DecÃamos el domingo pasado, en el Evangelio de Juan, que Santo Tomás, uno de los doce discÃpulos originales de Jesús, tenÃa el problema de la incredulidad.
Tomás hasta puso sus propias condiciones para poder creer que Jesús habÃa resucitado.
Y Jesús se le presenta y habla directamente a él, diciéndole: “No sigas dudando, sino cree“.
Esta experiencia dejó una fuerte marca en el apóstol, pues después se convirtió en un gran impulsor del Cristianismo. Primero, comenzó a llevar el Evangelio a Siria y otros paÃses árabes, incluyendo Irán.
Sus esfuerzos fueron tan grandes que llegó hasta la India, donde fundó muchos templos y esparció la Palabra de Jesús entre habitantes de una tierra extraña, que nada tenÃa que ver con las raÃces judÃas del cercano oriente.
De acuerdo a ciertas tradiciones, llegó a visitar unas partes del extremo occidental de China, y hasta viajó a Indonesia.
Pero, el celo de mercaderes hindues por la multitud que accarreaba y el mensaje de amor de Jesús que proclamaba, llevó que Santo Tomás muriera traspazado por una lanza luego de ser martirizado.
Santo Tomás Apóstol, cayó ante Jesús y pidió perdón por su incredulidad diciéndole “Señor mÃo, y Dios mÃo“. Pero más importante, no se amedrentó y se convirtió en uno de los más trabajadores y fervientes impulsores de la Palabra de Dios en este mundo.
Santo Tomás, después de su error, lucho incansablemente por Jesús, y hoy en dÃa es el Santo Patrono de la India. Que su vida sea un ejemplo para todos nosotros.