Lecturas del Domingo – Den al César lo que es del César

Foto de un denario, la moneda de la que habla la lectura de hoy
Denario, la moneda de la que habla la lectura de hoy. Al frente tiene la figura de Tiberius y la inscripción “César Augusto Tiberius, hijo del divino Augustus“. CC BY-SA 3.0, Link

Isaías

Is 45, 1. 4-6

Así habló el Señor a Ciro, su ungido,
a quien ha tomado de la mano
para someter ante él a las naciones
y desbaratar la potencia de los reyes,
para abrir ante él los portones
y que no quede nada cerrado:

“Por amor a Jacob, mi siervo, y a Israel, mi escogido,
te llamé por tu nombre y te di un título de honor,
aunque tú no me conocieras.
Yo soy el Señor y no hay otro;
fuera de mí no hay Dios.
Te hago poderoso, aunque tú no me conoces,
para que todos sepan, de oriente a occidente,
que no hay otro Dios fuera de mí.
Yo soy el Señor y no hay otro”.

Salmo 95

Cantemos la grandeza del Señor.

Cantemos al Señor un canto nuevo,
que le cante al Señor toda la tierra.
Su grandeza anunciemos a los pueblos;
de nación en nación sus maravillas.

Cantemos la grandeza del Señor.

Cantemos al Señor, porque Él es grande,
más digno de alabanza y más tremendo
que todos los dioses paganos, que ni existen;
ha sido el Señor quien hizo el cielo.

Cantemos la grandeza del Señor.

Alaben al Señor, pueblos del orbe,
reconozcan su gloria y su poder
y tribútenle honores a su nombre.
Ofrézcanle en sus atrios sacrificios.

Cantemos la grandeza del Señor.

Caigamos en su templo de rodillas.
Tiemblen ante el Señor los atrevidos.
Reina el Señor“. digamos a los pueblos.
El gobierna a las naciones con justicia.

Cantemos la grandeza del Señor.

Primera Carta del Apostol San Pablo a los Tesalonicenses

1 Tes 1, 1-5
Pablo, Silvano y Timoteo deseamos la gracia y la paz a la comunidad cristiana de los tesalonicenses, congregada por Dios Padre y por Jesucristo, el Señor.

En todo momento damos gracias a Dios por ustedes y los tenemos presentes en nuestras oraciones. Ante Dios, nuestro Padre, recordamos sin cesar las obras que manifiestan la fe de ustedes, los trabajos fatigosos que ha emprendido su amor y la perseverancia que les da su esperanza en Jesucristo, nuestro Señor.

Nunca perdemos de vista, hermanos muy amados de Dios, que Él es quien los ha elegido. En efecto, nuestra predicación del Evangelio entre ustedes no se llevó a cabo sólo con palabras, sino también con la fuerza del Espíritu Santo, que produjo en ustedes abundantes frutos.

Evangelio según San Mateo

Mt 22, 15-21
En aquel tiempo, se reunieron los fariseos para ver la manera de hacer caer a Jesús, con preguntas insidiosas, en algo de que pudieran acusarlo.

Le enviaron, pues, a algunos de sus secuaces, junto con algunos del partido de Herodes, para que le dijeran: “Maestro, sabemos que eres sincero y enseñas con verdad el camino de Dios, y que nada te arredra, porque no buscas el favor de nadie. Dinos, pues, qué piensas: ¿Es lícito o no pagar el tributo al César?

Conociendo Jesús la malicia de sus intenciones, les contestó: “Hipócritas, ¿por qué tratan de sorprenderme? Enséñenme la moneda del tributo“. Ellos le presentaron una moneda. Jesús les preguntó: “¿De quién es esta imagen y esta inscripción?” Le respondieron: “Del César“. Y Jesús concluyó:

“Den, pues, al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”.

 

Lecturas del Domingo: Octubre 18, 2020 – Al César lo que es del César

Foto de un denario, la moneda de la que habla la lectura de hoy
Foto de un Denario, la moneda de la que habla la lectura de hoy. Al frente tiene la figura de Tiberius y la inscripción “César Augusto Tiberius, hijo del divino Augustus”. Foto cortesía de Classical Numismatic Group, Inc. http://www.cngcoins.com, CC BY-SA 3.0, Link

Hoy es el 29avo Domingo del Tiempo Ordinario. Dice el Evangelio de San Mateo del día de hoy:

