y la sorpresa de que ahora las redes salen repletas de peces. Es necesario llamar a otras barcas para que ayuden con la pesca.

Pedro cae a los pies de Jesús y le dice: “¡Apártate de mí Señor, porque soy un pecador!”. Y es que Pedro está asombrado. Para nosotros, hoy en día, nos resulta poco impresionante tal evento. Sin embargo, tenemos que pensar el lo siguiente:

Como Jesús escogió a los pescadores. El milagro tenía que ser adecuado a su entendimiento y a su condición. Lucas, el narrador de este episodio, es cuidadoso al mencionar que Pedro suavemente le recuerda a Jesús que ellos ya habían intentado pesar en el lago en la mañana. Como buen pescador sabe que no es probable que los peces estén ahí.

Nosotros hemos escuchado esta historia por muchos años, al grado que nos nos impresiona. Pero pensemos que para Pedro y su gente esta es la primera vez que ven esto.

Finalmente, la reacción de Pedro ante el milagro es la de verdadera humildad: caer a los pies de Jesús, reconocer su propia condición humana, y sentirse lo más pequeñito posible ante el Hijo de Dios.

Pero Jesús no se vanagloria de Pedro que está en el piso. Lo levanta y le dice a él y a su gente: “No temas; desde ahora serás pescador de hombres”.

Luego llevaron las barcas a tierra, y dejándolo todo, lo siguieron. Ojo: no dice que los pescadores hayan ido corriendo a avisarles a sus familias que luego volvían; tampoco dice que buscaron compradores para tanto pescado que encontraron; y mucho menos dice que se hayan puesto a discutir lo que pasó y si deberían seguir a Jesús o no.

Dejándolo todo, lo siguieron