Lecturas del Domingo: Septiembre 20, 2020 – Los Trabajadores

Parábola de los trabajadores de la Viña
“Parábola de los trabajadores de la Viña”, por Jacob Willemsz de Wet – The Yorck Project: 10.000 Meisterwerke der Malerei. DVD-ROM, 2002. ISBN 3936122202. Distributed by DIRECTMEDIA Publishing GmbH., Public Domain, Link

La lectura del Evangelio de San Mateo de hoy nos dice:

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los cielos es semejante a un propietario que, al amanecer, salió a contratar trabajadores para su viña. Después de quedar con ellos en pagarles un denario por día, los mandó a su viña. Salió otra vez a media mañana, vio a unos que estaban ociosos en la plaza y les dijo: ‘Vayan también ustedes a mi viña y les pagaré lo que sea justo’. Salió de nuevo a medio día y a media tarde hizo lo mismo.
Por último, salió también al caer la tarde y encontró todavía a otros que estaban en la plaza y les dijo: ‘¿Por qué han estado estado aquí todo el día sin trabajar?’ Ellos le contestaron: ‘Porque nadie nos ha contratado’. Él les dijó: ‘Vayan también ustedes a mi viña'”.
Al atardecer, el dueño de la viña le dijo a su administrador: ‘Llama a los trabajadores y págales su jornal, comenzando por los últimos hasta que llegues a los primeros’. Se acercaron, pues, los que habían llegado al caer la tarde y recibieron un denario cada uno.
Cuando les llegó su turno a los primeros, creyeron que recibirían más, pero también ellos recibieron un denario cada uno. Al recibirlo, comenzaron a reclamarle al propietario diciéndole: ‘Esos que llegaron al último sólo trabajaron una hora, y sin embargo, les pagas lo mismo que a nosotros, que soportamos el peso del día y del calor’.
Pero él respondió a uno de ellos: ‘Amigo, yo no te hago ninguna injusticia. ¿Acaso no quedamos en que te pagaría un denario? Toma, pues, lo tuyo y vete. Yo quiero darle al último lo mismo que a tí. ¿Qué no puedo hacer con lo mío lo que yo quiero? ¿O vas a tenerme rencor porque soy bueno?’.
De igual manera, los últimos serán los primeros, y los primeros, los útimos”.

Las obras y actos de nuestro Dios bueno son increíbles, y a veces pueden llegar a parecernos injustas. La lectura anterior es uno de los ejemplos más claros de cómo nuestra visión, humana y limitada, nos hace pensar en la “injusticia” que están “sufriendo” los primeros trabajadores. En términos humanos, es completamente inmerecido lo que les pasa a los tempraneros.

Pero, pongamos atención a la siguiente parte, de cuando el propietario salió al atardecer por los últimos trabajadores y los encontró todavía en la plaza:

‘¿Por qué han estado estado aquí todo el día sin trabajar?’ Ellos le contestaron: ‘Porque nadie nos ha contratado’.

Todos nosotros hemos sido bendecidos por la Palabra de Dios en una forma u otra, y nos hemos beneficiado por ella. Desde pequeños, muchos de nosotros hemos tenido la fortuna de asistir a la iglesia, de escuchar el catecismo. También tenemos la buena fortuna de contar con comida en nuestras mesas, de tener un techo, de tener salud.

Nosotros somos los primeros que hemos recibido bendiciones. Somos los primeros.

Pero, ¿y los demás? ¿Qué pasa con los pobres, los que no pueden asistir a misa a escuchar la palabra de Dios? Los que no tienen tiempo para leer y pensar las lecturas de los domingos porque están trabajando para medio sobrevivir?

“Nadie nos ha contratado”: nadie se les ha acercado a darles la mano, o llevado la Palabra.

Ellos no han recibido las bendiciones al principio, sino que las reciben al final, muchas veces al final de sus vidas. Ellos son los últimos.

Dios en Jesús nos los dice claramente: “Los últimos serán los primeros, y los primeros, los útimos”.

Porque en vida ya recibiste parte de tu recompensa. Y los pobres no; muchos de ellos ni siquiera podrán tener un final de sus vidas digno.