“En aquel tiempo, se reunieron los fariseos para ver la manera de hacer caer a Jesús, con preguntas insidiosas, en algo de que pudieran acusarlo.
Le enviaron, pues, a algunos de sus secuaces, junto con algunos del partido de Herodes, para que le dijeran: ´Maestro, sabemos que eres sincero y enseñas con verdad el camino de Dios, y que nada te arredra, porque no buscas el favor de nadie. Dinos, pues, qué piensas: ¿Es lícito o no pagar el tributo al César?
Conociendo Jesús la malicia de sus intenciones, les contesto: ´Hipócritas, ¿por qué tratan de sorprenderme? Enséñenme la moneda del tributo´. Ellos le presentaron una moneda. Jesús les contestó: ´¿De quién es esta imagen y esta inscripción?´ Le respondieron: ´Del César´. Y Jesús concluyó: ´Den, pues, al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios'”.

El mensaje es claro: debemos saber dar el verdadero valor a las cosa de la tierra y a las cosas divinas. Lo material, como el dinero la fama y los placeres, son sólo cosas pasajeras, que a su tiempo se perderán y no podrán ser recuperadas.

Las cosas de nuestra alma, no tienen tiempo de expiración, ya sea para bien o para mal.

Finalmente, para todos aquellos que tienen duda de la veracidad de las Sagradas Escrituras, fíjate en la moneda que se presenta en la parte de arriba. Esto corrobora exactamente el tiempo de los hechos: La época de Tiberius, el César, cuando Herodes era gobernador de Judea, está impresa en dicha moneda.

No perdamos de vista la verdad, la cual es histórica y divina. Demos al César y a Dios sus verdaderos tributos.

Lecturas del Domingo: Septiembre 20, 2020 – Los Trabajadores

Parábola de los trabajadores de la Viña
“Parábola de los trabajadores de la Viña”, por Jacob Willemsz de Wet – The Yorck Project: 10.000 Meisterwerke der Malerei. DVD-ROM, 2002. ISBN 3936122202. Distributed by DIRECTMEDIA Publishing GmbH., Public Domain, Link

La lectura del Evangelio de San Mateo de hoy nos dice:

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los cielos es semejante a un propietario que, al amanecer, salió a contratar trabajadores para su viña. Después de quedar con ellos en pagarles un denario por día, los mandó a su viña. Salió otra vez a media mañana, vio a unos que estaban ociosos en la plaza y les dijo: ‘Vayan también ustedes a mi viña y les pagaré lo que sea justo’. Salió de nuevo a medio día y a media tarde hizo lo mismo.
Por último, salió también al caer la tarde y encontró todavía a otros que estaban en la plaza y les dijo: ‘¿Por qué han estado estado aquí todo el día sin trabajar?’ Ellos le contestaron: ‘Porque nadie nos ha contratado’. Él les dijó: ‘Vayan también ustedes a mi viña'”.
Al atardecer, el dueño de la viña le dijo a su administrador: ‘Llama a los trabajadores y págales su jornal, comenzando por los últimos hasta que llegues a los primeros’. Se acercaron, pues, los que habían llegado al caer la tarde y recibieron un denario cada uno.
Cuando les llegó su turno a los primeros, creyeron que recibirían más, pero también ellos recibieron un denario cada uno. Al recibirlo, comenzaron a reclamarle al propietario diciéndole: ‘Esos que llegaron al último sólo trabajaron una hora, y sin embargo, les pagas lo mismo que a nosotros, que soportamos el peso del día y del calor’.
Pero él respondió a uno de ellos: ‘Amigo, yo no te hago ninguna injusticia. ¿Acaso no quedamos en que te pagaría un denario? Toma, pues, lo tuyo y vete. Yo quiero darle al último lo mismo que a tí. ¿Qué no puedo hacer con lo mío lo que yo quiero? ¿O vas a tenerme rencor porque soy bueno?’.
De igual manera, los últimos serán los primeros, y los primeros, los útimos”.

Las obras y actos de nuestro Dios bueno son increíbles, y a veces pueden llegar a parecernos injustas. La lectura anterior es uno de los ejemplos más claros de cómo nuestra visión, humana y limitada, nos hace pensar en la “injusticia” que están “sufriendo” los primeros trabajadores. En términos humanos, es completamente inmerecido lo que les pasa a los tempraneros.

Pero, pongamos atención a la siguiente parte, de cuando el propietario salió al atardecer por los últimos trabajadores y los encontró todavía en la plaza:

‘¿Por qué han estado estado aquí todo el día sin trabajar?’ Ellos le contestaron: ‘Porque nadie nos ha contratado’.

