Cantar de los Cantares
Can 3, 1-4
Esto dice la esposa:
“En mi lecho, por las noches,
a mi amado yo buscaba.
Lo busqué, pero fue un vano.
Me levantaré. Por las plazas
y barrios de la ciudad
buscaré al amor de mi alma.Lo busqué, pero fue en vano.
Y me encontraron los guardias
de la ciudad, y les dije:
‘¿Qué no vieron a aquel que ama
mi alma?’ Y apenas se fueron,
encontré al amor de mi alma”.
Evangelio según San Juan
Jn 20, 1-2. 11-18
El primer dÃa después del sábado, estando todavÃa oscuro, fue MarÃa Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discÃpulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto“.
MarÃa se habÃa quedado llorando junto al sepulcro de Jesús. Sin dejar de llorar, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados en el lugar donde habÃa estado el cuerpo de Jesús, uno en la cabecera y el otro junto a los pies. Los ángeles le preguntaron: “¿Por qué estás llorando, mujer?” Ella les contestó: “Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo habrán puesto“.
Dicho esto, miró hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabÃa que era Jesús. Entonces Él le dijo: “Mujer, ¿por qué estás llorando? ¿A quién buscas?” Ella, creyendo que era el jardinero, le respondió: “Señor, si tú te lo llevaste, dime dónde lo has puesto“. Jesús le dijo: “¡MarÃa!” Ella se volvió y exclamó: “¡RabbunÃ!“, que en hebreo significa ‘maestro’. Jesús le dijo: “Déjame ya, porque todavÃa no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: ‘Subo a mi Padre y su Padre, a mi Dios y su Dios’ “.
MarÃa Magdalena se fue a ver a los discÃpulos para decirles que habÃa visto al Señor y para darles su mensaje.