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No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos

Carta del Apostol San Pablo a los Hebreos

Hebreos 4, 12-16
Hermanos: La palabra de Dios es viva, eficaz y más penetrante que una espada de dos filos. Llega hasta lo más íntimo del alma, hasta la médula de los huesos y descubre los pensamientos e intenciones del corazón. Toda creatura es transparente para ella. Todo queda al desnudo y al descubierto ante los ojos de aquel a quien debemos rendir cuentas.

Puesto que Jesús, el Hijo de Dios, es nuestro sumo sacerdote, que ha entrado en el cielo, mantengamos firme la profesión de nuestra fe. En efecto, no tenemos un sumo sacerdote que no sea capaz de compadecerse de nuestros sufrimientos, puesto que Él mismo ha pasado por las mismas pruebas que nosotros, excepto el pecado.

Acerquémonos, por lo tanto, con plena confianza, al trono de la gracia, para recibir misericordia, hallar la gracia y obtener ayuda en el momento oportuno.

Salmo 18

Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.
La ley del Señor es perfecta del todo
y reconforta el alma;
inmutables son las palabras del Señor
y hacen sabio al sencillo.
Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.
En los mandamientos del Señor hay rectitud
y alegría para el corazón;
son luz los preceptos del Señor
para alumbrar el camino.
Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.
La voluntad del Señor es santa
Y para siempre estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.
Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.
Que te sean gratas las palabras de mi boca,
y los anhelos de mi corazón.
Haz, Señor, que siempre te busque,
pues eres mi refugio y salvación.
Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.

Evangelio según San Marcos

Marcos 2, 13-17
En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a caminar por la orilla del lago; toda la muchedumbre lo seguía y Él les hablaba. Al pasar, vio a Leví (Mateo), el hijo de Alfeo, sentado en el banco de los impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él se levantó y lo siguió.

Mientras Jesús estaba a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores se sentaron a la mesa junto con Jesús y sus discípulos, porque eran muchos los que lo seguían. Entonces unos escribas de la secta de los fariseos, viéndolo comer con los pecadores y publicanos, preguntaron a sus discípulos: “¿Por qué su maestro come y bebe en compañía de publicanos y pecadores?

Habiendo oído esto, Jesús les dijo: “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido para llamar a los justos, sino a los pecadores”.

 

Lecturas del Domingo: Febrero 4, 2018 – Vocación para servir

Jesús sanando a la suegra de Simón
“Jesús sanando a la suegra de Simón”, por John Bridges (England, 1818–1854)http://www.artsbma.org/pieces/christ-healing-the-mother-of-simon-peters-wife/1978-2274/, Public Domain, Link

El mensaje del Evangelio de hoy es muy sencillo: servir a los demás. La semana pasada escuchábamos cómo Jesús, en una de sus primeras obras en público, al visitar una sinagoga expulsaba al demonio que se había apoderado de un pobre hombre.

Dicho demonio reconoció a Jesús quien con autoridad le ordenó que dejara al hombre y no dijera quién era Él.

Hoy escuchamos que, al salir Jesús de la sinagoga, le llevaron todavía más enfermos y poseídos para que los curara: “Le llevaron a todos los enfermos y poseídos por el demonio, y todo el pueblo se apiñó junto a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó a muchos demonios, pero no dejó que los demonios hablaran porque sabían quién era Él“.

Lo más interesante de este relato, es que entre los enfermos que le llevaron se encontraba la esposa de Simón Pedro quien “estaba en cama, con fiebre“.

Dice la escritura: “Él –Jesús– se le acercó, y tomándola de la mano, la levantó. En ese momento se le quitó la fiebre y se puso a servirles“.

Este es el momento más importante del día: ¿Quieres ser servidor de Cristo? ¡Levántate y comienza a servir a los demás!

Como lo dijo un gran Santo, el Dr. Martin Luther King Jr. en su discurso “The Drum Major Instinct”:

“Y quiero que puedas decir ese día que sí hiciste lo posible por vestir a los que estaban desnudos.
Que si hiciste lo posible por visitar a los que están en prisión.
Que si hiciste lo posible por amar y servir a la humanidad”.

Simples valores universales, más allá de toda religión y de todo tiempo, pasador por Jesús a todas las generaciones.