Todos nosotros hemos sido bendecidos por la Palabra de Dios en una forma u otra, y nos hemos beneficiado por ella. Desde pequeños, muchos de nosotros hemos tenido la fortuna de asistir a la iglesia, de escuchar el catecismo. También tenemos la buena fortuna de contar con comida en nuestras mesas, de tener un techo, de tener salud.

Nosotros somos los primeros que hemos recibido bendiciones. Somos los primeros.

Pero, ¿y los demás? ¿Qué pasa con los pobres, los que no pueden asistir a misa a escuchar la palabra de Dios? Los que no tienen tiempo para leer y pensar las lecturas de los domingos porque están trabajando para medio sobrevivir?

“Nadie nos ha contratado”: nadie se les ha acercado a darles la mano, o llevado la Palabra.

Ellos no han recibido las bendiciones al principio, sino que las reciben al final, muchas veces al final de sus vidas. Ellos son los últimos.

Dios en Jesús nos los dice claramente: “Los últimos serán los primeros, y los primeros, los útimos”.

Porque en vida ya recibiste parte de tu recompensa. Y los pobres no; muchos de ellos ni siquiera podrán tener un final de sus vidas digno.

Pero en la vida eterna, definitivamente recibirán su denario, es decir, su recompensa, y será primero que los demás.

Lecturas del Domingo: Octubre 22, 2017 – Dar al César lo que es del César…

Foto de un denario, la moneda de la que habla la lectura de hoy
Foto de un Denario, la moneda de la que habla la lectura de hoy. Al frente tiene la figura de Tiberius y la inscripción “César Augusto Tiberius, hijo del divino Augustus”. Foto cortesía de Classical Numismatic Group, Inc. http://www.cngcoins.com, CC BY-SA 3.0, Link

El mensaje de este día es sencillo: sepamos dar el verdadero valor a las cosa de la tierra y a las cosas divinas. Lo material, como el dinero la fama y los placeres, son sólo cosas pasajeras, que a su tiempo se perderán y no podrán ser recuperadas. Léase: a la hora de nuestra partida de este mundo.

Las cosas de nuestra alma, no tienen tiempo de expiración, ya sea para bien o para mal.

Dice el Evangelio de hoy:

“En aquel tiempo, se reunieron los fariseos para ver la manera de hacer caer a Jesús, con preguntas insidiosas, en algo de que pudieran acusarlo”.

¡No nos dejemos engañar, esto no sólo es de aquellos tiempos! El tentar a Dios con nuestra vida es tan común hoy en día como lo era entonces: Expresiones como “Señor, te rezo cien rosarios, pero sana a mi madre“, o “Padre, te prometo ir de rodillas hasta la Basílica de Guadalupe si permites que mi hijo salga de su problema de drogas“.
Reza los rosarios, sí, pero no lo hagas como condición. Ve de rodillas hasta la basílica, , pero no le pongas condición.

¡Y deja de estar distribuyendo cartas cadena! (Si compartes esta carta con 10 personas verás que se cumple un milagro).

Pero sigamos con el Evangelio:

“Le enviaron, pues, a algunos de sus secuaces, junto con algunos del partido de Herodes, para que le dijeran: ´Maestro, sabemos que eres sincero y enseñas con verdad el camino de Dios, y que nada te arredra, porque no buscas el favor de nadie. Dinos, pues, qué piensas: ¿Es lícito o no pagar el tributo al César?”.

Nada tontos. Queriendo hacer decir a Jesús que no debía pagarse tributo al emperador romano, ¡se hecharía de enemigo al más poderoso ejercito del mundo!

Pero la respuesta de Jesús fue más astuta:

“Conociendo Jesús la malicia de sus intenciones, les contesto: ´Hipócritas, ¿por qué tratan de sorprenderme? Enséñenme la moneda del tributo´. Ellos le presentaron una moneda. Jesús les contestó: ´¿De quién es esta imagen y esta inscripción?´ Le respondieron: ´Del César´. Y Jesús concluyó: ´Den, pues, al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”.

Finalmente, para todos aquellos que tienen duda de la veracidad de las escrituras, fíjate en la moneda que se presenta en la parte de arriba. Esto corrobora exactamente el tiempo de los hechos: La época de Tiberius, cuando Herodes era gobernador de Judea.

No perdamos de vista la verdad, la cual es histórica y divina. Demos al César y a Dios sus verdaderos tributos.