Pero en la vida eterna, definitivamente recibirán su denario, es decir, su recompensa, y será primero que los demás.

Lecturas del Domingo: Septiembre 24, 2017 – Parábola de los trabajadores

Parábola de los trabadores de la Viña
“Parábola de los trabadores de la Viña”, por Jacob Willemsz de Wet – The Yorck Project: 10.000 Meisterwerke der Malerei. DVD-ROM, 2002. ISBN 3936122202. Distributed by DIRECTMEDIA Publishing GmbH., Public Domain, Link

Hoy Domingo, Jesús nos habla de las recompensas y qué es lo que debemos esperar de ellas.

“El Reino de los Cielos es semejante a un propietario que, al amanecer, salió a contratar trabajadores para su viña”.

La narración nos cuenta que al inicio del día, el dueño contrató a un grupo de personas, y acordó un pago de un denario por todo el día. Ellos comenzaron las arduas labores, con un sol tremendo bajos sus espaldas.

Por cierto, un denario era el pago ordinario para la mayoría de los trabajos de una jornada. Es también el pago que recibía un soldado por día. Podemos pensar que era una muy buena cantidad.

Volviendo a la narración, a media mañana el dueño volvió a salir a contratar a otro grupo de trabajdores, acordando la misma paga. El dueño hizo lo mismo a media tarde.

Finalmente, al caer la tarde, encontró todavía a otros que estaban sin trabajar y les dijo:

“¿Por qué han estado aquí todo el día sin trabajar? Ellos le respondieron: ´Porque nadie nos ha contratado´. Él les dijo: ´Vayan también ustedes a mi viña´”.

Así, estos últimos trabajaron sólo un par de horas cuando mucho.

Al término del día, el administrador de la viña recibió instrucciones del dueño para que les pagara lo mismo a todos los jornaleros, pero debía hacerlo en el orden inverso que llegaron, empezando por los últimos.

Cuando les toco su turno a los primeros trabajadores, éstos creían que les iban a pagar más que a los últimos, pues ellos habían trabajado todo el día, soportando el terrible calor y sol en sus espaldas. Pero, para su sorpresa, recibieron el mismo denario que los que trabajaron sólo dos horas en la tarde fresca.

Al recibirlo, comenzaron a reclamarle al propietario, el cual, dirigiéndose a uno de ellos –no a todos, sino sólo a uno de ellos– le dijo:

“Amigo, yo no te hago ninguna injusticia. ¿Acaso no quedamos en que te pagaría un denario? Toma, pues, lo tuyo y vete. Yo quiero darle al que llegó al último lo mismo que a tí. ¿Qué no puedo hacer con lo mío lo que yo quiero? ¿O vas a tenerme rencor porque soy bueno?”

¡Uff! ¡Qué difícil es seguir en verdad a Dios sin caer en el pensamiento humano! ¿Cuántos de nosotros no nos hubiéramos enojado por esta “injusticia“?

Un momento, ¿todos recibieron lo que se había acordado, no? Nunca se habló de que recibirían más por trabajar más, o por trabajar con calor, o en la sombra, ¿verdad?

Es natural sentir un poco de indignación por esta situación. Al final, todos somos humanos. Pero, es aquí donde está la diferencia que Jesús nos pide para poder alcanzar el Reino de Dios: empezar a dejar de pensar en términos humanos egoístas, y pensar más en el prójimo. Tenemos que hacer un esfuerzo extra.

Si ponemos atención, hay una parte muy importante en la narración: cuando el propietario preguntó al último grupo que por qué no habian ido a trabajar a su viña ellos le dijeron: “Porque nadie nos ha contratado“.

Por eso nos pide Jesús compasión. Nadie les ha contratado a ellos. Nadie les ha hablado de la viña. Nadie les ha explicado el reino.

Nadie les ha llevado la palabra.

Y por eso, ¿Ellos no tienen derecho a la misma recompensa eterna?

Ciertamente, todos tenemos derecho a ella. Y como Jesús termina diciendo:

“De igual manera les digo: los últimos serán los primeros, y los primeros los últimos”.