Hoy celebramos el acontecimiento más grande de la Historia. Este dÃa, Jesús venció a la muerte. No fue resucitado por ningún hombre, sino por Dios mismo, después de tres dÃas en el sepulcro. En ese momento, todas las profecÃas de ElÃas, JeremÃas, Daniel y todos los demás profetas se hacÃan realidad.
Los mismo apóstoles aún no entendÃan en qué consistÃan las enseñanzas de Cristo en lo referente a su muerte y resurrección, pues Jesús hablaba de la destrucción del templo y de cómo podrÃa ser reconstruido al tercer dÃa. Pero hoy, los ojos se les han abierto y finalmente comprenden.
Jesús vence a la muerte, y con Él, todos nosotros somos invitados al Reino de Dios, al cual ya tenemos derecho. El pecado original de Adán fue una ofensa muy grande a Dios, y se necesitaba un sacrificio más grande para enmendarlo; y este sacrificio fue la pasión, el sufrimiento y la muerte de Jesús.
San Juan, en su evangelio de hoy, nos detalla este acontecimiento:
“El primer dÃa después del sábado, estando todavÃa oscuro, fue MarÃa Magdalena al sepulcro y vió removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discÃpulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: ‘Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto’.
“Salieron corriendo Pedro y el otro discÃpulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discÃpulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró.
“En eso llegó también Simon Pedro, que lo venÃa siguiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que habÃa estado sobre la cabeza de Jesús, pero no con lo lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces, entró también el otro discÃpulo, el que habÃa llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, pues hasta entonces no habÃan entendido las escrituras, según las cuales Jesús habÃa de resucitar de entre los muertos”.
¡Aleluya, aleluya. El Señor ha resucitado!