Ageo
Ag 1, 1-8
El dÃa primero del mes sexto del año segundo del rey DarÃo, la palabra del Señor se dirigió, por medio del profeta Ageo, a Zorobabel, hijo de Sealtiel, gobernador de Judea, y a Josué, hijo de Yosadac, sumo sacerdote, y les dijo: “Esto dice el Señor de los ejércitos: ‘Este pueblo mÃo anda diciendo que todavÃa no ha llegado el momento de reconstruir el templo’ “.
La palabra del Señor llegó por medio del profeta Ageo y dijo: “¿De modo que es tiempo de vivir en casas con paredes revestidas de cedro, mientras que mi casa está en ruinas? Pues ahora, dice el Señor de los ejércitos, reflexionen sobre su situación: han sembrado mucho, pero cosechado poco; han comido, pero siguen con hambre; han bebido, pero siguen con sed; se han vestido, pero siguen con frÃo, y los que trabajaron a sueldo echaron su salario en una bolsa rota“. Esto dice el Señor de los ejércitos: “Reflexionen, pues, sobre su situación. Suban al monte, traigan madera y construyan el templo, para que pueda yo estar satisfecho y mostrar en él mi gloria, dice el Señor“.
Evangelio según San Lucas
Lc 9, 7-9
En aquel tiempo, el rey Herodes se enteró de todos los prodigios que Jesús hacÃa y no sabÃa a qué atenerse, porque unos decÃan que Juan habÃa resucitado; otros, que habÃa regresado ElÃas, y otros, que habÃa vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.
Pero Herodes decÃa: “A Juan yo lo mandé decapitar. ¿Quién será, pues, éste del que oigo semejantes cosas?” Y tenÃa curiosidad de ver a Jesús.