Nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto

Icono de los doce apóstoles
La reunión de los doce apóstoles, por autor un anónimo – Public Domain, Link

Hechos de los Apóstoles

Hch 4, 32-37
La multitud de los que habían creído tenía un solo corazón y una sola alma; todo lo poseían en común y nadie consideraba suyo nada de lo que tenía.
Con grandes muestras de poder, los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús y todos gozaban de gran estimación entre el pueblo. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían terrenos o casas, los vendían, llevaban el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles, y luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno.
José, levita nacido en Chipre, a quien los apóstoles llamaban Bernabé (que significa hábil para exhortar), tenía un campo; lo vendió y puso el dinero a disposición de los apóstoles.

Evangelio según San Juan

Jn 3, 7-15
En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: “No te extrañes de que te haya dicho: ‘Tienen que renacer de lo alto’. El viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así pasa con quien ha nacido del Espíritu“. Nicodemo le preguntó entonces: “¿Cómo puede ser esto?
Jesús le respondió: “Tú eres maestro de Israel, ¿y no sabes esto? Yo te aseguro que nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero ustedes no aceptan nuestro testimonio. Si no creen cuando les hablo de las cosas de la tierra, ¿cómo creerán si les hablo de las celestiales? Nadie ha subido al cielo sino el Hijo del hombre, que bajó del cielo y está en el cielo. Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna“.

 

Lecturas del Domingo: Septiembre 6, 2020 – Lo que aten en la tierra quedará atado en el cielo

Misioneros católicos
Misioneros católicos en Nueva Guinea, por Institute of the Incarnate Word – <a rel=”nofollow” class=”external free” href=”http://www.iveamerica.org”>http://www.iveamerica.org</a>, Public Domain, Link

En el Evangelio de la semana pasada, nos decía Jesús que si queríamos seguirlo deberíamos tomar cada uno nuestra cruz e ir con Él.

Pero, ¿qué pasa si esa pesada cruz está cerca de nosotros, en nuestro círculo familiar… o en nuestra misma casa?

Hoy es el 23 Domingo del Tiempo Ordinario, y el Evangelio de San Mateo nos dice:

“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Si tu hermano comete un pecado, ve amonéstalo a solas. Si te escucha, habrás salvado a tu hermano. Si no te hace caso, hazte acompañar de una o dos personas, para que todo lo que se diga conste por boca de dos o tres testigos. Pero si ni así te hace caso, díselo a la comunidad; y si ni a la comunidad le hace caso, apártate de él como de un pagano o de un publicano'”.
“‘Yo les aseguro que todo lo que aten en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo'”.
“‘Yo les aseguro también que si dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir algo, sea lo que fuere, mi Padre celestial se lo concederá; pues donde dos o tres se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos'”.

Jesús nos llama a ser fuertes y enfrentar lo incómodo, lo difícil. Pero, debemos entender que siempre debemos buscar la fuerza en Él y Dios. Lo maravilloso está en que no es necesario que lo hagamos solos: nuestra comunidad, nuestros amigos, y nuestra familia son los lugares donde debemos buscar esa fuerza que Jesús nos tiene aguardada para sobrellevar nuestra propia carga.