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Dios les dará otro Consolador, que se quedará para siempre con ustedes

La Prédica de San Pablo
La Prédica de San Pablo, por Joseph-Benoît Suvée – Public Domain, link.

Hechos de los Apóstoles

Hch 17, 15-16. 22–18, 1
En aquellos días, los cristianos que ayudaron a Pablo a escapar de Berea, lo llevaron hasta la ciudad de Atenas. Pablo los envió de regreso con la orden de que Silas y Timoteo fueran a reunirse con él cuanto antes.
Un día, mientras los esperaba en Atenas, Pablo sentía que la indignación se apoderaba de él, al contemplar la ciudad llena de ídolos. Entonces se presentó en el Areópago y dijo:

“Atenienses: Por lo que veo, ustedes son en extremo religiosos. Al recorrer la ciudad y contemplar sus monumentos, encontré un altar con esta inscripción: ‘Al Dios desconocido’. Pues bien, yo vengo a anunciarles a ese Dios que ustedes veneran sin conocerlo.
El Dios que hizo el mundo y todo cuanto hay en él, siendo el Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por hombres, ni es servido por mano de hombres, como si necesitara de algo o de alguien; porque Él es quien da a todos la vida, el aliento y cuanto tienen.
De un solo hombre sacó todo el género humano para que habitara toda la tierra, determinó las épocas de su historia y estableció los límites de sus territorios. Dios quería que lo buscaran a Él y que lo encontraran, aunque fuera a tientas, pues en realidad no está lejos de nosotros, ya que en Él vivimos, nos movemos y somos. Como lo ha dicho alguno de los poetas de ustedes: ‘Somos de su mismo linaje’.
Por lo tanto, si somos linaje de Dios, no debemos pensar que Dios es como una imagen de oro, plata o mármol, labrada artísticamente por los hombres según su imaginación. Dios no tomó en cuenta la ignorancia de la gente en tiempos pasados, pues ahora quiere que todos los hombres se conviertan, porque tiene determinado un día en el cual ha de juzgar al universo con justicia, por medio de un hombre designado por Él, y ha dado a todos la prueba de esto, resucitándolo de entre los muertos”.

Al oír hablar de la resurrección de los muertos, algunos se burlaron y otros dijeron: “De esto te oiremos hablar en otra ocasión“. Entonces Pablo se retiró. Sin embargo, algunos se adhirieron a él y creyeron. Entre ellos se contaban Dionisio, el areopagita; una mujer, que se llamaba Dámaris, y algunos más. Después de esto, Pablo salió de Atenas y se fue a Corinto.

Evangelio según San Juan

Jn 16, 12-15
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:

“Aún tengo muchas cosas que decirles, pero todavía no las pueden comprender. Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, Él los irá guiando hasta la verdad plena, porque no hablará por su cuenta, sino que dirá lo que haya oído y les anunciará las cosas que van a suceder. Él me glorificará, porque primero recibirá de mí lo que les vaya comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho que tomará de lo mío y se lo comunicará a ustedes”.

Lecturas del Domingo: 14 de Mayo de 2017 – Yo soy el Camino, la verdad y la vida

Letrero religioso
Un letrero con la lectura de hoy. Foto tomada por Billy HathornOwn work, CC BY-SA 3.0, Link

Chismes, murmuraciones y quejas

¡Ah, la naturaleza humana! En la primera lectura nos topamos con que los judios del área lo que hoy es Grecia se quejan con los Doce Apóstoles de que sus contrapartes de Palestina no los están ayudando como se debe.

Resulta que hay muchas murmuraciones y chismes entre las dos partes, pues –en ese momento– por varias décadas, los judios griegos se han vuelto un poco más elitistas, con más conocimientos; y esto lo podemos ver hasta el dia de hoy, en que ciertos libros del antiguo testamento no son reconocidos por los judios tradicionales. Estos libros no reconocidos fueron escritos en Griego.

Las viudas son de las personas más necesitadas, especialmente cuando son mayores de edad y no pueden valerse por si mismas. En ese entonces, existía un convenio entre todos los judios deberían cuidarse los unos a los otros y vivir compartiendo todo para todos. Parte de este acuerdo incluía a las viudas de por vida.

Pero una cosa son los buenos deseos y otra la realidad. Los judios palestinos (hebreos) no estaban haciendo su parte con estas mujeres. Por lo que los griegos se fueron a quejar amargamente con los Doce Apóstoles. Estos, sabiendo cómo se las gasta el Pueblo de Dios, toman la decisión de nombrar una comisión de siete (otra vez ese numerito que tanto se repite) para que se hagan cargo de cuidar a los más necesitados.

Una vez seleccionados los siete, son presentados ante los 12 y les son impuestas las manos después de un período de oración.,

Este es un evento importantísimo, pues es el nacimiento del diaconado, es decir la imposición de las manos a seguidores de Cristo para que realicen labores en nombre de la Iglesia para la gente que mas lo necesita.

Via et veritas et vita

Jesús les dice esto a los 12 en una parte de la Última Cena. Todavía hay mucha confusión entre ellos, pues aún no han ocurrido los hechos de la muerte y la resurrección. Su ojos todavía están nublados, y por eso Tomás y Felipe hacen cuestinamientos sobre esas palabras:

“Señor, no sabemos a dónde vas. ¿Cómo podemos saber el camino? – dice Tomás

“Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta” – dice Felipe.

Les responde Jesús:

“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre si no es por mí. Si ustedes me conocen a mí, también conocen a mi Padre.”
Y a Felipe le reclama: “Felipe, tanto tiempo hace que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conoces? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre.

Para nuestra fortuna, nosotros sabemos la verdad, pues finalmente será revelada durante la Pasión y la Resurrección. Pero más aún, cuando comprendemos que Jesús no nos deja solos, y que siempre está ahí; y es nuestro consuelo que al aceptar a Jesús, estamos aceptando al Padre al mismo tiempo.

Y no necesitamos ver para creer.