Den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios

Foto de un denario, la moneda de la que habla la lectura de hoy
Denarios con inscripción “César Augusto Tiberius, hijo del divino Augustus”. Foto cortesía de Classical Numismatic Group, Inc. http://www.cngcoins.com, CC BY-SA 3.0, Link

Tobías

Tb 2, 9-14
Aquella noche, después de enterrar el cadáver, me bañé, salí al patio de mi casa y me quedé dormido junto a la pared, con la cara descubierta, pues hacía calor. Yo no sabía que arriba, en la pared, había unos pájaros. Su estiércol caliente me cayó en los ojos y se me formaron unas manchas blancas.

Consulté a los médicos para que me curaran, pero mientras más ungüentos me aplicaban, las manchas se extendían más sobre mis ojos, hasta que me quedé completamente ciego. Estuve privado de la vista durante cuatro años, y todos mis hermanos estaban afligidos. Ajicar se hizo cargo de mí durante dos años, hasta que se fue a Elimaida.

Entonces mi esposa Ana se puso a hacer sobre pedido tejidos de lana, que luego entregaba a sus dueños y ellos le pagaban. Un día, el siete del mes doce, al terminar ella un trabajo, lo entregó a los dueños, quienes, además de darle su paga íntegra, le regalaron un cabrito.

Al llegar a mi casa el cabrito, comenzó a balar, y yo, al oírlo, llamé a Ana y le pregunté: “¿De dónde ha salido ese cabrito? ¿No será robado? Devuélveselo a sus dueños, porque nosotros no podemos comer nada robado“. Entonces ella me respondió: “Es un regalo que me hicieron, además de mi paga“. Pero yo no le creí y le dije que lo devolviera a sus dueños y me enojé con ella por ese motivo. Entonces ella me replicó: “¿De qué te han servido tus limosnas? ¿De qué te han servido tus buenas obras? ¡Dímelo tú, que todo lo sabes!

Evangelio según San Marcos

Mc 12, 13-17
En aquel tiempo, los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos le enviaron a Jesús unos fariseos y unos partidarios de Herodes, para hacerle una pregunta capciosa. Se acercaron, pues, a Él y le dijeron: “Maestro, sabemos que eres sincero y que no te importa lo que diga la gente, porque no tratas de adular a los hombres, sino que enseñas con toda verdad el camino de Dios. ¿Está permitido o no, pagarle el tributo al César? ¿Se lo damos o no se lo damos?

Jesús, notando su hipocresía, les dijo: “¿Por qué me ponen una trampa? Tráiganme una moneda para que yo la vea“. Se la trajeron y Él les preguntó: “¿De quién es la imagen y el nombre que lleva escrito?” Le contestaron: “Del César“. Entonces les respondió Jesús: “Den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios“.

Y los dejó admirados.

 

Lecturas del Domingo: Octubre 18, 2020 – Al César lo que es del César

Foto de un denario, la moneda de la que habla la lectura de hoy
Foto de un Denario, la moneda de la que habla la lectura de hoy. Al frente tiene la figura de Tiberius y la inscripción “César Augusto Tiberius, hijo del divino Augustus”. Foto cortesía de Classical Numismatic Group, Inc. http://www.cngcoins.com, CC BY-SA 3.0, Link

Hoy es el 29avo Domingo del Tiempo Ordinario. Dice el Evangelio de San Mateo del día de hoy:

“En aquel tiempo, se reunieron los fariseos para ver la manera de hacer caer a Jesús, con preguntas insidiosas, en algo de que pudieran acusarlo.
Le enviaron, pues, a algunos de sus secuaces, junto con algunos del partido de Herodes, para que le dijeran: ´Maestro, sabemos que eres sincero y enseñas con verdad el camino de Dios, y que nada te arredra, porque no buscas el favor de nadie. Dinos, pues, qué piensas: ¿Es lícito o no pagar el tributo al César?
Conociendo Jesús la malicia de sus intenciones, les contesto: ´Hipócritas, ¿por qué tratan de sorprenderme? Enséñenme la moneda del tributo´. Ellos le presentaron una moneda. Jesús les contestó: ´¿De quién es esta imagen y esta inscripción?´ Le respondieron: ´Del César´. Y Jesús concluyó: ´Den, pues, al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios'”.

El mensaje es claro: debemos saber dar el verdadero valor a las cosa de la tierra y a las cosas divinas. Lo material, como el dinero la fama y los placeres, son sólo cosas pasajeras, que a su tiempo se perderán y no podrán ser recuperadas.

Las cosas de nuestra alma, no tienen tiempo de expiración, ya sea para bien o para mal.

Finalmente, para todos aquellos que tienen duda de la veracidad de las Sagradas Escrituras, fíjate en la moneda que se presenta en la parte de arriba. Esto corrobora exactamente el tiempo de los hechos: La época de Tiberius, el César, cuando Herodes era gobernador de Judea, está impresa en dicha moneda.

No perdamos de vista la verdad, la cual es histórica y divina. Demos al César y a Dios sus verdaderos tributos.